Aunque el embarazo, parto y lactancia son procesos esencialmente femeninos, el papel del padre es muy importante como figura de apoyo y protección y constituye una figura esencial en el apego con el bebé. El padre puede y debe implicarse en los procesos de embarazo, parto y lactancia que suponen importantes cambios físicos y emocionales para la mujer, brindándoles apoyo y respeto en sus decisiones y protección frente a las agresiones e interferencias del entorno. Para ello es importante instruir a los niños desde pequeños para que cuando sean mayores puedan apoyar a su pareja en estos importantes momentos.
Frente a un modelo idealizado de “mitificación de la maternidad”, de idealización de la maternidad y de los lazos entre la madre y los hijos surge, actualmente, un modelo alternativo en torno a la parentalidad que prescribe una mayor presencia de los padres y su participación equilibrada en el cuidado de los hijos. Se trata de dar una nueva dimensión a la paternidad, incorporando al padre a las tareas de crianza y educación que habitualmente sólo realizaba la madre.
La corresponsabilidad real y efectiva entre todas las partes permitirá avanzar hacia un modelo de vida más igualitario en el que se garantice el desarrollo personal, familiar y social de todos y todas. La maternidad y paternidad compartida representa un avance importante, proporciona la oportunidad de unas relaciones más igualitarias y nuevos modelos de socialización en la educación de los hijos e hijas.
Situación actual
El concepto de padre a través de la historia ha ido evolucionando paralelamente al de familia constituyendo un concepto de maternidad y de paternidad dinámico diferente en función de la época y sociedad que observemos.
De este modo, antes del padre existía el cabeza o jefe, fundador de una tribu o un clan. Después vendrá el hombre que pueda tener hijos con una mujer. Nace el concepto de padre y de aquí el de familia.
Desde el punto de vista de la paternidad, la relación o vínculo de apego con el padre, figura importante para el normal desarrollo evolutivo de todo hijo, no se ha conceptualizado en términos de importancia tanto como lo ha sido para el caso de la relación madre-hijo.
El hombre actual está construyendo el concepto de “nuevo padre” en parte por voluntad propia y en parte por las presiones socioculturales que le rodean; así se esperaría de un padre:
-Que se aleje lo más posible de la imagen de un padre autoritario.
-Que no tenga una actitud directriz, ni directamente dominante (siendo el niño el que muchas veces «dirija» el desarrollo).
-Que a veces anteponga los «derechos» del niño a sus propios deseos (para evitarle sufrimientos o traumas en su desarrollo).
-Que sea «amigo» de su hijo, borrando las diferencias generacionales.
-Que delegue precozmente en otros técnicos parte de la educación del niño (y no en las experiencias de sus mayores, abuelos, ni de sí mismos como padres).
La mujer, por otra parte, tiene sus propias expectativas sobre sí misma y sobre su pareja en el papel de padre, que normalmente no coinciden del todo.
Ya durante el mismo proceso de acceder a la maternidad o la paternidad las diferencias entre ambos sexos se ponen de manifiesto en todos los niveles de esta transición evolutiva, de forma que, tanto en el plano individual como en el relacional, varones y mujeres caminan a ritmos distintos y experimentan procesos de cambio y continuidad significativamente diferentes.
La participación de los hombres en el seguimiento del embarazo, parto y puerperio es algo opcional. Los varones suelen ser menos críticos con la relación marital, la vida doméstica, la satisfacción de la pareja o la crianza de los hijos. En general las mujeres suelen asumir estos aspectos por lo que ellos tienden a adaptarse a ellas aportando pocos problemas a estas cuestiones.
El interés por alcanzar la igualdad y equidad entre hombres y mujeres ha dado lugar a un desequilibrio origen de conflictos psicológicos individuales y en la pareja.
Aunque generalmente los hombres manifiestan menos ansiedad que las mujeres, si ahondásemos un poco descubriríamos que el papel de padres les lleva a un nivel de angustia y ansiedad muchas veces oculto.
La lactancia materna al recién nacido y es que, la lactancia natural, algo tan exclusivamente maternal, se puede ver influenciada por el rol de padre. Se ve perjudicada por padres que opinan que estropea los senos femeninos y que interfiere con el sexo. También el apoyo de los padres a asumir las tereas domésticas contribuye significativamente a su mantenimiento, ya que los altos niveles de responsabilidad en el trabajo del hogar y cuidado infantil son importantes indicios del cese de la lactancia.
En las sociedades occidentales actuales un buen padre será aquel que se implique activamente en la crianza de su hijo asumiendo una función afectiva y normativa, favoreciendo su proceso de autonomía y ayudándole en la adquisición de una identidad discriminada.
Conclusiones
La paternidad ha dejado de ser algo prescrito y ha tomado el difícil, pero seguro camino, de pensarse y vivirse por encima de modelos ideales, por encima de esquemas o ideas. Existe hoy una mayor conciencia de la trascendencia de la paternidad y por eso pasa a ser una responsabilidad en la que se pone todo el destino personal. Una nueva conciencia de las funciones del padre, una nueva conciencia de la masculinidad, crea nuevas necesidades, imprime metas, motivaciones, alimenta vivencias y pone los destinos de los hijos y de los mismos padres bajo contextos más liberadores.
Una vinculación precoz beneficia al futuro hijo antes del nacimiento y tras éste le ayudará a desarrollar su personalidad, autoestima e identidad sexual.
El padre debe acompañar a la madre durante todo el embarazo, proporcionándole tranquilidad y amor. Compartir activamente con su pareja la entrada al mundo de su hijo, si se está preparado para ello, y ser capaz de buscar la autonomía y máximo desarrollo de ese niño, creando un clima de armonía, seguridad, amor en la triada madre-hijo-padre.
La figura del padre es muy importante, por eso se debe de implicar tempranamente en el embarazo ya que esto enriquece su relación de pareja favoreciendo el intercambio de inquietudes, dudas y la búsqueda de soluciones.
Un futuro padre equilibrado, informado y bien asesorado sobre los cambios que se van a producir en su vida y en la de su pareja, puede socorrer adecuadamente a la madre con mayor vulnerabilidad emocional en el período perinatal.