Las prioridades de las mujeres han cambiado con el transcurso de los años y sus necesidades actuales se centran en alcanzar un mejor desarrollo personal, tanto desde el punto de vista intelectual como laboral. Esta es una de las razones por la que muchas mujeres postergan la maternidad, lo cual tiene un notable efecto sobre la reproducción ya que, a mayor edad, mayor posibilidad de que existan o aparezcan problemas relacionados con la fertilidad.
El término esterilidad hace referencia a la incapacidad de concebir tras haber transcurrido más de 12 meses manteniendo relaciones sexuales sin protección anticonceptiva. Por otra parte, el concepto de infertilidad se define como la incapacidad de finalizar una gestación con el nacimiento de un niño sano.
El estudio de la pareja infértil se lleva a cabo si no se consigue el embarazo tras un periodo de entre seis y doce meses manteniendo relaciones sexuales no protegidas. Sin embargo, el estudio puede ser iniciado con anterioridad en mujeres con ciclos menstruales irregulares o factores de riesgo conocidos para la infertilidad, como endometriosis, antecedentes de enfermedad inflamatoria pélvica, o malformaciones del tracto reproductivo.
En la actualidad, existen 187 millones de parejas en el mundo afectadas de infertilidad, un 10% de origen primario, es decir, nunca han conseguido finalizar un embarazo con un recién nacido vivo, y el 90% restantes de origen secundario; tras un embarazo y parto normales, no se consigue una nueva gestación a término con recién nacido vivo.
Por otro lado, la prevalencia de esterilidad entre la población española se estima en un 15% de las parejas en edad fértil y su incremento progresivo en los últimos años ha generado un fuerte aumento de la demanda de técnicas de asistencia a la reproducción que ha duplicado durante quince años el número de centros sanitarios que ofrecen una o varias de estas técnicas de reproducción humana asistida (TRHA). Entre un 0,2% y un 4,3% de los nacimientos que se producen a nivel mundial, ocurren a través de las técnicas de reproducción asistida (TRA).
Dentro de las TRA se incluyen todas las intervenciones, referidas a tratamientos y procedimientos, relacionadas con la manipulación de ovocitos y/o espermatozoides o embriones humanos, para la consecución de un embarazo: inseminación artificial, fecundación in vitro (FIV), transferencia de embriones (TE), transferencia intratubárica de gametos, transferencia intratubárica de cigotos, criopreservación de ovocitos y embriones, criopreservación espermática, criopreservación de tejido ovárico y donación de ovocitos y embriones.
La pandemia causada por la COVID-19 está cambiando drásticamente nuestra vida y perspectiva cotidiana, y por tanto también se han observado repercusiones sobre las TRHA.
Bloqueados estos servicios con la pandemia
Al inicio de la pandemia, durante el periodo de confinamiento total, se paralizaron todos los procedimientos médicos y sanitarios que fueron considerados como no esenciales y dentro de este grupo se incluyó también a los servicios y clínicas de medicina reproductiva. La Sociedad Europea de Reproducción Humana (ESHRE) emitió un documento en el que recomendaba terminar los ciclos de FIV-TE iniciados, no iniciar nuevos ciclos, realizar todas las transferencias de forma diferida, no realizar transferencias de embriones vitrificados y cancelar la actividad de programas de inseminación. La única excepción se centraba en la preservación de la fertilidad en pacientes que tenían que empezar un tratamiento de quimioterapia o radioterapia.
No obstante, el 30-50% de pacientes que solicitan TRA juegan con el tiempo en su contra, puesto que pertenecen al grupo de bajo pronóstico que cuenta con una reducida tasa de éxito y además tienden a perder su potencial de fertilidad rápidamente. Además, otro grupo que se ha visto duramente golpeado ha sido el de las mujeres de edad más avanzada, ya que también se suma otro factor como es la reducción de la reserva ovárica. Todo esto indica claramente que los resultados reproductivos disminuirán si el tratamiento se retrasa más en el tiempo.
Es difícil de determinar el daño que se ha producido a estos pacientes, puesto que el hecho de haber bloqueado el acceso a los servicios de infertilidad durante este tiempo para las personas que más lo necesitan podría haber sido incluso peor que los riesgos de haberlos tratado en ese momento.
Sociedad Española de Fertilidad (SEF)
Por todos estos motivos, retomar los tratamientos de fertilidad ha sido prioritario para los profesionales de la salud de este ámbito y tras dos meses del cese, se volvió a retomar la actividad. La Sociedad Española de Fertilidad (SEF) ha jugado un papel importante en nuestro país para el reinicio de estos servicios.
Además, la SEF junto con el apoyo de la Asociación para el estudio de la biología de la reproducción (ASEBIR) revisan de forma periódica las medidas que se deberían llevar a cabo a raíz de la pandemia por SARS-CoV-2 en los centros de reproducción asistida, tanto en relación con la atención y asistencia a pacientes, como con los procedimientos de laboratorio.
En su última revisión destacan que no se ha demostrado que las mujeres embarazadas presenten una incidencia mayor de COVID-19, ni una mayor morbilidad que mujeres no embarazadas de su misma edad. Sin embargo, muy recientemente se han publicado algunos casos de transmisión vertical entre madre e hijo y ya había otros estudios que contemplaban la posibilidad de transmisión periparto, por lo que indican que los centros deben establecer protocolos de cribado de la infección previo a las TRA e insistir a las pacientes de la importancia de evitar comportamientos de riesgo durante el embarazo y seguir las medidas de protección recomendadas. Ningún gobierno o sociedad científica ha desaconsejado la gestación por vía natural.
En conclusión, se estima que en nuestro país se producirán de forma aproximada 4000 nacimientos menos como consecuencia de los casi 14000 ciclos de reproducción asistida que no han podido llegar a realizarse debido a la paralización de actividad de los servicios de medicina reproductiva. Esto tendrá una implicación negativa sobre la tasa de natalidad de España que desde hace años viene marcando una tendencia a la baja.
AUTORES
Irene Ortiz Rodríguez. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Centro de Salud El Palo. Málaga.
Laura Falcón Carvajal y Désirée Diaz-Jiménez. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Hospital Materno-Infantil. Málaga.
Ana María Gómez Abero. Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Hospital Universitario de Navarra