¿Qué hay que saber sobre el virus del papiloma humano?


Susana García Domínguez, Marta Bona Otal y Raquel Bravo Andrés. Especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Picarral

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El virus del papiloma humano genital (VPH) es el virus de trasmisión sexual más común. Algunos estudios realizados en Europa y Norteamérica demuestran que cerca de la mitad de los hombres y mujeres sexualmente activos contraerán la infección por VPH en algún momento de su vida.

Aunque recientemente la implantación de la vacuna en el calendario oficial lo ha puesto de actualidad, no se trata de un virus nuevo, sino que es conocido desde hace muchos años como también sus implicaciones en la salud de la población.
La enfermedad más relevante relacionada con la infección del VPH, por su gravedad, es el cáncer de cérvix o de cuello de útero. No obstante, existen otras patologías con una incidencia menor que se asocian a este virus, como son el cáncer vaginal y vulvar en mujeres, y el anal y orofaríngeo tanto en mujeres como en hombres.
También las verrugas genitales, de carácter benigno, se asocian a este virus y su presencia obliga a descartar otras enfermedades de trasmisión sexual (ETS), algunas tan graves como el VIH o la hepatitis B.
Hoy en día, no hay tratamiento antiviral que destruya el virus, el tratamiento es el de las lesiones que el virus produce.

El virus del papiloma humano y el cáncer de cuello de útero

La prevalencia de la infección genital por el VPH en la población española es una de las más bajas de Europa. También la incidencia del cáncer de cérvix en las mujeres españolas es una de las más bajas del mundo. En España se diagnostican 7,6 casos de cáncer de cérvix por 100.000 mujeres y año y la mayoría son mujeres menores de 45 años. Si se compara con otros tipos de cáncer, no es un número alto de casos.
Mundialmente la incidencia es mucho mayor, sobretodo en algunos países de Asia. Pero no se puede obviar, dado que afecta a mujeres jóvenes, que da lugar a una morbilidad y mortalidad innecesariamente prematuras y que además es sanitariamente evitable.
La infección por VPH es condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo de cáncer de cuello de útero. Otros factores de índole socioeconómico y de hábitos sexuales se han visto relacionados, como la promiscuidad de la mujer y la de sus parejas sexuales, así como el tabaquismo.
En la aparición de lesiones se contemplan cuatro fases fundamentales:
1) Infección por el VPH.
2) Persistencia de la infección.
3) Progresión hacia la lesión precancerosa.
4) Invasión local de dichas células.
Ninguna de las cuatro fases implica obligatoriamente que se vaya a pasar a la siguiente. La mayoría de las mujeres diagnosticadas de VPH eliminarán la infección de forma espontánea en los siguientes 24 meses, sin llegar a producir ninguna alteración celular. Del mismo modo, muchas de las lesiones llamadas precancerosas, se resolverán sin haber recibido tratamiento; y entre las que persistan, sólo un porcentaje acabarán desarrollando un cáncer. Es por ello que en muchos casos, la actitud del médico es únicamente de observación y seguimiento, el cual se realiza mediante las citologías en el centro de salud.

Nuevos avances y nuevas perspectivas

El diagnóstico precoz del cáncer de cérvix se hacía tradicionalmente por medio de la citología, que descarta que las células estén alteradas, aunque no la existencia del virus.
Actualmente, en la misma toma de muestra se incluye el cultivo del VPH de tal modo que, aunque no haya alteraciones celulares, conociendo la presencia del virus se adopta una actitud de vigilancia con un doble objetivo: hacer un seguimiento de la presencia del virus hasta su desaparición en la mayoría de los casos y captar las alteraciones precancerosas, si aparecieran, de la forma más precoz posible. Por ello, y por la larga latencia de la enfermedad potencial, si el cultivo del virus es negativo, el tiempo a trascurrir hasta repetir la prueba puede ser bastante amplio y más en la mujer de edad madura y con pareja estable.
El segundo aspecto que ha hecho cambiar el abordaje de la infección por VPH es la introducción de la vacuna en el calendario oficial de las comunidades autónomas. Ésta se administra a adolescentes, previamente al inicio de las relaciones sexuales. La inmunidad a largo plazo que proporciona la vacuna no está bien definida aunque es claro que protege a la mujer en los años en que tiene más posibilidades de infectarse. Con los datos existentes, se considera una vacuna con un perfil de seguridad similar a otras vacunas.
También existe un riesgo: vacunarse puede crear una falsa sensación de seguridad que dé lugar a una “relajación” de las medidas protectoras, como el uso del preservativo, lo cual conllevaría, paradójicamente, un repunte de los casos así como de otras ETS.
Todos los autores están de acuerdo en que la vacuna tampoco excluye la necesidad de realizar citologías ni en la mujer vacunada ni en la no vacunada.

El vph en los varones

Así como el abordaje de la infección por VPH en mujeres está protocolizado , no hay pautas claras en los varones. Esto merece una explicación: las lesiones del virus del papiloma, excluyendo las verrugas genitales, son predominantes en las mujeres, aunque también los varones se infectan y a menudo sin producir ningún síntoma ni lesión visible. En la trasmisión heterosexual, la infección femenina proviene del varón. A día de hoy, no son de uso habitual las pruebas que permitan detectar el virus en los varones de forma comparable a la citología en las mujeres, ni tampoco existen para ninguno de los dos sexos pruebas serológicas mediante análisis de sangre que confirmen la infección. Es decir, que hasta el momento, aunque se administra la vacuna y se realiza un diagnóstico y tratamiento precoz a las mujeres, no se está cortando de forma completa la cadena de trasmisión.
Un varón cuya pareja esté infectada por VPH no puede saber si está o no infectado y, para evitar el posible contagio a sus futuras parejas sexuales, debe utilizar métodos anticonceptivos de barrera (preservativo). Ésta es la razón por la que en algunos ámbitos médicos se plantea la posibilidad de vacunar en el futuro a ambos sexos. Sobre estos temas quedan líneas de debate e investigación abiertas.

La importancia de la salud sexual

El abordaje del VPH y los problemas de salud que de él se derivan, deben enmarcarse dentro de un contexto más amplio de la salud sexual y reproductiva. En línea con estos aspectos, serían actividades de promoción y educación para la salud: favorecer la comunicación familiar y en las relaciones escolares o las aspiraciones educativas y la correcta educación sexual. Estas medidas pueden suponer una forma efectiva de reducir los comportamientos sexuales de riesgo en poblaciones determinadas, adolescentes y jóvenes especialmente. La reducción de forma global en todos los colectivos de estas prácticas de riesgo, podría tener un importante beneficio en la salud, no solo por el VPH, sino por sus implicaciones en otro tipo de infecciones de transmisión sexual.