Estudio del sueño


Dr. Iñaki García de Gurtubay y Dr. Manuel Eguía

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El ser humano necesita dormir.Dependiendo de la edad y de cada persona estas necesidades cambian desde las 18 horas/día de un recién nacido hasta cerca de 7 de un adulto.Dormimos alrededor de un tercio de nuestra vida (unas 220.000 horas a los 60 años),pero no sólo se trata de dormir,sino de hacerlo bien,y de descansar adecuadamente.

Todo el mundo sabe que cuando no se duerme bien de noche, las consecuencias se sufren de día (fatiga, irritabilidad, somnolencia etc.), pero también es cierto que si no estamos bien de día, pasaremos una mala noche. Así se cierra el círculo, donde día y noche se intercalan ininterrumpidamente. En nuestra sociedad, 1 de cada 4 individuos padece las consecuencias de un mal sueño (dormir poco, dormir demasiado, o dormir mal) en alguna de sus múltiples manifestaciones.

Mientras dormimos ocurren fenómenos poco conocidos que repercuten en nuestro organismo. Hay enfermedades que sólo ocurren durante el sueño, otras mejoran o empeoran con el sueño. En los últimos años gracias al desarrollo tecnológico y de los profesionales implicados, el estudio de la patología del sueño se ha convertido en una actividad de rutina en los sistemas sanitarios.

Dr: ¿Lo que me pasa es normal?

¡Tengo sueño!, ¡ronco continuamente!, ¡me muevo mucho en la cama! …, son quejas habituales en una consulta médica, y aunque pueden estar relacionadas con algún trastorno de sueño, también pueden no tener ninguna trascendencia para la salud.

Por ejemplo, todas esas quejas tienen en común que haya excesiva somnolencia diurna (ESD). Su causa mas frecuente es el insomnio, en el que no se duerme de noche y como consecuencia se tiene sueño durante el día. Estos pacientes deben ser bien reconocidos por el médico, porque en la mayoría de las ocasiones no requieren pruebas específicas en el laboratorio de sueño. En cambio hay cuadros frecuentes como el síndrome de apneas del sueño que sí deben remitirse al especialista para estudio. La privación de sueño (dormir poco o sobre todo sin orden) se esconde en muchas ocasiones tras la queja de ESD en jóvenes o sujetos con trabajo a turnos. Por otra parte, es habitual que pacientes que se muevan mucho durante el sueño, tengan mala calidad del mismo y sufran ESD. Más raramente, en algunas crisis epilépticas nocturnas que pasan desapercibidas, o en enfermedades inusuales como la narcolepsia, hay ESD y precisan pruebas más complejas y específicas que el resto. Por ello el médico antes de enviar el paciente a un especialista, o plantear la realización de alguna prueba, tiene que tener una perspectiva global del problema, y necesita definir si hay o no un trastorno del sueño, ver cuál puede ser, cómo se comporta y cuándo aparece, evaluar cómo son los hábitos de sueño y sopesar el impacto que ese trastorno tiene en la vida del paciente. El paciente deberá informar sobre horarios de sueño, detallando la hora de acostarse y levantarse, las siestas diurnas, los rituales previos antes de irse a la cama (TV, lectura, radio, etc.), lo que tarda en dormirse y el número y causas de despertares durante la noche (temperatura, ruidos, pesadillas, ronquidos, trastornos respiratorios, necesidad de orinar etc.). Se le preguntará, además, sobre los síntomas diurnos, como cansancio, depresión, ansiedad y somnolencia, así como los horarios de trabajo y de comidas, los hábitos tóxicos y tratamientos farmacológicos. Durante la visita es aconsejable que esté presente el compañero de cama, que aportará datos sobre comportamientos anormales, trastornos de la respiración etc.

Qué hacemos en una Unidad de Sueño y cómo lo hacemos

Aunque también realizamos pruebas diurnas, nuestra actividad fundamental se realiza de noche. En la Unidad de Sueño, ubicada en la 5ª planta del Hospital Virgen del Camino trabajan médicos de los Servicios de Neurofisiología Clínica y Neumología, y enfermeras especializadas. Disponemos de tres habitaciones dedicadas a realizar pruebas y diferentes aparatos en los que se registran y graban variables co rporales que consideremos de interés. La información se envía al control central, en donde se almacenan los datos y donde se controla que todo funcione correctamente.

Los pacientes acuden a las 22 horas y tras la colocación de los diversos sensores duermen toda la noche. Por la mañana, sobre las 7:30 se retiran y el paciente puede marcharse. Los tipos de pruebas más habituales que realizamos son la polisomnografía, el video-electroencefalograma y la poligrafía respiratoria, entre otras. Para cada prueba se usan diferentes sensores (todos no invasivos), resultando la prueba totalmente inocua. En general hay unas variables comunes que se estudian en casi todas las pruebas, los movimientos de piernas, el flujo de aire nasobucal, los movimientos respiratorios, la oxigenación, el pulso y la posición corporal. También podemos registrar la actividad del cerebro (electroencefalograma), junto con los movimientos oculares y el tono muscular del mentón.

El resto de parámetros que se graban se personalizan en función de la sospecha diagnóstica. En los protocolos de sospecha de apnea de sueño, se incide en el registro de parámetros respiratorios y cardiacos que incluyen el registro del flujo respiratorio, la saturación de oxigeno, el esfuerzo respiratorio con bandas torácicas y abdominales, el ronquido, etc. Si por el contrario nos encontramos ante una sospecha de trastorno motor del sueño, al estudio básico se añaden sensores sobre más músculos y se registra vídeo sincronizado con el estudio, de forma que se observa el comportamiento del paciente durante el sueño y permite establecer una correlación con cualquier suceso. Por último, en los protocolos en lo que se sospecha trastorno epiléptico, se añaden varios sensores de encefalograma.

Posteriormente los especialistas de sueño analizan todos los parámetros grabados, estudian la distribución, duración, y orden de las fases de sueño pudiendo cuantificar todo ello. Ven si el paciente se despierta (aunque luego no lo recuerde), cuantas veces lo hace y el motivo. Registran la presencia de trastornos de la respiración (ronquido, pausas en la respiración…), o del movimiento (crisis epilépticas nocturnas, movimiento periódico de piernas…), así como otros parámetros que se graban toda la noche (saturación de oxigeno, electrocardiograma, posición, etc.), cuantifican todos ellos y establecen la influencia que los mismos tiene en el sueño del sujeto, para posteriormente indicar un tratamiento adecuado.