Si su doctor le ha diagnosticado hallux valgus, seguramente ya sabe que padece los “juanetes” de toda la vida porque, con mucha probabilidad, los haya visto en sus padres o abuelos. Y es que los juanetes son altamente hereditarios, ya que su aparición depende en gran medida de la morfología del pie y la forma de caminar.
¿Qué es el hallux valgus?
Se trata de una desviación del eje del dedo gordo hacia el centro del pie. Es decir, el dedo gordo se aproxima al resto de los dedos y pierde su capacidad de separarse de ellos.
El “pie egipcio”, aquél en el que el dedo gordo es más largo y el resto sigue un tamaño decreciente, es el más propenso a presentar esta incongruencia en la primera articulación metatarsofalángica.
Esta alteración de la correcta alineación articular implica un desequilibrio biomecánico y, en consecuencia, un deterioro progresivo de la articulación.
¿Qué lo provoca?
Como hemos dicho anteriormente, son muchos los factores que pueden causar la aparición del hallux valgus que, por otro lado, afecta mayoritariamente a las mujeres.
Los factores principales son:
• Factor genético. Heredamos la forma de nuestro pie e incluso, la manera de caminar. En este caso, el “juanete” aparece a edades más tempranas.
• Uso de calzado inapropiado. Un calzado demasiado estrecho, acabado en punta, corto o con tacón alto favorecerá la aparición de deformidades en nuestros pies.
Otras causas:
• Laxitud ligamentaria. Unos ligamentos demasiado elongados pueden provocar la “caída” de los arcos que sustentan la planta del pie dando lugar a un pie plano, el cual también es más propenso a desarrollar un hallux valgus.
• Desequilibrios musculares que puede alterar la biomecánica de la marcha.
• Deformidades óseas o en otras articulaciones.
• Enfermedades articulares de tipo inflamatorio.
Síntomas
• Desviación progresiva del dedo gordo hacia el resto de los dedos, llegando incluso a superponerse el primero sobre el segundo.
• Abultamiento (“bunion”) en la cara interna del pie que aparece como consecuencia de los cambios que se producen en la estructura del hueso.
• Ruidos articulares (crujidos) al mover el dedo.
• Enrojecimiento por la inflamación de los tejidos blandos que rodean la articulación.
• Dolor lacerante que suele incrementarse al caminar o permanecer de pie durante largos periodos de tiempo.
• Disminución de la movilidad del dedo gordo (sobre todo al intentar separarlo del resto de los dedos).
• En ocasiones, cuando la deformidad es grande, aparecen callosidades en las zonas de mayor presión.
Tratamiento
Será el traumatólogo quien decidirá si la CIRUGÍA es la mejor opción para corregir la deformidad.
Hasta entonces, el TRATAMIENTO FISIOTERÁPICO es la elección primordial y tendrá como objetivos aliviar el dolor, mejorar la función y evitar, en la medida de lo posible, la progresión de la deformidad. El fisioterapeuta puede aplicar técnicas de electroterapia, termoterapia, terapia manual, de corrección postural y de la marcha, así como ejercicios específicos para activar la musculatura deficitaria del pie.
También puede resultar de ayuda el TRATAMIENTO ORTOPÉDICO. El uso de unas plantillas personalizadas puede servir para modificar la distribución de cargas, mejorando la estática y la biomecánica de la marcha. De la misma forma, los separadores de dedos fabricados en silicona ayudan a evitar el roce de los dedos amontonados. Sin embargo, las órtesis correctoras no parecen ser de gran utilidad cuando la deformidad ya está instaurada.
Recomendaciones
Es importante conocer el problema para evitar que se agrave y aprender a actuar sobre el dolor reduciendo en lo posible el consumo de analgésicos y antiinflamarios.
Respecto al CALZADO:
• Usar calzado de horma recta y ancha, que no comprima los dedos y que les permita moverse. También ha de proporcionar espacio suficiente para evitar un roce o presión excesiva en el abultamiento (“bunion”). Esto no significa comprarse un zapato grande. La talla ha de ser la apropiada.
• Ha de tener un contrafuerte que dé estabilidad al talón, para evitar la caída del arco plantar (pie plano).
• No usar zapatos de tacón.
• Elegir zapatos fabricados con tejido suave y sin costuras.
Autocuidados
En nuestro domicilio, para aliviar el dolor, podemos:
• Aplicar compresas de hielo o poner el pie en agua fría durante aproximadamente 10 minutos, varias veces al día.
• Realizar un suave masaje en la articulación para favorecer su drenaje y aliviar la inflamación causante del dolor.
• Masajear el espacio entre el primer y segundo metatarsianos.
• Movilizar el dedo gordo en flexión y extensión (arriba y abajo).
• Realizar una tracción del dedo gordo, como si quisiéramos “alargarlo”, y a la vez aplicamos un movimiento corrector hacia la separación del resto de los dedos.
• Intentar separar el dedo gordo del resto de los dedos, para fortalecer la musculatura más débil.
En resumen, debemos saber que hasta llegar al tratamiento quirúrgico, que se aplica cuando la deformidad o el dolor provocan limitación funcional, existen múltiples opciones y técnicas para aliviar las molestias de nuestros pies.