La salud mental es el bienestar físico, mental y social. Afecta a la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando nos enfrentamos a la vida. Es importante y cambiante en todas las etapas en la vida, desde la niñez hasta la vejez. Los problemas de salud mental han aumentado en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud estima que para el 2020 va a ser la segunda causa de carga de enfermedad, después de la enfermedad isquémica. La salud mental es uno de los pilares de la vida que se puede afectar tanto por factores biológicos como por factores sociales, es decir, todo ser humano es susceptible de ver alterada su salud mental; no obstante, la adolescencia es una etapa que presenta mayor vulnerabilidad frente a los continuos y actuales cambios (tanto a nivel físico como a nivel intelectual, social, hormonal, etc) a los que se debe enfrentar.
Los adolescentes se enfrentan a presiones externas tales como:
- Lograr buenos resultados académicos para poder acceder a una formación que garantice su éxito laboral.
- Aumento de actividades extraescolares que no le dejan tiempo para el descanso, relajación y tiempo libre.
- Mayor exigencia a todos los niveles para el futuro.
- Comparación con famosos en las redes sociales.
- La pandemia del COVID 19, que ha afectado a todos en mayor o menor medida.
- Antecedentes familiares de problemas de salud mental, hábitos tóxicos…
- Experiencias de vida como traumas o abusos.
Por estos motivos y muchos más, es recomendable que enseñemos a padres e hijos hábitos diarios para que logren su bienestar. Algunos de ellos pueden ser:
- Mantener rutinas y horarios de comidas, descanso y deporte. Priorizar alimentación saludable y baja en azucares. En definitiva, promover una visa saludable.
- Intentar limitar el acceso a las redes sociales para no abusar de ellas. Por ejemplo, una idea es crear espacios “libres de internet”, como puede ser durante las comidas y al menos una hora antes de dormir.
- Exposición al sol al menos 1 hora al día, mientras se realizan actividades al aire libre para poder sintetizar vitamina D.
- Enseñarles lo perjudicial que es el alcohol, tabaco, drogas… El cerebro en la adolescencia no está del todo formado y todas estas sustancias pueden perjudicar a su desarrollo.
- Animar a que practiquen técnicas de relajación, por ejemplo, haciendo yoga, meditación, mindfulness…
- Procurar una buena comunicación familiar, en la que padres e hijos puedan hablar sobre preocupaciones. Favoreciendo la escucha activa, empatía.
- Saber pedir ayuda cuando se detecten problemas de gravedad, un drástico cambio de conducta, disminución del rendimiento académico y consultar con un especialista.
- Acompañar en los aciertos y errores, y en la gestión de dificultades cuando aparezcan los problemas.
Si no se sabe cómo actuar, es una buena opción pedir ayuda a profesionales de la salud formados en esta disciplina.
En definitiva, la salud mental es un pilar básico en la vida de todas las personas. En cada tiempo y cada etapa de la vida es diferente. Por eso debemos saber cuidarla de una manera personal. No esperemos a perderla para apreciarla, hay que cuidarla todos los días.
AUTORES
Lucía Iglesias Carnicer. Enfermera de Especialidades Médicas. H. G. San Jorge de Huesca.
Almudena Cañardo Yebra. Enfermera de Especialidades Medicas. H.G.San Jorge de Huesca.
Ana Belén Mongio Pardo. Enfermera de Especialidades Medicas. H.G. San Jorge Huesca.
Esmeralda Lobera Salvatierra. Enfermera de Urgencias. H.G. San Jorge de Huesca.
Lucía Rivarés Garasa. Enfermera de Especialidades Médicas. H. G. San Jorge de Huesca.
Óscar Sambia Novellón. Enfermero de Especialidades Médicas. H. G. San Jorge de Huesca.
Isabel Torres Jurado. Enfermera de Especialidades Médicas. H. G. San Jorge de Huesca.
Montserrat Opla Ascaso. Enfermera de Especialidades Médicas. H. G. San Jorge de Huesca.