Lactancia materna


Ana Lostao Villamayor y Leyre Osés Ayúcar . Matronas Complejo hospitalario B

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Cuando una mujer está contemplando la opción de dar de mamar al hijo que espera, es natural que albergue dudas y preocupaciones.

La organización mundial de la salud recomienda que los niños sean amamantados durante los seis primeros meses de vida con lactancia materna exclusiva, sin darle ningún otro alimento o bebida. A partir de los seis meses se recomienda seguir amamantando e ir introduciendo paulatinamente otros alimentos.

La lactancia no es un esfuerzo y mucho menos un sacrificio que la mujer hace por el bien de su hijo, sino una parte de su propia vida, de su ciclo sexual y reproductivo. Un derecho que nadie le puede arrebatar.

¿Por qué es tan importante la lactancia natural?

Para el bebé, la leche materna es única en composición y temperatura. El bebé la asimila mas fácilmente que los preparados de leche artificial y cuenta con unas condiciones higiénicas óptimas.

Es rica en anticuerpos (inmunoglobulinas) que le ayudarán en la prevención de enfermedades y estimula el propio desarrollo inmunológico del bebé.

Disminuye la incidencia de enfermedades tales como obesidad, hipertensión, colesterol, diabetes, arterioesclerosis, muerte súbita del lactante, alergias, cánceres infantiles…

Favorece el desarrollo cognitivo del bebé y facilita el vínculo afectivo con su madre.

Para la madre, supone una mejor recuperación postparto. Al amamantar aumenta la contracción uterina y el útero vuelve más rápido a su lugar y tamaño original. AL recuperarse el útero más rápido, disminuye el sangrado y mejora la anemia.

Dar el pecho ayuda a bajar de peso más fácilmente, sobre todo si mantenemos la lactancia varios meses.

Las mujeres permanecen más tiempo sin reglas, lo que produce un ahorro de hierro y un espaciamiento de los embarazos, necesario para la buena recuperación materna.

Disminuye el riesgo de cáncer de mama, cáncer de ovario, artritis, diabetes, enfermedad coronaria, fracturas espinales y de cadera…

Produce bienestar emocional: favorece la unión afectiva con el bebé.

Menos depresión posparto, las hormonas que intervienen en el amamantamiento ejercen de tranquilizante natural, llenando a la madre de un sentimiento de calma y bienestar.

Al dar el pecho se ahorra tiempo y dinero.

¿Cómo es la anatomía de la mama?

El pecho está formado por glándulas y tejido graso. El número de glándulas es el mismo en todas las mujeres por eso el tamaño del pecho no tiene nada que ver con la capacidad de producir leche, desde las glándulas hasta el pezón pasa la leche a través de los conductos galactóforos que, al llegar a la areola forman unos pequeños senos donde se almacena la leche antes de salir.

¿Cómo se produce la leche?

La hipófisis es una glándula del cerebro que fabrica Oxitocina y Prolactina. Es la expulsión de la placenta lo que pone en marcha el proceso. Si el niño mama mucho, habrá mucha prolactina y mucha leche, si mama poco habrá poca leche. Es como si al succionar el bebé diera la orden al cerebro de que tiene que fabricar mas leche. El principal efecto de la Oxitocina es la contracción de las fibras musculares, en este caso de la mama, para favorecer la salida de la leche. Puede que los nervios de una madre primeriza no favorezcan el amamantamiento pero la humanidad ha vivido guerras, hambre…, épocas difíciles, y ha seguido lactando y alimentando a sus bebés, no son los nervios y las preocupaciones los que hacen que se vaya la leche sino la introducción de los biberones. Si le damos a nuestro hijo un biberón porque no se sacia nuestro cerebro no recibe la orden de seguir fabricando leche y cada nuevo biberón será un estímulo menos, así se suspenderá la lactancia de forma paulatina, muchas veces sin ser el deseo de las madres.

Digamos que la succión del bebé es el estímulo de la producción de leche, incluso una madre de gemelos fabrica leche para dos bebés porque el estímulo también es doble.

