Es un trastorno del sueño debido a episodios repetidos del cierre total o parcial de la vía respiratoria superior mientras la persona duerme. Si el cierre u obstrucción al paso de aire es total se llama apnea, y si es parcial, hipopnea.
Cada apnea y/o hipopnea condiciona una puntual caída en la saturación arterial de Oxigeno, que altera la media nocturna y termina ocasionando serios problemas cardiovasculares a medio-largo plazo. Tras la apnea o hipopnea la respiración vuelve a la normalidad, generalmente precedida de un fuerte ronquido. Al poco tiempo vuelve a presentar otro episodio de pausa respiratoria.
La desestructuración de la arquitectura del sueño conduce a la excesiva somnolencia diurna capaz de interferir en la vida socio-laboral.
El SAHS es mas frecuente en hombres que en mujeres, en una proporción de tres a uno. Parece ser que los estrógenos en la mujer le protege de padecer el síndrome, pero tras padecer la menopausia se igualan la incidencia entre sexo masculino y femenino.
Se calcula que la prevalencia en la población general es del 4% en hombres y del 2% en mujeres.
Muchas personas tienen una serie de factores constitucionales o hábitos de sueño que aumentan el riesgo de padecer un SAHS.
• Así el retrognatismo mandibular (la mandíbula es muy pequeña) y el retrognatismo de maxilar superior.
• Las personas con la úvula o campanilla, el paladar blando o la lengua muy grande que sufre caída hacia atrás y cierre el paso de aire.
• Amígdalas y vegetaciones adenoideas grandes en niños y adultos que pueden bloquear la vía respiratoria.
• Cuello grueso con tallas superiores a 42.
• Obesidad.
• Dormir boca arriba también aumenta los episodios de apnea del sueño.
¿Qué síntomas presentan los pacientes con SAHS?
• En muchas ocasiones se limita a un intenso ronquido que provoca muchas molestias a su pareja de sueño… Aumenta con el consumo de alcohol, uso de sedantes para dormir, con la ganancia de peso y la posición boca arriba en la cama.
• Pausas respiratorias o apneas durante el sueño que el paciente no es consciente y que suelen terminar con movimientos abdominales, de boca e intenso ronquido al volver a respirar.
• Despertares inconscientes durante las apneas que se traducen en numerosos movimientos del cuerpo mientras duerme.
• Sensación de sueño no reparador por las mañanas, despertando con embotamiento mental, a veces con cefaleas matutinas. Es frecuente que se queje de sequedad bucal matutina por los ronquidos y sentirse mas cansado que cuando se acostó.
• Las bradicardias y taquicardias son frecuentes durante las apneas y al salir de ellas. Es frecuente la presencia de hipertensión arterial junto con un mayor riesgo cardiovascular.
¿Cuándo sospechamos un SAHS?
• Cuando el paciente tenga un fuerte ronquido y /o haga pausas respiratorias volviendo a respirar con jadeo o sensación de ahogo (este dato es facilitado por el compañero de sueño).
• Cuando tenga mucha somnolencia o se quede dormido en situaciones poco propicias, como en reuniones, en el trabajo o conduciendo.
• Cuando refiera dolores de cabeza al despertar, mucha sequedad de boca o levantarse a orinar varias veces por las noches.
• Todos estos síntomas suelen aparecer progresivamente durante años y con frecuencia se hacen mas intenso coincidiendo con el aumento de peso.
• Es muy frecuente que sean sus familiares los primeros en detectar el SAHS, mas que el propio paciente.
¿Cómo se diagnostica el SAHS ?
Una vez establecida la sospecha clínica, la prueba de referencia para establecer el diagnóstico del SAHS es la polisomnografía nocturna (PSG).
Se trata del registro de una serie de variables neurofisiológicas, respiratorias y cardíacas que nos permiten conocer la cantidad y la calidad del sueño, así como la repercusión de las apneas e hipopneas en el sueño.
