Muchas veces nos encontramos con personal sanitario que nos atiende y se presenta como residente especialista, pero ¿qué sabemos de ellos?.
No solo existen residentes en medicina, cada vez son más el número y la diversidad de especialidades que se forman en Ciencias de la Salud, alguno de ellos son: medicina, enfermería, psicología, biología, farmacia, etc.
Todos tienen unos estudios universitarios previos, y posteriormente deciden realizar voluntariamente una prueba de acceso anual a nivel nacional. La elección de plaza se otorga según número obtenido en el sumatorio de la nota en la carrera correspondiente y la nota del examen. Dicha posición te da la posibilidad de elegir especialidad según categoría y ciudad de formación, ya que se trata de una convocatoria nacional. En alguna de las especialidades la proporción de solicitudes de plazas ofertadas llega a ser muy baja, un ejemplo es psicología clínica donde hay más de 4.200 participantes para 130 plazas, o enfermería donde las cifras de relación opositor/plaza es de 12 opositores por plaza.
El tiempo de contrato formativo retributivo varía según especialidades, el cual suele ser entre 2 y 5 años, con posibilidades de prórroga según determinadas situaciones personales.
El sistema formativo de residencia permite simultáneamente recibir formación y prestar un trabajo que permita al especialista adquirir de forma progresiva los conocimientos, habilidades, actitudes y la responsabilidad profesional necesarios para el ejercicio autónomo y eficiente de la especialidad.
Formación a nivel autonómico
Existe una legislación que regula dicha formación a nivel nacional y a nivel autonómico. Dado que las competencias de sanidad están transferidas a las Comunidades Autónomas, son éstas las que acogen y forman a los residentes. El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social gestiona los objetivos, el número de plazas, y la convocatoria de todas ellas.
Todos los residentes durante el periodo de formación precisan de una red de apoyo como son Unidades Docentes, servicios hospitalarios y extrahospitalarios, profesionales que pueden ser tutores y/o colaboradores docentes, equipos investigadores, comités de evaluación, etc. los cuales tienen que estar acreditados y en continua actualización.
A los residentes durante su periodo formativo se les evalúa cada año además de realizarles una evaluación final. El residente tiene que obtener la calificación de apto para la continuación de dicha formación y obtención del correspondiente título de Especialista en Ciencias de la Salud expedido por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Lamentablemente la realidad a nivel laboral al finalizar el periodo de formación, varía mucho entre las diferentes especialidades. Muchos de ellos al terminar se encuentran con una situación laboral precaria, con contratos laborales de corta duración y en el mejor de los casos con contratos indefinidos pero con renovación mensual perdiendo todos los derechos de un contrato estable, en otras ocasiones los especialistas deben desplazarse largas distancias para poder trabajar en puestos con bajos recursos, grandes cargas de trabajo y horarios difíciles de conciliar con la vida familiar, en los cuales nadie más quiere ir a trabajar, como por ejemplo en el ámbito de medicina rural. También existe otro perfil de especialistas, los cuales no han sido reconocidos y cuyas categorías laborales no están plenamente desarrolladas, por lo que no está garantizado que vayan a desempeñar su trabajo en un puesto específico relacionado con su formación como por ejemplo con enfermería familiar y comunitaria.
Además, igual que se fomenta y desarrolla la formación del residente especialista en Ciencias de la Salud durante este periodo, debería promoverse la legislación correspondiente que asegurase la estabilidad de los especialistas tras finalizar la formación, y se hiciera un uso adecuado de sus conocimientos y habilidades para dar una atención de calidad a nuestros pacientes.