Eternamente jóvenes. Mito o realidad. Cómo llegar a centenario. ¿Es un éxito hacerse viejo?


Satur Napal Lecumberri . Urólogo del Complejo Hospitalario de Navarra. Extracto del libro “La salud masculina a prueba. Guía práctica de cuidados y recomendaciones” www.evidenciamedica.com

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Escribe F. Amiel en su “Diario íntimo” que saber envejecer constituye la obra maestra de la sabiduría y es una de las partes más difíciles del arte de vivir. Como máxima no está mal, pero la realidad es que envejecer es el resultado natural del paso de los años y es un proceso fisiológico natural e inevitable. Hoy tenemos varias teorías que intentan explicar las manifestaciones de la madurez y parece que el envejecer de cada uno está ya programado en sus genes, es decir, que nuestra mayor o menor longevidad ya viene programada por la herencia.

La célula es la estructura en la que se desarrollan los procesos de envejecimiento y cada vez se da más importancia a los denominados “radicales libres”, elementos que aparecen como resultado de la actividad metabólica del organismo. Más concretamente son las mitocondrias de las células las generadoras de los “radicales libres”. Últimamente también se habla del deterioro del sistema inmune como causante de la vejez, siendo los procesos de lesión y reparación del ADN las claves del envejecimiento. Con el paso del tiempo las células pierden la capacidad de proliferación y entran en un estado que se denomina de senescencia replicativa.

De una forma práctica se puede decir que el envejecimiento depende de unos factores individuales muy imbricados en lo que llamamos salud y sobre una base genética individual actuarían: el estilo de vida, el medio ambiente, el entorno socioeconómico y el contexto sanitario en el que se desarrolla el individuo. Los estilos de vida son importantísimos en la forma de envejecer y delimitan en gran manera la calidad y la duración de la vida.

¿Tiene límites la vida humana?

Existen más de trescientas teorías que intentan explicar el por qué envejecemos, esto nos da idea del desconcierto al respecto, aunque la ciencia cada vez tiene más datos que pueden aclarar este proceso. Las teorías mas plausibles siguen modelos demográficos suecos y nos indican que la esperanza de vida seguirá aumentando, pero también que será difícil el poder superar los 110 años. Otros investigadores creen que el cuerpo humano puede llegar a los 120 años y además con un funcionamiento físico y cerebral óptimo y esto en realidad es lo importante. Según estudios neurológicos recientes, se puede llegar a los 104 años con un cerebro aparentemente normal. En un estudio practicado en EEUU sobre centenarios, una gran cantidad de ellos disfrutaba de una excelente capacidad cognitiva y desarrollaba una vida normal tanto en lo referente a su cuerpo como en lo tocante a su mente. La probabilidad de desarrollar Alzheimer o demencia es menor a los 90 que a los 85 y se puede ser centenario sin dolencias asociadas a los procesos de envejecimiento.

Claves para la longevidad

La longevidad en nuestras ricas sociedades occidentales es una aspiración deseada por los hombres y las mujeres. Como ya venimos comentando, los genes y los estilos de vida son los elementos que más inciden y modulan el logro de una prolongación de la vida. Tendríamos dos tipos de envejecimiento. El primario, que es el provocado por las transformaciones naturales del ciclo vital, y el secundario, que sería el producido por las enfermedades añadidas. La edad biológica puede determinarse médicamente y hasta puede pronosticarse la forma de envejecer de una persona. Obviando circunstancias accidentales que cambien de forma inesperada y trágica la vida de una persona, la promoción de la salud y la prevención de enfermedades son los instrumentos más importantes para conseguir una vida saludable y larga.

Líneas maestras para conseguir la longevidad

Los hombres, envidiosos al comparar la imperturbabilidad de las montañas o del mar y los ríos y ante la evidencia de que la juventud desaparece, han probado miles de remedios para frenar esta realidad y a lo largo de la historia hay consignados intentos de todo tipo, la mayoría absurdos y hasta peligrosos. La búsqueda de la inmortalidad ha deambulado también por los campos de la magia, la superstición y la medicina folclórica. Se han llegado a consumir productos animales relacionados con el parto y la lactancia, como placentas y calostro. Un médico francés a finales del siglo XIX dijo haber descubierto el elixir de la eterna juventud, que consistía en un extracto de testículos de primates que posteriormente se inyectaba a las personas mayores para rejuvenecerlas. Otro visionario, en este caso austriaco, aseguraba volver la vitalidad de la juventud a los hombres mayores realizándoles la vasectomía o injertándoles testículos de personas jóvenes. En la mitología encontramos la fuente de Juvencio, que, según Pausanias, daba la juventud y la belleza y hasta descubrimientos geográficos importantes están relacionados con la búsqueda de la fuente de la juventud, como es el caso de la Florida por el español Ponce de León.

