¡Me duelen los pies! ¿Será una fascitis plantar?


Blanca Puntes Felipe y Diego Pueyo Gascón. Médicos especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, CS Actur Norte. Ana Huertas Harguindey. MIR Medicina Familiar y Comunitaria, Unidad Docente AFyC Sector Zaragoza 1, CS La Jota. Marta Domínguez García. Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, CS Arrabal .Inés Cortés Carbonel. MIR Medicina Familiar y Comunitaria, Unidad Docente AFyC Sector Zaragoza 1, CS Actur Oeste. Daniel Ferrer Sorolla. Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, CS Calaceite

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La fascitis plantar es la causa más frecuente de dolor en los talones y corresponde al 15-20% de las consultas sobre dolencias en el pie en atención primaria. Se produce por la inflamación de la fascia plantar, un recubrimiento fibroso que se extiende desde el hueso calcáneo en cinco bandas hacia las cinco articulaciones metatarsofalángicas, soportando el arco del pie cuando estamos en bipedestación.

Su causa no está clara, si son conocidos los factores de riesgo predisponentes a sufrirla:
• Edad entre 40 y 60 años.
• Bipedestación prolongada.
• Deportistas, especialmente en corredores de largas distancias.
• Morfología del pie y alteraciones anatómicas (pie cavo o pie plano).
• Aumento de peso: Sobrepeso, obesidad, embarazadas.
• Uso de calzado inadecuado (suela dura).

¿Cómo duele?

El dolor aparece en la región plantar del talón tras un periodo prolongado de reposo, especialmente con los primeros pasos de la mañana. El dolor puede extenderse por el borde interno del pie. También puede aparecer con la bipedestación prolongada y con algunos movimientos como la extensión de los dedos del pie.
Cuando se está con el pie en descanso, la fascia plantar y el tendón de Aquiles se encuentran relajados. Al apoyar el pie en el suelo, se tensionan y deben soportar todo el peso del cuerpo, apareciendo el dolor.
En la exploración física aparece dolor a la palpación de la inserción proximal de la fascia plantar. Así mismo, al doblar el primer dedo del pie hacia arriba mientras palpamos la fascia plantar o mientas se está de pie, la aparición de dolor es diagnóstico de fascitis plantar, si bien su ausencia no lo descarta.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se realiza con la historia clínica y la exploración física sin necesidad de más pruebas. Es fundamental que se realice de forma precoz para iniciar un tratamiento eficaz. La radiografía del pie puede servir para descartar otras patologías, si empeoran los síntomas o no hay mejoría. Es frecuente hallar un espolón calcáneo (calcificación de la inserción de la fascia en el hueso calcáneo). Su aparición es consecuencia de la fascitis y no la causa del dolor.
El tratamiento inicial se basa en reposo relativo (evitando la sobrecarga prolongada); uso de un calzado adecuado blando, mullido y con forma anatómica; la toma de antiinflamatorios, en caso de dolor agudo; y la pérdida de peso, en caso de sobrepeso.
Existen férulas de descarga nocturna (ortesis plantares) y se puede realizar estudio de la marcha para uso de plantillas que mejoren el apoyo.
Otra medida fundamental para prevenir o mejorar esta problema es la realización de ejercicios de estiramiento de la fascia plantar y del tendón de Aquiles, para destensarlos. Tras realizarlos se puede aplicar frío local, ya que pueden producir algo de dolor.
• Frente a una pared, colocar la pierna lesionada completamente estirada y con el talón apoyado, en línea detrás de la sana, e inclinarse hacia delante solo doblando la pierna sana hacia la pared, durante 15 segundos. (Figura 1)
• Frente a una pared, colocar la pierna lesionada con la rodilla extendida y la parte anterior del pie apoyado contra la pared. Inclinarse hacia delante para empinar los dedos de los pies. (Figura 2)
• Apoyar en el borde de un escalón únicamente con punta del pie (si es posible apoyar solo los dedos de los pies) y realizar movimiento de ascenso (“de puntillas”) y descenso del talón lo más posible, con las rodillas en extensión y manteniendo cada posición durante 20 segundos. (Figura 3)
• Sentados, hacer rodar con la planta del pie en diferentes direcciones un botellín congelado de agua o una pelota de tenis.
Si no hay mejoría se puede recurrir a la infiltración con corticoides, a las ondas de choque, y en último lugar a la cirugía, tras ser valorados por traumatología.
Es importante recordar que, aunque en ocasiones es un proceso largo, su evolución es favorable en la mayoría de los casos, con la resolución del cuadro en aproximadamente 10 meses. El tratamiento inicial debe realizarse por su médico de familia y solo ante una mala evolución mantenida pese a un tratamiento conservador adecuado, se debe derivar a Traumatología.

¡Paciencia, buen calzado y a estirar!