Los vectores son organismos vivos que transmiten patógenos, de una persona (o animal) infectada a otra, pudiendo ocasionar enfermedades graves en el ser humano.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades transmitidas por vectores constituyen enfermedades de gran relevancia socioeconómica a nivel mundial; siendo más frecuentes en zonas tropicales y subtropicales, así como en lugares con problemas de acceso al agua potable y al saneamiento.
Cada año más de mil millones de personas se infectan y más de un millón de personas
mueren debido a enfermedades transmitidas por vectores incluyendo malaria, dengue, zika, chikungunya, esquistosomiasis, leishmaniasis, enfermedad de chagas, fiebre amarilla, filariasis linfática y oncocercosis.
La más mortífera de todas ellas es el paludismo (o malaria), la cual causó a nivel global 445.000 muertes en 2016. En Aragón, en 2017, se notificaron 52 casos de paludismo importado (9 en la provincia de Huesca y 43 en la provincia de Zaragoza). No obstante, la enfermedad de este tipo con mayor crecimiento en el mundo es el dengue, cuya incidencia se ha multiplicado por 30 en los últimos 50 años. Dentro de este grupo se encuentran, así mismo, enfermedades que actualmente representan nuevos retos para la salud pública, como el virus del zika y del chikungunya.
Los viajes internacionales a zonas de tropicales y subtropicales, que aumentan cada año, conllevan ciertos riesgos sanitarios que dependen tanto del viajero como del tipo de viaje que va a realizar.
Enfermedades transmitidas por mosquitos
Uno de los riesgos más importantes son estas enfermedades transmitidas por vectores, entre los que destacan los mosquitos, y frente a las que hay que protegerse. Actualmente contamos con quimioprofilaxis para prevención de algunas de estas enfermedades como el paludismo y la fiebre amarilla, pero no de otras como el dengue, el zika o el chikungunya; siendo primordial la correcta protección frente a las picaduras de sus vectores.
El mosquito Anopheles hembra (vector del paludismo) pica del anochecer al amanecer, mientras que el mosquito Aedes (vector del dengue, zika, chikungunya y fiebre amarilla) lo hace del amanecer al anochecer. Por tanto, la protección contra picaduras debe realizarse a lo largo de todo el día.
Una de las medidas de protección frente a picaduras es el uso de ropa apropiada. Se recomienda uso de prendas de fibra natural y colores suaves, así como disminuir las áreas de piel expuestas utilizando camisas de manga larga, pantalones largos, calzado cerrado y sombreros. Meter los pantalones dentro de los calcetines también ayuda a reducir el riesgo. En la búsqueda de alojamiento para la estancia durante el viaje, importante la presencia de aire acondicionado, que reduce la probabilidad de picaduras de mosquito al disminuir la temperatura de la habitación. Y requisito indispensable es el uso de mosquitera durante el descanso nocturno, que pueden impregnarse de insecticida antes de acostarse. Es importante comprobar que ocluye bien todo el espacio de la cama y que no queden insectos atrapados en el interior. Y, por último, los repelentes de insectos. Los más adecuados son los que están compuestos de N,N dietilmetatoluamida (DEET) en concentraciones de entre el 20 y el 50%. Puede aplicarse directamente a la piel expuesta o primero aplicase sobre las manos y extenderlo sobre la piel, lavando bien las palmas de las manos tras la aplicación. Se debe evitar el contacto con mucosas y no deben ser rociados directamente en la cara o aplicados sobre párpados o labios. En general, los repelentes deben utilizarse en estricta conformidad con las instrucciones del fabricante, sin sobrepasar la dosificación, especialmente en los niños pequeños. Si se va a aplicar crema solar, la recomendación es aplicar el protector solar en primer lugar, y pasados 20 minutos, aplicar el repelente.
Viajar enriquece el alma, pero hay que hacerlo de manera segura.