Cada vez se investiga más en el intento de frenar el paso de los años y los científicos intentan nuevas vías que aumenten la calidad y la esperanza de vida. Últimamente, antioxidantes y vitaminas son los medios antienvejecimiento más populares. Para poder descubrir el misterio del envejecimiento habrá que buscar y encontrar las claves del proceso degenerativo del cuerpo humano, una misión con grandes incógnitas. Los estudios genéticos tendrán con seguridad una gran importancia en todo esto y serán la base que nos permita a los hombres y mujeres vivir más años y en mejores condiciones. Y esto ya esta empezando a ser realidad, por lo menos a nivel experimental. Se han realizado estudios con la mosca del vinagre y, a través de una pequeña mutación genética, su longevidad llega a duplicarse. Su traducción práctica al ser humano está lejana, pero es seguro que llegará.

¿Es un éxito hacerse viejo?

La madurez ha dejado de ser una la experiencia de una minoría. Se suele mirar el envejecimiento de las sociedades como un problema. Pero hay que destacar que este acrecentamiento espectacular de personas mayores traduce el éxito de nuestra sociedad y el desarrollo de la humanidad. Los octogenarios de las sociedades occidentales son un invento del último cuarto del siglo XX, pero va a ser el grupo que más va a crecer en este siglo XXI. Hasta hace pocos años, el hacerse mayor era sinónimo de estar enfermo, ser incapaz de valerse por sí mismo y otras muchas mas condiciones negativas, como la mente senil. Pero la realidad es que la vejez es la época de la vida en la que existe más variabilidad. Hay gran cantidad de personas mayores en plenas facultades físicas y mentales, llenos de vitalidad, optimismo y ganas de vivir con dignidad e intensidad hasta el último segundo de sus vidas. Pero todo esto conlleva otra cara bien distinta, la de la dependencia, soledad, enfermedad y gastos económicos y humanos que generará la creciente cantidad de personas mayores.

Terapias antienvejecimiento

Fundamentalmente, se basan en medidas preventivas y su fundamento está en sistemas integrales que ralenticen los efectos de la edad y el decaimiento corporal. Las terapias antienvejecimiento se basan en la dieta, el ejercicio moderado, la reducción del estrés, los sustitutos hormonales si fueran necesarios (la testosterona en el caso de los varones) y los suplementos nutricionales.

Alimentación moderada e hipocalórica. Dieta mediterránea: verduras, frutas, pescado y cereales integrales. Los dietistas aconsejan seguir dietas con índices bajos de grasas saturadas, que están presentes sobre todo en la bollería y en las carnes. También aconsejan que en nuestra alimentación predominen las grasas monoinsaturadas. Ingesta abundante de agua.

Ejercicio físico diario, sin excesos: el ejercicio moderado y continuado previene de enfermedades como la hipertensión arterial, la osteoporosis, la diabetes, la obesidad, la hipercolesterinemia y el cáncer de colon. Moverse de forma aeróbica y regular aumenta la densidad ósea y el tono muscular, además de ser un buen antidepresivo y en conjunto aumenta la calidad de vida. Un ejercicio excesivo, violento o ejercido de forma esporádica, tendría un efecto contraproducente al aumentar el estrés oxidativo y los radicales libres, junto a la posibilidad de un accidente vascular o cerebral.

Dormir alrededor de ocho horas, ni más ni menos: el sueño reparador y de calidad modula a los neurotransmisores implicados en la forma de superar el estrés oxidativo. Todos conocemos los efectos beneficiosos sobre la mente y sobre el cuerpo de un sueño reparador. La melatonina estaría en la base de este efecto beneficioso. Esta hormona neuroendocrina es secretada por la glándula pineal y su síntesis alcanza el pico máximo durante el sueño. Este máximo de melatonina durante el sueño lo utiliza el sistema nervioso para sincronizar diferentes sistemas endocrinos y de otro tipo. Dormir entre siete u ocho horas es la mejor manera de asegurar la correcta secreción de melatonina.

Practicar el sexo: aparte de su efecto sobre el bienestar y la felicidad, la práctica del sexo es un ejercicio muscular y el aumento de adrelanina en sangre que produce dilata las arterias y aumenta la absorción de oxígeno. También manifiestan los investigadores que la práctica del sexo fortalece el sistema inmunológico, gracias a un aumento de los glóbulos blancos. La hormona que se segrega durante el orgasmo, la dehidroepiandrosterona actúa, como antidepresivo y hasta tendría efectos antitumorales.

Actividad social alegre y constructiva. Intentar ser feliz: mantener relaciones sociales agradables y desarrollar aficiones y habilidades que nos aseguren una buena capacidad mental. La risa y el buen humor son una fuente constante de endorfinas, que secundariamente aumentan la sensación de bienestar. Una postura positiva ante la vida es la mejor protección que nos puede permitir vivir muchos años. Todo esto se puede lograr con sentido del humor, cordialidad y optimismo.

