Son indudables los avances que se han realizado en los últimos años en el campo de la estética dental. Cada vez se dispone de más tipos de tratamiento para mejorar el color y el aspecto de las piezas dentales, al tiempo que se ha progresado enormemente en la reconstrucción de los dientes, tanto mediante prótesis removibles como a través de implantes dentales.
Sin embargo, da la impresión de que a veces se concede mayor importancia a los aspectos puramente ornamentales, sin considerar que detrás de ellos existe una vertiente mecánica y funcional que es tanto o más primordial.
Por ejemplo, hay personas que piensan que un blanqueamiento o la colocación de unas carillas dentales parecen más necesarios para mejorar su sonrisa que reponer los molares perdidos. Como estos últimos no se ven, puede deducirse que no afectan a dicha sonrisa. Pero lo cierto es que la desaparición de cualquier pieza dental, y no solo las anteriores, resulta mucho más decisiva a la hora de determinar el envejecimiento del rostro, la pérdida de la naturalidad y, en definitiva, del deterioro de la sonrisa.
Con ello no quiero minusvalorar el papel de las intervenciones meramente ‘estéticas’, sino resaltar el hecho de que un tratamiento riguroso de estética dental precisa tener en cuenta la situación de la estructura ósea del paciente y del estado funcional de sus dientes.
Porque, en realidad, lo que introduce un cambio radical y provoca la vejez prematura es la pérdida de los dientes. Cuando desaparece una pieza, comienza a atrofiarse la masa ósea que lo sustenta. El hueso alveolar maxilar y mandibular que aloja el diente existe para soportar las cargas de la masticación y los músculos que rodean la boca. Al detenerse su función, tanto este como los tejidos blandos se deterioran rápidamente por la falta de riego sanguíneo y la destrucción de células y fibras elásticas.
Influencia de la pérdida de hueso en el envejecimiento prematuro
La situación afecta a la configuración ósea del rostro en su totalidad y da lugar a cambios y deformaciones de los rasgos faciales. Tal como podemos observar en el envejecimiento natural, se pierde el contorno labial y los propios labios se hunden. Cae la distancia entre la barbilla y la nariz y se genera un pseudoprognatismo, ya que la mandíbula rota para buscar la estabilidad que antes le aportaba la dentadura. Al mismo tiempo, aparecen con rapidez las arrugas, sobre todo en la parte superior (el efecto ‘código de barras) y crece la parte blanda de la barbilla por acumulación de grasa submental (el llamado ‘papo’).
Poco a poco, esta evolución provocada por la merma del hueso se traslada al conjunto de las facciones, y nos encontramos con personas que aparentan mucha más edad de la que tienen.
La buena noticia es que es posible revertir este proceso mediante diferentes técnicas que, como he indicado al comienzo, van más allá de un simple ‘retoque externo’ de la sonrisa.
La primera medida para recuperar la armonía del propio rostro de acuerdo con la edad estriba en restaurar las piezas dentales perdidas mediante soluciones implantosoportadas. Está bien demostrado que las prótesis removibles, que pueden ser una solución mecánica a corto plazo, a largo plazo también contribuyen a la desaparición del hueso, ya que no revitalizan la zona afectada.
Por el contrario, los tratamientos de implantes dentales incluyen a menudo un proceso previo de regeneración ósea para devolver a la masa ósea sus facultades funcionales. Y, con posterioridad, el propio implante, al comportarse como una pieza natural, permite que la estructura no se degrade y sostenga adecuadamente tanto dientes como músculos y tejidos blandos.
Tratamientos de cirugía plástica facial
Tras la restitución de las piezas y, por tanto, de las propiedades mecánicas de la boca, cabe abordar diversos tratamientos de cirugía plástica facial que ayudarán a tonificar y devolver la firmeza. Entre ellos, se puede recurrir al lifting facial (estiramiento de la piel), el lipofilling facial (aportación de grasa para dar volumen), la eliminación de la papada, el aumento de labios, el rejuvenecimiento facial, o intervenciones focalizadas en los párpados, la nariz o las orejas.
Cualquiera de estas intervenciones forma parte de un protocolo de estética facial que aplicamos en Clínica Bustillo para los tratamientos complejos de implantes, en los que la gran pérdida de piezas dentales ha tenido graves efectos sobre la estética del rostro.
A través del diagnóstico digital y la planificación digital de la cirugía se determina qué tratamientos son los más oportunos para que el paciente recupere simultáneamente la funcionalidad y la armonía de su cara, que se reflejará en su sonrisa más auténtica.