Salud vaginal en la menopausia: síndrome genitourinario


Ligia Gil Melgosa, Marta Benito Vielba, Cristina Luna Álvarez, Marta Castellá Segarra, Victoria Pallarés Arnal y Verónica Gómez García

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El tracto genital femenino es muy sensible a la disminución de hormonas, estrógenos y andrógenos que ocurre durante la menopausia. Las pacientes refieren un conjunto de síntomas relacionados, aquejando sequedad, ardor, irritación, falta de lubricación y dispareunia; así como síntomas urinarios de urgencia, disuria e infecciones urinarias de repetición.

Llamamos síndrome genitourinario de la menopausia al conjunto de síntomas y signos relacionados con la deficiencia de estrógenos que implican a la vagina, la vulva, las vías urinarias y el suelo pélvico.
Según la Asociación Española para el estudio de la menopausia, hasta un 90% de las mujeres posmenopáusicas sufren síndrome genitourinario en España, aunque sólo un 25% consultan al especialista por este motivo. Los síntomas suelen aparecer a los cuatro o cinco años de comenzar la menopausia y afectan negativamente a la salud en general a la sexualidad y a la calidad de vida.

Fisiologia del síndrome genitourinario

La disminución de hormonas sexuales provoca cambios anatómicos, fisiológicos y funcionales en el área vulvovaginal y el tracto urinario. Las funciones de los estrógenos en la vagina son las siguientes:
• Estimulan la renovación del epitelio.
• Facilitan que el líquido trasudado producido en la lámina propia pase al epitelio.
• Actúan sobre las fibras elásticas de la capa muscular.
• Actúan sobre la adventicia, que contiene colágeno y fibras elásticas.
• Regulan el PH vaginal regulando la síntesis de glucógeno e impidiendo que crezcan microorganismos oportunistas.

Los andrógenos tienen una función complementaria a los estrógenos, aumentando el crecimiento celular, la producción de mucina, el recambio del colágeno, favorecen el aumento de la perfusión y la síntesis de neurotransmisores.

Al disminuir estas hormonas se pierde espesor y elasticidad del epitelio. Se pierden las rugosidades características del epitelio genital y disminuye la distensibilidad. Aumenta el PH vaginal produciéndose cambios en la microbiota, favoreciéndose las infecciones oportunistas.

Clínica y diagnóstico

Los síntomas más frecuentes son la sequedad y la dispareunia. Las pacientes presentan dolor, prurito, sensación de ardor. Las pacientes refieren en numerosas ocasiones incontinencia urinaria y problemas relacionados con el tracto urinario.
El diagnóstico es clínico. Se objetiva a la exploración una disminución de las rugosidades vaginales y una reducción del flujo sanguíneo, resultando una apariencia pálida. Se adelgaza la mucosa cervical vaginal y vulvar, haciéndose más susceptibles a lesionarse. En algún caso se evidencian petequias o signos de inflamación. El aumento del PH puede ser responsable de infecciones vaginales. En pacientes sexualmente inactivas la atrofia vaginal severa puede resultar en un estrechamiento, acortamiento e incluso obliteración de la vagina.

Muchas pacientes no consultan, considerando que los síntomas que padecen son normales a su edad, por lo que es importante la actitud proactiva del profesional, realizando una anamnesis completa e investigando sobre los síntomas mencionados con el objetivo de no retrasar el diagnóstico.

Tratamiento

En primer lugar, se debe promover un estilo de vida saludable; dieta equilibrada, reducir el consumo de alcohol, realizar ejercicio moderado y ejercicios de suelo pélvico y mantener la actividad sexual. El tabaco se asocia al déficit estrogénico por lo que favorecerá la atrofia.
En mujeres con síntomas leves se recomiendan lubricantes e hidratantes vaginales. También son recomendables en aquellas mujeres que no desean o no pueden usar tratamientos hormonales. Los hidratantes vaginales mantienen la humedad y la acidez de la vagina, los lubricantes serán útiles para facilitar las relaciones sexuales, preferiblemente aquellos que tienen base acuosa.

Los probióticos vaginales son útiles como tratamiento coadyuvante para las infecciones vaginales de repetición. Mantendrán el equilibrio de la microbiota vaginal y un PH adecuado.
Cuando los tratamientos anteriores no suponen una mejoría suficiente, los estrógenos locales se consideran el tratamiento de elección.

Restablecen con rapidez el epitelio, aumentan la vascularización, la elasticidad, el grosor y las secreciones vaginales. Alivian los síntomas vulvovaginales y mejoran los síntomas urinarios. El tratamiento estrogénico sistémico se indicará si además de síntomas genitourinario existen otros síntomas menopaúsicos que afecten seriamente a la calidad de vida. El tratamiento hormonal estará contraindicado en pacientes que hayan padecido o padezcan cáncer hormonodependiente.

La prasterona es un precursor hormonal de testosterona y estradiol y está indicada como tratamiento de primera línea en mujeres con síntomas moderados e intensos. Su mecanismo de acción es únicamente local, sin tener respuesta sistémica. Sus contraindicaciones son similares a la terapia estrogénica local.

El ospemifeno es un modulador selectivo de los receptores de estrógenos, eficaz en el tratamiento del síndrome genitourinario y con un buen perfil de seguridad. Es el único tratamiento que tiene indicación en mujeres con antecedentes de cáncer de mama que han finalizado el tratamiento adyuvante.

La tecnología láser se ha introducido en los últimos años como alternativa terapéutica, teniendo resultados prometedores. La radiofrecuencia o la inyección de ácido hialurónico son otras opciones terapéuticas de las que todavía se disponen pocos estudios.

AUTORES

Ligia Gil Melgosa, Marta Benito Vielba, Cristina Luna Álvarez, Marta Castellá Segarra,
Victoria Pallarés Arnal y Verónica Gómez García.
Servicio de Ginecología y Obstetricia. Hospital de Barbastro