Son muchos los años que han pasado desde la colocación del primer implante dental. Hemos evolucionado junto a los avances científicos en implantología oral de una manera vanguardista. Hemos sido los primeros en realizar técnicas reconstructivas en cirugía maxilofacial que han permitido recuperar el hueso perdido de una forma sencilla y predecible. Intentamos trasmitir toda la experiencia acumulada realizando cursos de formación para profesionales desde hace más de una década, pero lo que más nos preocupa en la actualidad es intentar trasmitir la importancia de mantener la calidad de los tratamientos, junto con unos resultados adaptados a las necesidades estéticas y funcionales de nuestros pacientes.
Es decir, tenemos que ser capaces de diagnosticar sin error y tratar sin complicaciones, consiguiendo éxitos duraderos que aporten calidad de vida. Pero no todo vale y es en estos momentos en los que debemos aportar la experiencia de tantos años, analizando lo que hemos aprendido y cambiado.
La investigación sobre el hueso y los diferentes tipos de encía, han demostrado las diferencias existentes entre los tejidos que rodean a los dientes y los que lo hacen alrededor de los implantes dentales. Hoy sabemos que el hueso sobre el que colocamos implantes, es un hueso cicatricial y con menos vascularización que el hueso antiguo que rodeaba nuestros dientes. Del mismo modo el colágeno que forma la encía alrededor de los implantes es muy diferente a la de los dientes, teniendo como característica una mayor vulnerabilidad a las agresiones mecánicas y biológicas (infección, tabaco, higiene y fuerza masticatoria). Conociendo estas diferencias, se han diseñado nuevos hombros de implantes y mejorado sus superficies para conseguir más estabilidad a largo plazo. Hoy sabemos que no todos los implantes son iguales y que tan solo unas pocas marcas pueden llegar a cierto nivel de calidad, para poder conseguir un resultado estético y estable; no podemos utilizar cualquier implante y pretender los mismos resultados. El paciente tiene derecho a conocer qué tipo de implante dental se le coloca y por qué, ya que implica resultado y costes.
Hoy podemos diagnosticar mejor
Por otro lado, desde hace casi una década, utilizamos los conceptos de implante inmediato (colocar a la vez que se extrae el diente), carga inmediata (colocar el diente a la vez que el implante) y cirugía guiada por ordenador (colocar el implante y el diente planificado previamente con unas férulas diseñadas por un software) de una forma prudente ya que son técnicas en las que hay que asumir un índice de complicaciones mayores, aumentando los costes de una forma significativa. Hoy sabemos que estas técnicas pueden ser utilizadas con sistemas robóticos de navegación externa y que el diseño de los dientes puede realizarse de forma más precisa mediante software de estética facial y dental. Hoy podemos diseñar la sonrisa, la punta nasal, la forma de los labios en relación a los dientes, es decir podemos diagnosticar mejor en menos tiempo. También podemos seleccionar aquellas zonas de hueso más apropiadas para colocar los implantes y que el tratamiento sea más estable a largo plazo. Ninguna de estas técnicas es imprescindible para un tratamiento correcto, ni sustituyen la necesidad de un injerto de hueso, simplemente permite realizar el mismo tratamiento en menos tiempo.
Por otro lado, asistimos a una “moda publicitaria” en la que cualquier centro es especialista en “algo”, me gustaría compartir con el lector el ejemplo del “plasma sanguíneo” y las conocidas plaquetas. Como saben, es una técnica sencilla de realizar en la que después de extraer sangre al paciente, esta se centrifuga separando la parte plasmática del resto, usando esta fracción para diferentes técnicas regenerativas. En nuestro centro usamos esta técnica desde finales de los años 90, sabemos que no es imprescindible para el éxito de la reconstrucción, como así lo afirman decenas de artículos científicos de las diferentes revistas especializadas nacionales e internacionales, pero si ayuda en la rapidez de la cicatrización y facilita enormemente el manejo de injerto óseos particulados. Hoy se utiliza en otras especialidades como, traumatología, oftalmología, dermatología con diferentes éxitos, pero tristemente hemos asistido a un uso indiscriminado como relleno estético facial e incluso como “crece-pelo”. Hoy sabemos y el paciente debe conocer que las diferentes técnicas denominadas popularmente como “factores plaquetarios” son técnicas de bajo coste y con un soporte científico débil, salvo las protocolizadas por la investigación biomédica en el campo de la cirugía oral y maxilofacial y la traumatología. Hoy sabemos que el plasma nos permite trabajar mejor, pero no es determinante para el éxito.
Para terminar, decir que lo conocido hoy sobre los implantes que no conocíamos antes, se basa en un diagnostico más exacto (imprescindible un escáner previo), un conocimiento más científico de la encía y del hueso, una corrección de los factores de riesgo para disminuir el índice de fracasos, técnicas sencillas de injertos óseos para conseguir una estética facial y dental deseada por el paciente, así como materiales de última generación para poder realizar tratamientos muy cortos y precisos. También, hoy conocemos la necesidad de conocer las diferentes opciones, para poder decidir con criterio; recuerden que el caso es un “éxito” si se satisfacen las expectativas del paciente, con el tratamiento más eficiente en un entorno ético.