La retina: una ventana a nuestro cerebro


Marta Ciprés Alastuey, Lorena Arias Campo, María José Vicente Altabas, Manuel Omedas Bonafonte y Teresa Ciprés Alastuey

Print Friendly, PDF & Email
El aragonés Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1906, fue el primer científico moderno que apreció que la retina constituye un verdadero centro nervioso. Ramón y Cajal realizó un arduo trabajo sobre la histología del sistema nervioso y las neuronas.  Con su trabajo nos descubrió la retina como un claro ejemplo arquitectónico de células nerviosas especializadas. La información visual viaja desde la retina hasta el cerebro.

La retina tiene su origen embriológico en el tubo neural igual que el resto del sistema nervioso central, podría decirse, por tanto,  que es una parte del encéfalo y que consta de los mismos componentes (además de las células especializadas en captar la información visual que son los fotoreceptores)

La retina tiene una estructura muy compleja y está formada por 10 capas, contiene distintos tipos de células algunas de las cuales pueden ser consideradas neuronas, un tipo de estas células son las ganglionares que se unen y forman el nervio óptico que podría considerarse el cable que conecta nuestro ojo con nuestro cerebro. El nervio óptico lleva toda la información visual a los centros visuales superiores que se encuentran en el cerebro.

Cuando realizamos un fondo de ojo vemos la retina. Podemos afirmar que la retina es la única parte del cerebro que vemos sin necesidad de realizar ninguna prueba complementaria (como un escáner o una resonancia). Cuando nos asomamos para ver la retina haciendo un fondo de ojo estamos asomándonos a nuestro cerebro.

Numerosas enfermedades neurológicas tienen manifestaciones en el fondo de ojo. Cualquier causa que provoque un aumento de la presión intracraneal se va a manifestar con un papiledema que es una inflamación del nervio óptico y que podremos ver en el fondo de ojo.

Además  las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, la Esclerosis Múltiple o el Alzehimer tienen manifestaciones retinianas, lo que genera en algunos casos disfunción visual (como por ejemplo disminución de la sensibilidad al contraste, dificultad para ver los colores o distintas alteraciones en el campo visual).

Cada una de estas enfermedades tiene unas características concretas y las alteraciones que producen se traducen de manera distinta en la retina. Realizando una tomografía de coherencia óptica que es una prueba sencilla, rápida, cómoda y totalmente inocua para el paciente (no utiliza ningún tipo de radiación) podemos realizar un análisis de las distintas capas de la retina y ver de que manera afectan estas enfermedades neurodegenerativas a la retina de estos pacientes.

Esto tiene implicaciones importantes ya que podría utilizarse para diagnosticar de manera temprana estas enfermedades, realizar el seguimiento de las mismas o  monitorizar la respuesta al tratamiento.

AUTORES

Marta Ciprés Alastuey. FEA Oftalmología. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa

Lorena Arias Campo. FEA Oftalmología. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa

María José Vicente Altabas. FEA Oftalmología. Hospital Miguel Servet

Manuel Omedas Bonafonte. Técnico de Imagen para el Diagnóstico. Centro de Imagen para el Diagnóstico Dr. Gómez Pereda

Teresa Ciprés Alastuey. Enfermera. Hospital Miguel Servet