Miedo al miedo: cuando el cerebro entra en pánico


Fermín Goñi Sáez. Psicólogo Clínico. Director Científico de Fundación Argibide

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La emoción del miedo porta en los seres humanos una funcionalidad adaptativa que facilita el aprendizaje de nuevas respuestas -rápidas y eficientes- que nos permiten sobrevivir ante situaciones de peligro. Sin embargo, el miedo puede manifestarse de forma excesiva como sucede en su presentación psicopatológica más característica: el ataque de pánico.

Miedo desadaptativo

Cuando la respuesta del miedo presenta unas condiciones extremas y casi súbitas de temor intenso acompañado de activación fisiológica muy elevada (v. gr., taquicardia, temblores, sensación de mareo, etc.), sentimientos altamente negativos y catastrofistas (miedo a la muerte) y una sensación muy vívida de pérdida de control (miedo a volverse loco) estamos ante el cuadro clínico denominado ataque de pánico (o crisis de ansiedad).
La experiencia subjetiva es interpretada -en ocasiones- de forma tan negativa que la persona puede manifestar lo que se denomina miedo al miedo: vivir con elevada ansiedad anticipadora la posibilidad de volver a experimentar los síntomas del pánico.

Trastorno de pánico

Las dos clasificaciones diagnósticas oficiales de los trastornos mentales en sus últimas revisiones (CIE-11 y DSM-5) describen el trastorno de pánico de forma muy similar.
Los aspectos más significativos son:
1. Presencia de ataques de pánico inesperados y recurrentes que no se limitan a estímulos o situaciones particulares y concretas (como sucede en las fobias);
2. La persona expresa una preocupación persistente por la recurrencia y/o la relevancia de los ataques de pánico (lo que hemos llamado miedo al miedo); y
3. Se llevan a cabo conductas destinadas a evitar la repetición de los ataques (que impiden el aprendizaje de conductas más adaptativas) que provocan al ser mantenidas en el tiempo un deterioro significativo de la funcionalidad en las áreas vitales (familiar, social, educativa/laboral, etc.).

Tratamiento psicoterapéutico

La terapia psicológica para intervenir en el trastorno de pánico tiene como objetivo fundamental “romper” esa red del miedo que genera en la persona una experiencia mantenida de ansiedad anticipatoria que impide un afrontamiento adaptativo. Para tal fin, la intervención aborda principalmente los siguientes puntos:
1. Mediante el aprendizaje de técnicas de control de la activación (respiración diafragmática y relajación muscular), proporciona herramientas de relajación para que la persona pueda reducir de forma autónoma los niveles de ansiedad.
2. La exposición -controlada y guiada por el clínico- a los síntomas de ansiedad temidos (v. gr., taquicardia, sensación de ahogo…) permite generar un aprendizaje adaptativo -no evitar las sensaciones- que reduce la intensidad del miedo al miedo.
3. Se trabaja con el paciente los sesgos cognitivos (interpretación catastrófica de los síntomas corporales) para identificar su carácter hipotético y no atribuirles así una certeza indiscutible (me voy a morir, voy a volverme loco).
4. Por último, se propone y trabaja un afrontamiento más pro-activo en las situaciones de la vida cotidiana (reuniones familiares, actividad deportiva, vida social) con el fin de modificar la conducta evitativa que se había instaurado ante el miedo a experimentar un ataque de pánico.