Nadie lo duda, no es un chiste, el trabajo es salud; “con las cosas de comer no se juega”. Quizás nunca había sido esta afirmación tan cierta como lo estamos experimentando en los tiempos que corren. Tener trabajo, estar ocupado, hacer algo para los demás, sentirte útil, y ocupar un tiempo de tu persona, de tu preparación, de tu tiempo a cambio de un dinero; nos hace libres, útiles, necesarios, independientes, autónomos. ¿Te parece poca salud?
Sea poco o mucho lo que cobremos, trabajar es un cascada de efectos positivos y necesarios para que este mundo que lo hemos hecho entre todos, adquiera un perfil de solidaridad. Quienes tenemos trabajo, estamos encantados y damos gracias al altísimo por ello. Despertarse todos los días a las siete y saber que te vas a desarrollar en un lugar, con unos compañeros, con unas normas y con unas pautas para crear, facilitar, desarrollar, fabricar, ayudar, educar… ¡es un lujo que muchas veces no lo pensamos suficientemente!
Por eso, agradezco la oportunidad que me brinda la Revista de Zona Hospitalaria, y quiero acercarme con ustedes a esa realidad que es realmente salud, una de las más importante; sin trabajo es muy difícil equilibrar las horas y los tiempos en función de que el trabajo siga siendo salud, mientras lo compagino con un objetivo personal, creativo, subjetivo…, que no me desborde, que me “atrape”; “me queme”, porque dejaría de ser salud.
El trabajo permite desarrollar nuestras capacidades personales, sociales afectivas e intelectuales, y eso ya, en sí; es importante. No quiere decir que además de salud, el trabajo no lleve adherido en sí mismo, una serie de flecos, difíciles de controlar y de prevenir: Los accidentes laborales que de hecho, nos merman la salud, y hacen que muchas veces dudemos de si realmente estamos en el camino correcto. Sin embargo, a pesar de los accidentes de trabajo, que van disminuyendo de forma lenta; se sigue trabajando, investigando para que la labor en los departamentos sobre seguridad e higiene en el trabajo sea cada día una nueva experiencia y una experiencia de todos, desde el director hasta el último de la pirámide laboral que forma la empresa. Pero no queremos negar que es un reto que hoy por hoy no lo tenemos para nada resuelto, a pesar de los máster que van saliendo en las Universidades sobre prevención y riesgos laborales.
Equilibrio físico, psíquico y social
Hoy por hoy, está más que demostrado que es más barato invertir en control de riesgos y prevención; que en el coste que supone las indemnizaciones a los accidentes leves y graves en el día a día en la empresa. Además no debemos olvidar que no solo lo económico es primordial, sobre todo por el bienestar de la personas, logrando un equilibrio físico, psíquico y social. Cuanto más a gusto está el trabajador en su puesto de trabajo, menos accidentes laborales surgen. Cuanta más interacción hay en el grupo, mayor estimulación y mejor forma de trabajo, produciéndose una película protectora, imperceptible, en el grupo; que sirve de prevención de muchos accidentes físicos, y sobre todo mentales que se producirían en grupos donde reina la envidia, donde no hay empatía y donde el líder no colabora por aglutinar dicho grupo con una mínimas variables positivas.
Tampoco debemos olvidar que la inmensa mayoría de nuestro tiempo, lo pasamos en el trabajo y durmiendo, y poca gente trabaja en aquello que le gusta. Son dos variables que nos ayudan a tener un cierto miramiento tanto como trabajadores, como directivos. La satisfacción en el trabajo, nos hace rendir más, estresarnos menos, gozar de un mayor nivel de salud, y –también es importante-, evitar el absentismo laboral, y las personas maduran en un ambiente de trabajo que les hace disfrutar del mismo.
En estos tiempos de crisis, vemos que muchos de nuestros congéneres, más de cuatro millones, no pueden tener un trabajo, un salario digno, y una evolución laboral mínimamente acorde a su condición de personas adultas. Ahí es cuando vemos, y nos damos cuenta que el trabajo además de un derecho social, es salud –a pesar de los pesares-. El trabajo es un determinante importante de la salud mental de los trabajadores. Cuando el trabajo escasea, falta, y se hace sistemático…; la salud mental y la física decaen, se resienten… El paro, es una fuente incesante –sobre todo cuando es más de seis meses seguidos-, de consecuencias psicológicas serias; máxime si la familia depende de uno principalmente.
Quienes estamos trabajando, hemos de estar contentos con este puesto que cada día mimamos más para que sea trampolín de nuevas experiencias sociales y personales; y, quienes no tienen, tenemos que concienciarnos de formarnos, especializarnos, cambiar de rumbo a nuestros intereses personales y afectivos para que la sociedad nos absorba con más facilidad en el puesto que más nos conviene, teniendo una formación y siendo más versátiles a la hora del mercado de trabajo, tanto en cuanto a la especialidad como a la geografía de destino.