Se trata de una herida, un desgarro en el canal anal que profundiza hasta el esfínter anal interno y que está en relación con un traumatismo o repetición de los mismos, durante la defecación. Es mas frecuente en personas con problemas de estreñimiento: heces caprinas (heces centimétricas que son difíciles de evacuar, llamadas así por parecerse a la de las cabras), pero puede aparecer después de una importante diarrea.
Afecta a ambos sexos por igual, generalmente en la edad media, aunque también se ve en niños.
La localización más frecuente de las fisuras anales son las de pared posterior (región anal más cercana a la espalda). Puede evolucionar a la cronicidad (más de 6-8 semanas). Si hay múltiples fisuras, dolorosas y en varias localizaciones, se tendrá que descartar otras patologías asociadas.
El principal síntoma de la fisura de anal es el dolor y la rectorragia. Sangre roja con la deposición, en el papel, al limpiarse. A veces puede gotear a la taza. El paciente experimenta un intenso dolor en el momento de la deposición. Nota como una herida, un rasgado. Pero lo que mas caracteriza a esta patología es que la molestia es todavía mayor si cabe después de la deposición. El dolor puede mantenerse muy intenso durante horas. Por ejemplo, si realiza la deposición por la mañana, puede tener intenso dolor hasta la hora de comer. Una vez que pasa, el paciente se encuentra razonablemente bien hasta la siguiente deposición.
¿Por qué duele tanto una fisura?
La fisura es una herida en el borde del ano que profundiza hasta el esfínter anal interno. Al quedar expuesto al roce con las heces éste se contrae. Se agarrota. Como no se relaja en el momento de la deposición, el paciente tiene que realizar importantes esfuerzos para conseguir expulsar las heces. Como el ano no se abre suficientemente, se vuelve a rasgar en el mismo sitio y volvemos al inicio del ciclo. Es decir, se produce un círculo vicioso. Además, como el paciente tiene miedo a realizar la deposición, se estriñe más todavía.
Es una contractura muscular en el ano. Muy típico de la clínica de las fisuras es que evolucionan por temporadas. El paciente cuenta que ha pasado unas semanas con un dolor insoportable, después mejora un tiempo (aunque nunca queda perfecto) y un día, después de un brote agudo de estreñimiento recae. Pasa otras semanas con intenso dolor. Son muy recidivantes. Cuando esto ocurre, suele verse en la parte mas externa de la fisura un pliegue de piel o marisco cutáneo que recibe el nombre de “hemorroide centinela“. No es propiamente una hemorroide sino la propia cicatriz crónica de la fisura.
¿Cómo se trata?
El tratamiento consiste en dos medidas: tratar el estreñimiento que ha causado la fisura y tratar la propia fisura. Para el estreñimiento hay que realizar ejercicio diario (30-40 minutos de andar), hay que aumentar la ingestión de verdura y fruta, así como asegurar un mínimo de 1,5 litros de agua al día si no hay ninguna otra patología que lo contraindique, el uso de laxantes puede ser necesario ocasionalmente.
Por otro lado, para tratar la fisura usaremos distintos tipos de pomadas que nuestro médico nos recomendará (nitratos, diltiazem…). Si con estas medidas no hubiera mejoría se procedería a valorar un tratamiento quirúrgico como última medida.