La apnea del sueño


Dra. Elena Urrestarazu, Dra Beatriz Martín-Bujanda

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Las apneas del sueño son pausas de la respiración de 10 segundos o más (pueden durar más de un minuto) que se producen durante el sueño. La detención de la respiración, especialmente si es prolongada, suele acompañarse de una reducción de la saturación de oxígeno en sangre. Aunque con frecuencia se asocian al ronquido no todo roncador tiene apneas. Todos podemos tener alguna apnea mientras estamos dormidos y no se considera anormal si son menos de 5- 10 por hora de sueño y no se acompañan de desaturaciones de oxígeno. Las comidas copiosas o la ingesta de bebidas alcohólicas y sedantes antes de acostarse favorecen las pausas respiratorias.

En la mayor parte de los pacientes las apneas se producen por una obstrucción completa (apneas) o parcial (hipopneas) de las vías aéreas superiores, por lo que las denominamos apneas obstructivas. Pueden ocurrir en cualquier fase del sueño, aunque es frecuente que la disminución de la saturación de oxígeno sea más marcada en fase REM. Otro factor que puede agravar este tipo de apneas es el dormir boca arriba. Aunque las apneas obstructivas son las más frecuentes, en ocasiones las apneas se producen por la ausencia de esfuerzo respiratorio y se denominan apneas centrales. Estas últimas se producen generalmente en el contexto de enfermedades neurológicas.

Síndrome de apneas obstructivas del sueño (SAOS)

El síndrome de apneas obstructivas del sueño es una patología frecuente. Aunque el paciente típico es un varón obeso de 40-60 años y roncador habitual, este problema afecta tanto a mujeres como a varones de todas las edades y constituciones físicas, e incluso a niños. Se estima que el 2% de las mujeres, el 4% de los varones y el 1-3% de los niños lo sufren. El exceso de peso, el aumento de partes blandas a nivel faríngeo (adenoides, amígdalas, úvula, etc), la presencia de obstrucción nasal, o una circunferencia del cuello grande predisponen a sufrir apneas obstructivas. Pueden ser también secundarias a anormalidades craneofaciales o a enfermedades endocrinológicas como el hipotiroidismo o la acromegalia.

Síntomas

El SAOS produce tanto síntomas nocturnos como diurnos. Los problemas nocturnos más frecuentes son el ronquido y los despertares, en ocasiones con sensación de atragantamiento. Los problemas diurnos son también frecuentes, y pueden ser la causa de la consulta al médico. Incluyen típicamente la somnolencia, el cansancio y la cefalea matutina. En casos severos el paciente puede llegar a dormirse conduciendo; de hecho, se ha demostrado que los pacientes con SAOS tienen más accidentes de tráfico que el resto de la población. Un cambio de carácter, la depresión, la pérdida de memoria y una disminución del rendimiento profesional también pueden deberse al SAOS. Además, a la hora de decidir el tratamiento de este problema hay que tener en cuenta que cuando se hace crónico puede producir complicaciones cardiovasculares como la hipertensión arterial, el ictus o el infarto agudo de miocardio.

Los niños con apneas suelen tener un ronquido muy llamativo, agudo y fuerte. Durante el sueño los padres pueden observar las apneas y notar que los movimientos de la caja torácica y abdomen son irregulares. Son niños que presentan movimientos corporales frecuentes, sudoración nocturna y duermen con el cuello en hiperextensión. Al día siguiente, al igual que los adultos, suelen quejarse de hipersomnia y a veces de cefalea. De manera característica en niños, el SAOS puede manifestarse como trastornos del comportamiento, hiperactividad y dificultades de aprendizaje.

Diagnóstico

El diagnóstico se sospecha por la clínica y por la constitución de la persona. Para confirmarlo se pueden realizar distintos estudios de sueño. El más completo es la polisomnografía, que nos permite detectar las apneas e identificar las situaciones que las agravan, y además nos permite diagnosticar otros trastornos del sueño que pueden producir síntomas similares. Esta prueba se suele realizar en el hospital, en habitaciones especialmente preparadas para ello, colocando al paciente una serie de sensores. Si no se dispone de polisomnografía, la poligrafía y en menor medida la pusioximetría pueden servir como estudios de despistaje. El principal beneficio de estos estudios es que al ser menos complejos se pueden realizar a domicilio, facilitando su disponibilidad. Sus principales inconvenientes son que no se puede diferenciar si el paciente está despierto o dormido con lo que el número de apneas por hora de sueño puede ser infraestimado si la persona ha dormido mal, y que no sirven para el diagnóstico de otras alteraciones del sueño.

Tratamiento

El objetivo a la hora del tratamiento no es únicamente evitar los síntomas nocturnos y diurnos sino también evitar las complicaciones a largo plazo. El tratamiento a corto plazo más eficaz es la CPAP. Consiste en un aparato sencillo y manejable que envía aire ambiental a una presión determinada a través de un tubo hasta una mascarilla que se ajusta a la nariz, o en ocasiones a nariz y boca, venciendo así el cierre de la vía respiratoria y evitando las pausas respiratorias. Existen diversas mascarillas de diferentes formas y tamaños para adecuarse a las necesidades. Habitualmente se tolera bien, aunque pueden surgir pequeños problemas como sequedad, congestión nasal, dolor de cabeza, frío, daño de la piel sobre la que se apoya la mascarilla, etc., que se han de intentar resolver a través de un contacto adecuado con el médico responsable y la empresa suministradora. La CPAP «inteligente» o auto-CPAP genera una presión que se adapta según va detectando apneas; su coste es mayor y su uso no está aún muy extendido. Algunos pacientes toleran mejor otro tipo de sistemas que crean dos niveles de presión en cada respiración (llamados Bi-PAP). Este tratamiento no cura la enfermedad, sólo evita las consecuencias, por ello lo mejor a largo plazo es tratar la causa. En la mayoría de los casos el SAOS se relaciona con el sobrepeso y la obesidad, por lo que la pérdida de peso puede mejorar el problema e incluso corregirlo del todo. En casos seleccionados también se puede realizar cirugía para disminuir las partes blandas (uvulofaringoplastia, septoplastia, adeno-amigdalectomía en niños etc.) o para modificar las partes óseas (avance mandibular). En general, esta cirugía no resuelve los problemas de apneas del sueño muy severas, sino que estaría indicada en apneas leves o moderadas. Si la causa son anomalías craneofaciales se deben corregir quirúrgicamente.

En resumen, las apneas del sueño son un problema frecuente con importante repercusión sobre la calidad de vida y la salud. La mayor parte de los casos se deben a exceso de peso o a problemas otorrinolaringológicos. Existen tratamientos eficaces que deben ser individualizados.