La disfagia se define como la alteración o dificultad en el proceso de la deglución y se constituye como uno de los principales síndromes geriátricos por su alta prevalencia.
En diferentes estudios se muestra una prevalencia entre el 28% y el 73% tras un accidente cerebrovascular, hasta del 84% en el caso de las demencias y del 52% en enfermos de Parkinson.
Esta afectación nos conduce a dos tipos de complicaciones:
• Las que se deben a una disminución de la eficacia de la deglución, que pueden ocasionar deshidratación y desnutrición por un deficiente aporte de nutrientes y líquidos.
• Las relacionadas con una disminución de la seguridad de la deglución, que pueden llevar a atragantamiento o aspiración.
Estas alteraciones empeoran el pronóstico, interfieren en la recuperación funcional y provocan un impacto negativo en la calidad de vida de nuestros mayores y de sus cuidadores.
En el ámbito de las instituciones sociosanitarias, el deterioro de la deglución y la malnutrición son problemas que pueden prevenirse, diagnosticarse y tratarse puesto que cuentan con personal sanitario cualificado y entrenado para llevar a cabo estas labores, que son fundamentales para el bienestar y seguridad del anciano.
Además, resulta fundamental la responsabilidad como educadoras, tanto del paciente como de la familia, respecto a las opciones de los cuidados para el tratamiento en la disfagia. Ya que una vez dado de alta, tendremos que dar las directrices correctas para una adecuada y segura alimentación en el paciente anciano con disfagia:
• El paciente deberá de estar despierto y preferiblemente sentado.
• Si tiene que comer en la cama, elevar el cabecero 90º y mantener a la persona en esta posición 30-60 minutos después de las comidas.
• No comer en momentos de cansancio o malestar. Programando las comidas en los momentos en que la persona está más descansada.
• Mantener un ambiente agradable, con buena iluminación y tranquilo durante la alimentación.
• Postura durante las comidas: sentada, espalda apoyada y recta con la cabeza alineada. Cabeza flexionada hacia el pecho, si no se consigue mantener esta postura, ayúdese de un cojín.
• La persona que va a dar de comer al paciente debe estar colocada a la altura de sus ojos, o justo por debajo de ellos.
• Alimentos a evitar: alimentos pegajosos (miel, chocolate) y con doble textura (caldo y fideos), fibrosos (espárragos, piña), frutas o verduras con pepitas (uvas, fresas, etc.), que produzcan sialorrea (caramelos), que se fragmenten con facilidad o que desprendan agua o zumo al morderse.
• Triturar los alimentos con una sola textura suave y homogénea.
• La adición de ácido cítrico mejora los reflejos deglutorios, por lo que puede ser recomendable añadir jugo de limón en las comidas.
• Modificar la densidad de los líquidos con espesantes.
• Evitar las pajitas y utilizar cucharas antes que jeringas.
• Administrando pequeñas cantidades cada vez, procurando que el paciente no hable mientras coma, evitando que se acumulen alimentos, y asegurándose de que la boca esté vacía antes de administrar una nueva cucharada de alimento. Si aparece tos, hay que detener la alimentación.
• Se pueden emplear aguas gelificadas, evitar gelatinas de supermercado, pues éstas se convierten en líquido en la boca.
Es necesario avisar, si a pesar de las medidas recomendadas a continuación, se objetivan síntomas de alarma:
• Presencia de tos durante, o tras la comida, y cambio de voz.
• Salivación excesiva, la presencia de resto de alimentos en la boca tras la deglución, o la necesidad de tragar varias veces.
Para finalizar, creemos que es necesario que se realice una valoración geriátrica integral a los ancianos con alteración de la deglución y poder recibir un asesoramiento nutricional adecuado e individualizado por parte de un equipo interdisciplinar cualificado tanto a los ancianos como a sus cuidadores.
AUTORES
Ana María Sangüesa Lacruz. Amaia Ramón Martín. Enfermeras Internas Residentes de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Ana Mateo Abad. Enfermera especialista en Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Dra. Carmen Oquendo Marmaneu, Dr. Miguel Sánchez Ortiz, Dr. Alberto López Las Heras, Dra. Andrea Candela Molla. Médicos Internos Residentes de Geriatría. Hospital San José de Teruel.
Dra. Marta González Eizaguirre. Facultativo especialista de Geriatría. Hospital San José de Teruel