Actividad intelectual continuada: las personas que han utilizado a lo largo de su vida una actividad mental regular, a través de la lectura, la escritura u otras actividades intelectuales, tienen menos riesgo de padecer enfermedades como el Alzheimer y llegan a la vejez con una mayor capacidad cognitiva.

Liberarse del estrés. Saber desconectar: es importantísimo e imprescindible el control del estrés. A éste se le considera uno de los principales desencadenantes de las enfermedades cardiovasculares, metabólicas, dermatológicas y psicológicas. El estrés crónico aumenta el consumo de oxígeno provocando el deterioro celular. Disfrutar de la vida, como puede ser un masaje o un baño caliente al finalizar la jornada. El ejercicio físico y los métodos de relajación o de respiración controlan el estrés. Los investigadores han encontrado en los estudios de ancianos que el único patrón diferenciador entre los centenarios en buen estado de salud y los menores de noventa años con los que se compararon es la capacidad de los primeros para controlar bien el estrés.

Eliminar sustancias tóxicas, como el tabaco: aparte de cáncer, el humo del tabaco contiene gran cantidad de productos químicos tóxicos. La nicotina en la sangre impide el óptimo riego de las células, disminuyendo la capacidad del organismo de superar el estrés oxidativo. Otra sustancia presente en el humo del tabaco, el monóxido de carbono, impide la oxigenación correcta de todos los órganos del organismo y, sobre todo, aumenta el esfuerzo que tiene que realizar el corazón para bombear la sangre. Todo esto determina en los fumadores, aparte del ya comentado riesgo de procesos cancerosos, la mayor frecuencia de enfermedades coronarias, hipertensión y arritmias y la irritación permanente de todo el tracto respiratorio.

Alcohol, sí, pero poco, y mejor, vino tinto: en dosis bajas de entre 20 y 30 gramos al día es beneficioso. El vino tinto es una excelente fuente de polifenoles y antioxidantes que actúan como factores antienvejecimiento aparte de actuar como vasodilatador con su consiguiente efecto beneficioso sobre el corazón. Por el contrario, un abuso del alcohol acelera el envejecimiento, al aumentar la oxidación de las células, al producir alteraciones importantes a nivel del hígado y un desarrollo más rápido de la esclerosis arterial. Los biólogos han descubierto un tipo de productos químicos que creen pueden prolongar la vida de los seres humanos. Se trata de una sustancia natural conocida como resveratrol, que se encuentra en el vino tinto, sobre todo en las uvas que crece en climas fríos. Este descubrimiento explicaría en cierto modo la llamada paradoja francesa: el hecho de que los franceses a pesar de consumir gran cantidad de alimentos grasos tienen una esperanza de vida alta y que podría estar en relación con su costumbre de beber vino tinto. El resveratrol imitaría el efecto de las dietas bajas en calorías, que parece aumentan la longevidad de los animales de laboratorio y parece que también de los seres humanos. De todas formas no hay unanimidad entre los científicos sobre aconsejar o no beber vino tinto.

La terapia del cáncer no está limitada por la edad

En contra de lo que se pensaba, la edad no debe de ser una variable determinante para el acceso a los tratamientos oncológicos. Sí lo son el estado general del anciano y el de la propia enfermedad. Una selección adecuada garantiza el éxito de las terapias de los ancianos con cáncer, grupo de población en el que cada año aumenta la incidencia de esta patología. La edad también conlleva un comportamiento diferente de los tumores, los linfomas en los ancianos evolucionan de forma más agresiva, por el contrario el de próstata, en general, actúa de forma más indolente que en personas jóvenes. El cáncer aumenta con la edad, fundamentalmente a partir de los sesenta años. Un 60% de los nuevos casos de esta patología se producen en personas con más de 65 años y un 30% en los mayores de setenta. Los tumores más frecuentes en los varones son los de próstata, colon-recto, vejiga y estómago. Los expertos concluyen en que no tienen por qué existir limitaciones en los tratamientos por razón de la edad y una adecuada selección de los pacientes permite realizar un tratamiento tan activo como en una persona joven.

Consejos de salud para envejecer bien

  • Alimentación moderada e hipocalórica.
  • Dieta mediterránea: verduras, frutas, pescado y cereales integrales.
  • Ingesta regular de agua.
  • Eliminar sustancias tóxicas como el tabaco.
  • Ejercicio físico diario, sin excesos.
  • Dormir alrededor de ocho horas, ni más ni menos.
  • Actividad social alegre y constructiva. Sentido del humor, cordialidad y optimismo.
  • Actividad intelectual continuada.
  • Disponer de una asistencia sanitaria eficaz y eficiente.