Nutrición en personas mayores


María Montero García. MIR Geriatría Hospital Nuestra Señora de Gracia, Zaragoza.

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A medida que las personas envejecen, su organismo experimenta cambios en varias funciones, especialmente en las sensoriales, como el gusto y el olfato, lo que puede llevar a alteraciones en su alimentación. Además, factores como la reducción de la sed, la menor ingesta de alimentos y las condiciones emocionales pueden desencadenar problemas nutricionales, como deshidratación o malnutrición, aumentando el riesgo de diversas enfermedades.

Con la edad aumenta el umbral de los receptores sensoriales, es decir, cada vez necesitamos dosis más altas para saborear u oler. Esto hace que los adultos mayores tengan la necesidad de añadir mayor cantidad de sal a las comidas, o consumir mayor cantidad de azúcar y alimentos dulces. Con las consecuencias que estos conllevan.

La sensación de sed también disminuye y muchas veces se olvidan de beber agua esto hace que los pacientes ancianos sean más propensos a la deshidratación sobre todo en verano. Es importante una buena ingesta hídrica diaria en el anciano (Entre 1.5 y 2 litros al día).

Además, los pacientes ancianos suelen reducir la ingesta de alimentos por diferentes causas, económicas, fisiológicas, patológicas lo que les lleva a un estado de malnutrición.

Otras condiciones como la apatía, sensación de soledad, depresión… también hace que sigan una dieta más pobre.

El sobrepeso en edades avanzadas produce numerosos problemas de movilidad, así como enfermedades como la diabetes, enfermedades cardiovasculares etc.

La pérdida de piezas dentarias interfiere en la capacidad masticatoria y en la elección de alimentos.

Algunas recomendaciones

  • Se recomienda mantener un estilo de vida saludable y Dieta Mediterránea como patrón alimentario, dieta en cantidad óptima de energía para pacientes con normopeso, o baja en calorías en caso de sobrepeso u obesidad.
  • La ingesta de alimentos con fibra mejora la motilidad intestinal y ayuda a regular el estreñimiento. Por ejemplo, verduras y hortalizas.
  • El aceite de oliva virgen extra es la principal grasa contemplada en la dieta mediterránea.
  • La fruta aporta pocas calorías, pero grandes cantidades de agua lo que favorece una adecuada hidratación.
  • La ingesta de pescado y marisco supone una fuente de proteínas, minerales y ácidos grasos poliinsaturados.
  • Los frutos secos son una importante fuente de energía y además tienen efecto cardioprotector.
  • Los huevos son beneficiosos por su alto nivel en proteínas y ácidos grasos beneficiosos.
  • Los lácteos son una fuente de calcio, vitaminas y proteínas.
  • Las legumbres son una fuente de energía, fibra y proteínas vegetal.
  • Se recomiendan las carnes blancas o magras evitando las carnes rojas que tienen mayor riesgo cardiovascular.
  • En caso de dificultad para masticar o deglutir se pueden ingerir los mismos alimentos, pero licuados en forma de puré para no dejar de ingerirlos.

La motivación de las personas mayores es fundamental para que estos adopten medidas en su estilo dietético. Este grupo de población tiene un especial riesgo para presentar alteraciones nutricionales por lo que es fundamental que se dejen asesorar por el personal médico, individualizando en cada caso las necesidades nutricionales de cada persona.

AUTORA:

María Montero García. MIR Geriatría Hospital Nuestra Señora de Gracia, Zaragoza.