Se acerca el otoño… y con él, el empeoramiento de la alergia a los ácaros


Adriana Ger Buil y María Jesús Iguzquiza Pellejero. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela. Tina Herrero Jordán. FEA Neumologia. Hospital Reina Sofia. Tudela. Susana Clemós Matamoros. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela

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La llegada de la primavera suele identificarse como el peor momento del año para las personas alérgicas al polen. Sin embargo, no es el peor momento del año para todos los pacientes alérgicos, ya que dependiendo del alérgeno al que esté sensibilizado el paciente, los síntomas de la alergia podrán aparecer durante cualquier época del año, y no sólo en primavera.

Durante los meses de otoño se dan las condiciones climáticas en cuanto a temperatura (entre 25 y 35ºC) y humedad (humedad relativa por encima del 60%) para un mayor crecimiento de los ácaros del polvo en los domicilios de las zonas geográficas con climas templados como el nuestro.
Es por todo ello que los pacientes alérgicos a los ácaros del polvo suelen presentar una sintomatología más intensa y persistente durante estos meses, y requerir el uso de medicación, como antihistamínicos orales, espráis nasales, colirios o inhaladores.

A esto hay que añadir dos factores más, como son el mejor aislamiento de las casas y que con la llegada del frío y las lluvias pasamos más tiempo en ellas. Al pasar largos periodos de tiempo en estos ambientes cerrados con temperaturas uniformes y cálidas, se facilita la posibilidad de contacto con los ácaros y la aparición de alergia a los mismos.

¿Qué síntomas pueden aparecer?

1. Conjuntivitis alérgica: Enrojecimiento y picor ocular, sensación de arenilla o cuerpo extraño y lagrimeo.
2. Rinitis alérgica: Congestión o taponamiento nasal, picor nasal, estornudos y mucosidad acuosa o transparente, mucosidad faríngea y picor en faringe, paladar u oídos. En ocasiones, pueden aparecer síntomas oculares.
3. Asma: Es una enfermedad inflamatoria de las vías aéreas o bronquios que provoca síntomas bronquiales como tos, dificultad para respirar o falta de aire, sibilantes o pitos en el pecho y sensación de opresión torácica, síntomas que pueden variar en frecuencia e intensidad.

¿Qué medidas de prevención se pueden tomar?

La inmunoterapia o vacunación antialergénica es el único tratamiento capaz de modificar el curso de la enfermedad alérgica respiratoria, ya que consigue que mejoren los síntomas de la enfermedad, se reduzca el uso de medicación sintomática y se frene la tendencia al progreso de la enfermedad, evitando así el desarrollo del asma bronquial.

Sin embargo, sí existen medidas preventivas que podemos poner en práctica para minimizar la presencia de ácaros en nuestros domicilios.
Hay que tener en cuenta que los ácaros no provienen de la calle, sino que viven en el interior de las casas. Se almacenan con más facilidad en rincones oscuros y con una humedad elevada. Se alimentan de polvo y restos de piel humana que se desprende y almacena en almohadas, sábanas, sofás, etc. Pueden vivir también en lugares donde se almacenan alimentos vegetales, especialmente harinas.
Las seis recomendaciones elaboradas por la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) son:
1. Mantener la casa limpia, aspirar en lugar de barrer: Barrer favorece la dispersión y elevación del polvo. Lo ideal es utilizar aspiradores con filtro de agua ya que retienen mejor los ácaros en su interior.
2. Utilizar fundas antiácaros o ropa de cama sintética: Los colchones tienen muchos huecos entre los muelles donde es fácil que se acumulen. Los que son de tejidos sintéticos como el látex o viscoelásticos, son macizos y por lo tanto menos proclives a que se almacenen, pero si no se pueden obtener, las fundas antiácaros también son un remedio eficaz ya que impiden el paso de las partículas.
3. Procurar que el dormitorio tenga abundante luz solar.
4. Evitar peluches, cojines y otros elementos que acumulen polvo (cabeceros de cama tapizados, alfombras, lana, etc).
5. Ventilar varias veces al día.
6. Usar la calefacción o la bomba de calor para resecar el ambiente: Es recomendable cambiar los filtros cada cierto tiempo para evitar la acumulación en ellos y su posterior dispersión.
En conclusión, la principal recomendación siempre es la evitación del elemento alergénico (en este caso los ácaros) aunque en ocasiones no es posible hacerlo o, aun haciéndolo, los síntomas se intensifican. Cuando esto ocurre el alergólogo individualizará, en función del grado de intensidad de la sintomatología el paciente, el mejor tratamiento en cada caso.

Mitos sobre la alergia a los ácaros

“Aunque tengo alergia a los ácaros, puedo tener animales de compañía en casa sin problemas”: Es preferible no tener mascotas de pelo ni pluma en casa de una persona alérgica a los ácaros del polvo, ya que éstos se alimentan de restos procedentes de humanos y de animales (escamas, pelo, etc) ocasionando que la población de ácaros sea mayor mientras más personas y animales haya dentro de la vivienda.
“El polvo que viene de la calle y el que se produce en las obras también causan alergia a los ácaros”: No existen ácaros en el polvo de la calle, ni en el que se levanta en la arena ni en el de las obras. Este tipo de polvo puede producir síntomas respiratorios por su efecto irritativo directo, pero no a través del sistema inmunológico, como en el caso de la alergia a los ácaros.
“La alergia a los ácaros predomina en otoño y primavera”: Lo cierto es que el alérgico a ácaros puede estar mal en cualquier estación del año si se dan las condiciones ambientales necesarias (por ejemplo, un invierno lluvioso será peor que un otoño seco; una habitación mal ventilada, con animales, o con problemas de humedad será un nido constante de ácaros).
“Las normas de prevención ambientales evitan la alergia a los ácaros”: La presencia de ácaros es imposible de eliminar totalmente a pesar de extremar las normas de limpieza.
“Las alergias no se curan”: Mucha gente cree que una vez que aparece la alergia es imposible curarla, por lo que deberán soportar sus ataques de forma crónica durante su vida. Hoy en día esto no es así ya que se dispone de tratamientos eficaces para controlar los síntomas, evitar la evolución de la enfermedad e incluso disminuir la sensibilización existente, como es el caso de la inmunoterapia o vacunas para la alergia. En las enfermedades alérgicas, cuanto más rápido se llegue al diagnóstico y se inicie el tratamiento, mayores serán las probabilidades de éxito y menores las de sufrir complicaciones.

AUTORES:

Adriana Ger Buil y María Jesús Iguzquiza Pellejero. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela
Tina Herrero Jordán. FEA Neumologia. Hospital Reina Sofia. Tudela
Susana Clemós Matamoros. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Reina Sofía. Tudela