Una de las consecuencias más temidas por los pacientes en relación con la cirugía de próstata es la repercusión sobre la erección. Hay que diferenciar las dos patologías más comunes en la próstata: la hiperplasia benigna y el cáncer de próstata.
Ambas entidades son totalmente diferentes:
• La hiperplasia es un proceso benigno asociado al envejecimiento.
Se produce un crecimiento de la parte interna de la próstata lo que origina una obstrucción a la salida de la orina con consecuencias como: dificultad para iniciar la micción, chorro fino o necesidad de levantarse varias veces por la noche a orinar.
• En cambio, el cáncer de próstata es una enfermedad que no produce síntomas generalmente, asienta en la parte externa o periférica de la glándula y es un proceso tumoral por lo que precisa de un tratamiento específico radical según el resultado de la biopsia de próstata.
Próstata y erección
Para entender la repercusión de la cirugía de próstata en la erección es necesario conocer la anatomía de los nervios erectores: los nervios pasan a ambos laterales de la próstata en su trayecto hacia el pene. Hay que diferenciar entre los tipos de cirugía que se realizan según el proceso sea benigno o maligno: en la cirugía de la hiperplasia benigna de próstata no se elimina toda la próstata sino solo la parte agrandada responsable de la obstrucción de la salida de la orina mientras que en la cirugía del cáncer de próstata, se extrae toda la próstata al completo, por lo que la probabilidad de causar daño a los nervios erectores es mucho más alta.
En la cirugía benigna de la próstata, la lesión de los nervios erectores es mucho menos probable (alrededor de un 5%) pudiendo suceder por perforación de la cápsula prostática o debido a la transmisión de calor o electricidad de los instrumentos utilizados.
La cirugía del cáncer de próstata o prostatectomía radical extrae por completo toda la próstata. Se intenta siempre que las condiciones clínicas del paciente lo permitan, preservar los nervios erectores mediante una disección fina pero en muchas ocasiones es complicado. En los últimos años la tasa de disfunción eréctil es menor debido a los avances tecnológicos que permiten realizar un cirugía laparoscópica o robótica respetando al máximo los tejidos.
Disfunción eréctil postoperatoria
A pesar de estos avances y dependiendo de la técnica quirúrgica, puede haber entre un 60-80% de disfunción eréctil postoperatoria.
Un punto clave tras la cirugía por cáncer de próstata es iniciar un programa de rehabilitación que puede durar varios meses para evitar la disfunción eréctil. Estos ejercicios se suelen complementar con un tratamiento farmacológico diario de un potenciador de la erección.
A partir de los 12-18 meses tras la cirugía radical de próstata, si no se ha objetivado una mejora de la erección, se puede valorar un tratamiento mediante inyecciones intracavernosas de prostaglandina que producen una erección sin estímulo sexual.
En los casos de fracasos de todos los tratamientos previos, la única opción es la colocación de una prótesis de pene con unos buenos resultados.