La realización de estudios simplificados que evalúan las variables respiratorias y cardíacas se denomina poligrafía respiratoria (PR) y constituye una alternativa a la PSG en muchos pacientes.
Ambas pruebas son complementarias y pueden realizarse tanto en el hospital como en su domicilio.
La presencia de un número anormal de apneas/hipopneas durante el sueño asociado con síntomas relacionados con la enfermedad establece el diagnóstico de SAHS y permite cuantificar su gravedad.
¿Cómo se trata el SAHS?
• Higiene de sueño: El mal hábito de sueño, condicionado por horarios de sueño irregulares (trabajo a turnos) y/o inadecuadas rutinas de sueño, es causa frecuente de somnolencia excesiva. Debe asegurarse un ambiente adecuado que favorezca y mantenga el sueño, evitando temperaturas extremas, ruidos, etc.
• Pérdida de peso. Un porcentaje relevante de pacientes con SAHS es obeso o al menos con sobrepeso y aunque no está clara su patogenia en la enfermedad, la reducción de peso en estos pacientes se traduce en una mejoría del SAHS con una disminución del índice de apnea-hipopnea, mejoría de la saturación arterial y de la sintomatología, pudiendo incluso ser curativa.
• Ingesta alcohólica: Es conocido el efecto del alcohol como relajante muscular. Su consumo deprime la actividad de la musculatura dilatadora faríngea precipitando y/o agravando un SAHS. Es aconsejable que los sujetos con SAHS se abstengan de consumir alcohol, especialmente durante las horas previas al sueño
• Tabaco: Los fumadores tienen un mayor riesgo de desarrollar roncopatía y se ha observado que ésta puede disminuir tras reducir el hábito. Además, los fumadores debido a la irritación e inflamación de la vías superiores que incrementan su resistencia, tienen mayor riesgo de agravar un SAHS.
• Fármacos: Las benzodiacepinas disminuyen la respuesta ventilatoria a la hipoxia. Es mejor evitar su empleo en pacientes con SAHS.
• Posición corporal. Casi todos los SAHS se agravan al adoptar la posición de decúbito supino (boca arriba) y algunos pacientes sólo tienen apneas en esa posición, por lo que es mejor evitarla. La colocación de algún objeto molesto (pelotas, botones) en la espalda, fijadas a la prenda de dormir puede ser eficaz en casos leves y a corto-medio plazo.
CPAP: Presión Positiva de Aire Continua en la Vía Aérea
El empleo de la presión positiva continua sobre la vía respiratoria, conocido como CPAP, es el tratamiento de elección en el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS).
Es una máquina que envía un chorro de aire a presión a través de un tubo conectado a un mascarilla facial. La presión del aire empuja la lengua hacia adelante y mantiene abierta la via aérea superior.
El resultado terapéutico es rápido, desapareciendo el ronquido, las apneas e hipopneas, y a su vez se normaliza la arquitectura del sueño y desaparece la somnolencia diurna.
Es necesario un periodo de adaptación a dispositivo que en función de los pacientes puede durar días o semanas.
La mascarilla puede ser nasal, nasobucal ú olivas nasales. Cada paciente debe elegir la mas confortable y eficaz.
Pueden aparecer algunas molestias al comienzo o durante el uso de la CPAP, que generalmente suelen solucionarse.
Los más frecuentes son sequedad y congestión nasal, fugas de aire de la mascarilla, sequedad conjuntival e irritación cutánea en los puntos de presión de la mascarilla.
El paciente tratado con CPAP, tras uno o dos años en fase estable puede ser controlado por equipos de Atención Primaria. Ante la reaparición de la sintomatología, el incumplimiento o aparición de efectos secundarios no tolerables, se debe realizar una consulta especializada. De la misma forma una pérdida significativa de peso o la corrección quirúrgica de un problema anatómico puede hacer replantear la presión necesaria o incluso la retirada de la CPAP.