¿Cuál es la composición de la leche?

La cantidad de grasa en la leche aumenta a lo largo de la toma. Al comenzar la toma, la leche es aguada y rica en lactosa, pero a medida que el bebé succiona aparece una leche más grasa, más cremosa, con más calorías y que le llena más. Podemos ofrecerle al final el otro pecho y la siguiente toma empezaremos retomando el segundo.

¿Qué tipos de leche hay?

El estómago del bebé sigue madurando incluso después del parto, al nacimiento su capacidad es muy limitada. Por eso la mama adapta la composición de la leche a cada momento de vida del bebé.

El primer tipo de leche se denomina Calostro. El calostro es fluido, amarillento, espeso y de escaso volumen. Tiene elevado contenido en inmunoglobulinas (defensas), encimas que favorecen la digestión y factores de crecimiento que ayudan a la maduración del sistema digestivo del bebé recién nacido y por esto se le llama “la primera vacuna”. También estimula el intestino por su efecto laxante y favorece la expulsión del meconio (las primeras heces). Tiene una duración variable, unos tres días posparto.

La leche de transición tiene una composición intermedia entre el calostro y la leche madura. La leche madura: Se compone principalmente de agua (90%) y el resto (10%) está compuesto de hidratos de carbono, proteínas y grasas. Éstos dan energía al bebé, protección contra infecciones y le ayudarán a crecer.

¿Cómo se debe dar el pecho?

Debemos empezar tras el parto, cuanto antes mejor para ambos. No se trata de alimentar al bebé que ahora no lo necesita, sino de darle la bienvenida; calmar el estrés que le ha supuesto el parto, aprovechar que su instinto de succión es muy vigoroso y que suele estar muy despierto y receptivo en las primeras horas. Se ha demostrado que las madres que dan de mamar tras el parto y con tomas frecuentes, tienen menos problemas con la lactancia y la mantienen durante más tiempo.

No es necesario lavarse el pecho ni antes ni después de las tomas.

Se debe dar el pecho a demanda, es decir cuando el bebé quiera. Nos debemos olvidar de los relojes. Los bebés no tienen una alarma interna que los despierta cada tres horas, no hacen todas las tomas iguales.

El niño exprime el pecho desde los senos galactóforos donde se almacena la leche. Así que debe tener dentro de la boca el pezón y la mayor parte de areola posible. Los labios estarán evertidos (hacia fuera).

Debemos acercar el niño al pecho y no el pecho al niño, enfrentar la tripita del bebe con la de la mamá, el pezón quedará a la altura de la nariz, la cabecita del bebe quedará apoyada en el antebrazo, y la mano de la madre en su espalda. Los bebes nacen con el reflejo de búsqueda, el roce del pezón alrededor de la boca provoca que la abran moviendo la cabeza hacia los lados y cuando al fin se deciden y la abren por completo, es el momento de ayudarle acercándole hacia el pecho para que quede bien metido en la boca.

Cambiar de posición de vez en cuando nos ayudará a vaciar bien algunas partes de la mama que son mas tendentes a retener la leche.

Los bebés sanos no necesitan biberones ni chupetes. Pueden confundir al bebé durante las primeras semanas ya que su lengua, boca y mandíbula se mueven de distinta forma cuando succiona del pecho que cuando chupa de la tetina. Es conveniente esperar al menos un mes y medio en caso de utilizarlos.

¿Cómo saber si está tomando lo suficiente?

Nos tranquilizará saber que si los primeros días mancha uno o dos pañales de heces y seis u ocho de pis, está tomando la cantidad suficiente. El bebé mama unas 8 veces al día. Tendrá un aspecto saludable, buen color, estará alerta, activo, y responderá bien a los sonidos, luces y caricias.

¿Qué alimentación debe seguir la madre?

No hay alimentos prohibidos en la lactancia. Lo más recomendable es llevar una dieta variada, sana, equilibrada y beber abundantes líquidos, unos 2-2,5 litros al día.