La comunicación: nuestro GPS bio-cultural para adaptarnos a los nichos sociales


Fermín Goñi Sáez. Psicólogo Clínico. Director Científico de Fundación Argibide

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Una de las características más diferenciales de nuestra especie consiste en la extraordinaria capacidad comunicativa que poseemos; función que posibilita la adaptación exitosa a los diferentes nichos sociales.

Capacidad bio-cultural

Esta capacidad -que permite a los seres humanos generar escenarios interpersonales de alta complejidad informativa- presenta un desarrollo bio-cultural en el que ambos factores juegan un papel capital: son necesarias unas condiciones neurobiológicas determinadas para posibilitar el desarrollo de la capacidad comunicativa (cognición social, funciones ejecutivas, mentalización…), al tiempo que no resulta posible desarrollar la comunicación interpersonal al margen de un nicho socio-cultural de interacción humana (crianza, actividades cooperativas, simbolización, intencionalidad compartida, etc.).

La comunicación exitosa

Constituye un proceso tan natural como complejo: requiere que el sujeto sea capaz de comprender el significado de la información multisensorial, lingüística, social y afectiva que de forma dinámica se presenta en el escenario comunicativo con modificaciones constantes en intervalos muy breves de tiempo.
En la comunicación discursiva -el grado de mayor competencia comunicativa-, se activan elementos particularmente importantes que incluyen la toma de turnos (capacidad de reconocer oportunidades para iniciar, interrumpir y mantener el flujo de la conversación), el mantenimiento del tema (permanecer en el tema de comunicación hasta que la otra persona indique que está ocurriendo un cambio) y la toma de perspectiva (capacidad de comprender la perspectiva de los demás). También emergen múltiples características de la comunicación no verbal que contribuyen a una comunicación significativa y exitosa: algunas son la proximidad (capacidad de mantener una distancia adecuada y orientada hacia la otra persona), el lenguaje corporal (que puede influir profundamente en el significado del mensaje) y el afecto (las señales afectivas se consideran una parte integral de la competencia conversacional).

Neurodesarrollo y comunicación

Si bien el neurodesarrollo de la capacidad comunicativa no responde a un único e inflexible itinerario biológico, las alteraciones o déficits en la comunicación identificadas en las primeras etapas del desarrollo y que generan dificultades significativas en la adaptación social (problemas en la interacción recíproca, en la atención conjunta, en la comprensión de las intenciones ajenas, en el uso flexible de la comunicación verbal, etc.) requieren una exploración y valoración clínica por parte de profesionales de las áreas de pediatría, neuro-pediatría, psicología clínica y psiquiatría. La repercusión funcional de la comunicación se revela con significativa evidencia cuando existe algún déficit, trastorno o dificultad en su desarrollo, competencia y/o uso; como sucede –por ejemplo- en el neurodesarrollo atípico que se manifiesta a nivel clínico en el trastorno del espectro autista.