Durante la lactancia materna, sobre todo en madres primerizas, pueden aparecer numerosos obstáculos que a menudo, si no se identifican y se tratan, pueden derivar en un problema que impida el establecimiento de una lactancia materna duradera y sin dolor. Cuando hablamos de pezón blanco, a lo que nos referimos es a la aparición de bultos de pequeño tamaño, llamado perlas de lactancia, o bien cambios en la coloración de uno o ambos pezones durante la toma o incluso después de la toma que, junto a otros síntomas, hace que la lactancia sea difícil, dolorosa, incluso con riesgo de abandono.
Con respecto a las alteraciones que desencadenan la aparición de pezón blanco durante la lactancia, a continuación, dividimos en 2 las posibles causas que a su vez de subdividen en 4, en función del inicio del problema y síntomas que acompañan.
Las llamadas “perlas de lactancia” o “ampollas de lactancia”
La mama tiene alrededor de entre 15 y 20 conductos llamados galactófogos por donde la leche formada pasa hasta desembocar en pequeños orificios o conductillos en el pezón. Éstos por diferentes causas, se pueden obstruir produciendo un dolor progresivo muy agudo y permanente, como quemazón.
Causas de la obstrucción, características y soluciones:
Traumatismo del pezón
Aparece tras una tracción que el lactante mamando pueda ocasionar, bien al realizar un tirón del pezón o por apretar fuertemente mientras lacta.
Suele ser una ampolla como la cabeza de un alfiler, muy redonda, de color nácar o blanca, con bordes definidos, muy superficial y dolorosa cuando el bebé mama. Suele desaparecer de manera natural entre los 15 días y un mes. Pero dado el dolor que producen, existen remedios para su alivio y la desobstrucción de la perla.
• Aplicar calor húmedo en el pezón (puede ser aceite de oliva templado también) y con una aguja estéril levantar por el lateral la piel superficial y poner al bebé a mamar para que salga la leche retenida que suele ser un poco más densa.
• Masajear el pezón desde la base a la punta ejerciendo ligera de presión.
• Frotar el pezón con cuidado e intentar desobstruir la perla, después de la ducha con una toalla.
• Amamantar con el pecho colgando, es decir, dar el pecho de tal manera que la madre esté en cuadrupedia y el bebé tumbado boca arriba con una manta doblada en la espalda con la cabeza fuera de la manta y si es posible que la lengua coincida con la zona donde está la perla.
• Cuidar la alimentación puede ayudar. En algunas bibliografías recomiendan tomar lecitina durante unos días, dieta rica en vitamina C y D para mejorar el sistema inmunitario y abundante ingesta de líquidos. Por el contrario, evitar productos con cafeína, azucarados y elevados en grasas sobretodo saturadas.
Infección
Cuando por diversas razones, aumenta la concentración de bacterias en los conductos galactófogos se produce el llamado biofilm, es decir, la obstrucción de los conductos por aumento bacteriano. Cuando la obstrucción llega a los orificios del pezón, esas bacterias se unen a partículas de calcio formando las ampollas de leche.
En este caso suelen ser más grandes, con bordes irregulares, blancas o amarillentas y mucho más profundas que lo que se puede observar a simple vista.
El dolor suele ser más duradero, incluso después de amamantar. A veces se pueden observar zonas mamarias endurecidas a consecuencia de una mastitis atípica, siendo esta la causa principal de la aparición de las ampollas por infección.
• Dado que es un proceso infeccioso es importante no tocar la herida ya que suele empeorar.
• Vaciar las mamas aplicando calor, masaje y succión, aliviando la obstrucción y previniendo que empeore.
• El uso de probióticos orales es el principal tratamiento de elección para equilibrar la flora natural de la mama y así ayudar a desobstruir los conductos.
En el laboratorio se puede analizar la leche materna para determinar la bacteria causante de la infección. Este hecho es importante, ya que así se podrá recetar el antibiótico más ajustado a su infección.
Isquemia del pezón
La isquemia es la disminución de riego sanguíneo. Este hecho suele producir mucho dolor en el pezón y cambios del color a pálido, rojizo, incluso azul. En el caso de la lactancia se puede presentar por principalmente estos dos fenómenos:
Mal agarre del recién nacido
Cuando el recién nacido no realiza una succión correcta, por mala posición o frenillo lingual corto, la madre presenta mucho dolor en el pezón durante la toma, pero sobre todo tras la toma donde se observa el pezón deformado, como un pintalabios y de color pálido. Después vuelve a su coloración y forma normal. Suele aparecer las primeras semanas de vida del recién nacido.
El tratamiento consiste en modificar el agarre. La “postura biológica”, que es la que se considera más primitiva o mamífera, ayuda en los casos de mal agarre ya que, mediante el agarre espontáneo, el recién nacido que está colocado sobre el abdomen de la madre, trepa hasta llegar a la mama y espontáneamente se agarra, evitando que enganche mal el pezón. Aun así, es necesario acudir a la matrona o grupos de apoyo a la lactancia donde proporcionan todas las herramientas para el manejo del buen agarre.
En caso del frenillo corto, se puede amamantar con posturas que permitan agarrar más la parte de debajo de la aureola y derivar al pediatra para una frenotomía si así se desea.
Fenómeno o síndrome de Raynaud
Se define como una respuesta exagerada al frío o a emociones, produciendo espasmos vasculares y por tanto, reduciendo el flujo sanguíneo en las partes afectas, siendo en este caso los pezones.
Tras la toma se observa la punta del pezón blanca, que puede tornar a azulada y que tras el paso del tiempo o aplicación de calor se vuelve rojiza y finalmente a su coloración normal. Se acompaña de dolor intenso tipo quemazón y pinchazos.
Para el alivio de los síntomas se recomienda:
• Aplicar calor justo antes de la toma, tomar bebidas calientes (sin cafeína ni teína) durante la toma.
• Evitar el amamantamiento en zonas expuestas al frío.
• Si no fuese suficiente y el dolor persistiera, se puede administrar tratamiento farmacológico para aumentar el flujo sanguíneo periférico.
Es necesario tener en cuenta que como efecto secundario de una exposición al tabaquismo activa y pasiva, se puede desarrollar este síndrome.
En ambos casos, al descomprimir o aplicar calor en el pezón, aumenta el flujo sanguíneo produciendo una rojez y aumento de temperatura que a veces se siente hasta que quema.
Finalmente es necesario puntualizar que el miedo y el estrés producen un aumento de catecolaminas y noradrenalinas que producen una disminución del flujo sanguíneo en las arterias más pequeñas y, por consiguiente, empeoraría los cuadros anteriormente expuestos. Para ello, lo más correcto sería respirar profundamente antes, durante y después de la toma para no perder la calma y buscar todo apoyo posible de profesionales con buena formación en lactancia materna.