Poliomelitis


Jaione Fernández García. Enfermera de Pediatría del C.S. Ancín. Beatriz Furtado Eraso. Enfermera del Hospital García Orcoyen de Estella

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La poliomielitis, o comúnmente llamada polio, es una enfermedad altamente contagiosa ocasionada por el virus de la poliomielitis. La gran mayoría de las infecciones por poliovirus no producen síntomas, pero de 5 a 10 de cada 100 personas infectadas con este virus pueden presentar algunos síntomas similares a los de la gripe. En 1 de cada 200 casos el virus destruye partes del sistema nervioso, ocasionando la parálisis permanente en piernas o brazos.

Cómo se trasmite

La transmisión se produce más frecuentemente por la vía fecal oral. Usualmente ocurre debido al lavado de manos inadecuado o por el consumo de alimentos o agua contaminados. Las secreciones respiratorias también diseminan el poliovirus. Las personas infectadas con el virus pueden excretarlos en sus heces durante varias semanas. Los individuos son más contagiosos inmediatamente antes de que aparezcan los síntomas y poco tiempo después.

Diagnóstico diferencial

Existen muchas enfermedades infecciosas y no infecciosas que pueden producir parálisis, y por consiguiente ser confundidas con la poliomielitis, entre ellas están el síndrome de Guillaín-Barré, los golpes o traumas de los nervios de la columna vertebral o nervios principales, y los tumores de la columna vertebral.

Síntomas

Las infecciones por polio pueden mostrar síntomas en varios grados de severidad. En más del 95 % de los casos, la infección es asintomática, de modo que la enfermedad tiene en ellos un curso inaparente. Las otras tres categorías serán descritas más adelante.

La Poliomielitis abortiva
Un curso corto y leve de la enfermedad de aproximadamente 3 días con uno o más de los síntomas siguientes: Fiebre. Apetito disminuido. Náusea, vómito o ambos. Dolor de garganta. Malestar general. Estreñimiento. Dolor abdominal.

La Poliomielitis no paralítica
El niño puede sentirse mal durante un par de días, luego dar la sensación de mejoría y después volver a sentirse mal con los siguientes síntomas: Dolor de los músculos del cuello, el tronco, los brazos y las piernas. Rigidez del cuello y de la columna vertebral.

La Poliomielitis paralítica
Normalmente se inicia con fiebre, que ocurre de 5 a 7 días antes que otros síntomas. Después aparecen los siguientes síntomas: Debilidad generalizada en los músculos. Estreñimiento severo. Respiración debilitada.
Dificultad para tragar, babeo continuo. Parálisis de los músculos

¿Cómo se diagnostica?

Además de la exploración y la entrevista clínica, los procedimientos para diagnosticar la poliomielitis pueden incluir los siguientes exámenes: Cultivos de la garganta, orina y heces.
Prueba de los niveles de anticuerpos contra la poliomielitis. Punción lumbar.

Tratamiento

Aunque existe prevención contra la poliomielitis, no existe cura para los individuos infectados. El tratamiento es de apoyo, que significa que los síntomas pueden tratarse para mejorar la comodidad y recuperación del paciente. Incluyen: Tratamiento del dolor con analgésicos. Esfuerzo y ejercicio mínimo.
Aplicar calor para el dolor en los músculos.

Prevención

Higiene adecuada y lavarse bien las manos.
La inmunización contra el polio, administrada en el calendario vacunal de forma sistemática.

Complicaciones

La poliomielitis puede ocasionar parálisis permanente. Se han descrito casos de sujetos que se recuperaron completamente, pero de 15 a 40 años después desarrollaron el síndrome postpolio, en el cual se presentan nuevamente los dolores musculares, la debilidad de los miembros y nuevos episodios de parálisis. Se ha descrito que de 2 a 10 de cada 100 niños con poliomielitis paralítica mueren debido a que la parálisis afecta a los músculos que ayudan a respirar.