Relación entre un problema en la lectoescritura con la visión y audición


María J. Izquierdo

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Vivimos en una sociedad de gran competitividad y avance tecnológico, por lo que la demanda visual es mucho más alta que hace 20 años. Las horas de colegio son más o menos las mismas, pero tenemos que añadir las horas que pasan delante del ordenador, televisión, juegos interactivos y deberes ¿Nuestro sistema visual esta preparado para soportar todas estas demandas visuales?

La ruta visual es la que más demanda oxigeno al cerebro, eso no es algo nuevo, pero ¿qué ocurre cuando las exigencias son mayores de lo que podemos dar? El sistema se bloquea y deja de rendir. Pongamos un ejemplo, un niño de 8 años con problemas de lectura, el cual tiene que leer constantemente tanto en un libro como en la pizarra durante al menos 6 horas al día. A este niño le cuesta leer tres veces más que a otro niño lo que le supone más tiempo, una mayor fatiga visual, más relecturas y una gran frustración. Los deberes en casa se ven también incrementados en tiempo, lo cual provoca conflictos familiares ya que no hace la tarea correctamente y los padres no entienden por qué le cuesta tanto. ¿Será porque es un VAGO y no quiere hacer las tareas? O ¿Puede ser que no SEPA o no pueda hacerlas MEJOR?

Investigar las causas

Este artículo pretende llamar la atención de todos los educadores, padres o profesionales de la educación para que tengan en cuenta otros factores que pueden estar provocando que un niño no lea, escriba o rinda adecuadamente. Lo primero que se debería hacer es investigar la razón o las causas por las cuales ese niño no puede seguir el ritmo normal de la clase.

En el CEO (Centro de Especialización Optométrica) vemos más de 120 niños a la semana con problemas de aprendizaje, bien sea de lectura, escritura o comprensión. Son niños que, a pesar de haber “entrenado” la lectura todos los días, todavía no son eficaces. Si no mejoran con las técnicas habituales del colegio, nos deberíamos preguntar entonces ¿Por qué este niño no puede leer mejor? Uno de los síntomas o signos visuales más habituales que nos encontramos es una mala habilidad para mover los ojos a lo largo de una línea. Estos niños realizan más fijaciones sacádicas (paradas) de lo normal, más regresiones (ir hacia atrás para poder comprender lo leído), usan el dedo para no saltarse de línea o piden a los padres que les lean para evitar hacerlo ellos.

Capacidad de enfoque convergencia y percepción visual

Durante el examen optometrico, se debe evaluar no sólo que vea el 100% sino que reconozca lo que está viendo, es decir, debe comprender lo que ve. Se necesita también tener una buena capacidad de enfoque para poder pasar de la pizarra al cuaderno y viceversa, ya que esta tarea se realiza más del 75 % del tiempo que el niño está en clase. La convergencia debe ser adecuada para que los 2 ojos se crucen en un mismo punto, para evitar visión borrosa, visión doble o malas posturas (tumbarse sobre el papel) a la hora de realizar las tareas de cerca. También tenemos que evaluar la percepción visual para determinar cómo procesa la información y detectar que áreas son las más afectadas y cuales están provocando los problemas de aprendizaje.

La lectura es uno de los procesos mas complicados que hay, pero si tenemos las herramientas necesarias deberíamos hacerlo de una manera natural, automática y no consciente. Y ¿cuándo adquirimos esas capacidades? Desde el primer año de vida estamos realizando conexiones neurológicas y creando archivos que nos ayudarán en un futuro a realizar un aprendizaje sin esfuerzo. En el caso de que no haya adquirido esas herramientas, entonces empezará a “tropezar” y le costará llegar a la meta de la lectura con velocidad y comprensión. Por esta razón debemos indagar en todo el proceso del desarrollo motor del niño, ya que a través del movimiento adquiere conocimientos de toda el área espacial que más tarde necesitará para leer y escribir de arriba – abajo y de izquierda a derecha. Una de las pruebas que realizamos es la evaluación de la presencia de Reflejos Primitivos activos, los cuales pueden estar interfiriendo en la madurez del Sistema Nervioso Central. Estos reflejos deben estar integrados para no obstaculizar los procesos cognitivos del aprendizaje. Si están activos, podemos realizar una Terapia de Movimientos Rítmicos. En este apartado también se determina la lateralidad y dominancia de ojo, mano y oído. En el caso de una lateralidad cruzada, se ha comprobado que los niños durante los primeros años (1º y 2º) pueden ser más lentos a la hora de realizar las tareas escolares.

Percepción auditiva

En la parte auditiva, es importante detectar si existen problemas en la percepción, ya que durante los primeros años, todo el aprendizaje se realiza de manera auditiva. Un problema de “picos” de hiper-audición puede provocar distracción, falta de atención y concentración en clase ya que le cuesta más filtrar la información verbal de la profesora dentro de un espacio con ruido como puede ser una clase llena de niños.

Con toda esta información, podemos tener una idea de cómo funciona la ruta visual y auditiva. Cuando leemos en voz alta, hay 3 rutas que pueden estar afectadas: la visual, la verbal y la auditiva. Por lo tanto se debe investigar cual de estás es la que está causando dificultades. La verbal la trabajará el logopeda, la percepción auditiva si no hay ninguna patología, un profesional en Re-educación Auditiva y la visual la tratara un Optometrista funcional especializado en Terapia Visual. Este tratamiento consiste en una serie de ejercicios visuales y motores que se realizan en la consulta una vez a la semana. Estas sesiones se combinan con otros ejercicios que realizan durante 15-20 minutos, 5 días a la semana en casa. La duración de todo el programa depende de las dificultades y la evolución de cada niño.

El niño es global, es decir, en clase tiene que mirar a la pizarra, verla y decodificar lo que pone, luego tiene que pasar esa información al cuaderno y escribirlo, tiene que escuchar y entender a la profesora mientras se mueve. Si alguna de estas áreas no está funcionando correctamente, puede dar lugar a un fracaso escolar.

Debemos trabajar de manera conjunta con todos los profesionales que están implicados en el desarrollo de las habilidades del aprendizaje, es decir, profesores, educadores, psicólogos, pedagogos, logopedas, neurólogos y médicos ya que el aprendizaje en general no abarca sólo un área sino que todas están implicadas y todas se deberían trabajar de una manera multidisciplinar para ayudar al niño a desarrollar las herramientas necesarias para que sea autónomo y que pueda adquirir conocimientos de una manera natural.

El colegio tiene una gran importancia y cada vez más los profesores se integran y se implican en los niños con dificultades. Sin ellos, este trabajo sería imposible. Hay que tener en cuenta que en una clase hay muchos niños y muchas veces es difícil personalizar, pero la mayoría de los profesores detectan los problemas y ponen en marcha clases de apoyo y tutorías para ver como pueden ayudar a los niños.

Entre todos tenemos un gran reto por delante, que es prevenir y evitar que haya niños con dificultades de aprendizaje. Si trabajamos desde los primeros años y estamos alerta a los primeros síntomas de un retraso en el desarrollo, podremos evitar en un futuro un fracaso escolar.


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