Tromboembolismo pulmonar


Ana Esteban Molina. FEA Medicina Intensiva. Universitario Miguel Servet. Zaragoza. Celina Balint Ilie. MIR Medicina Interna. H. Obispo Polanco. Teruel.

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El tromboembolismo pulmonar (TEP), se produce cuando tras la formación de un trombo en la circulación venosa, éste se desprende, enclavándose en la circulación arterial pulmonar, pudiendo afectar arterias principales, lobares, segmentarias o subsegmentarias.

Es la tercera enfermedad cardiovascular más frecuente, con una incidencia anual de 100 a 200 casos por cada 100000 habitantes. Es una enfermedad potencialmente letal en el caso del TEP agudo y puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica discapacitante.

Factores de riesgo

Existen múltiples factores de riesgo para desarrollar la enfermedad, diferenciándose los no modificables relacionados con el paciente (metástasis, trombosis previas, trombofilias e infarto agudo de miocardio) y los factores modificables (inmovilización, fractura de miembros inferiores, prótesis de rodilla o cadera, traumatismo mayor, lesión de la médula espinal, uso de anticonceptivos orales y hospitalización por insuficiencia cardiaca o fibrilación auricular en los 3 meses previos al episodio).

Síntomas

La sintomatología habitual es la presencia de disnea (sensación de falta de aire), dolor torácico, síncope y esputo con restos hemáticos. Sin embargo, en la práctica clínica podemos encontrar pacientes con sintomatología más larvada, siendo el diagnóstico, un reto. En casos de TEP severo, los pacientes pueden presentar de inicio hipotensión arterial mantenida, shock cardiogénico (disfunción cardiaca aguda) o parada cardiorrespiratoria.

Pruebas

Las pruebas rutinarias que se suelen realizar en el Servicio de Urgencias son:

  • Gasometría arterial, donde se puede detectar hiperventilación y/o hipoxemia.
  • Electrocardiograma, con un patrón electrocardiográfico específico (S1Q3T3) pero inusual. Signos de sobrecarga derecha o bloqueo de rama derecha, entre otros.
  • Radiografía de tórax, puede ser anormal pero inespecífica, siendo más importante para excluir otras causas de insuficiencia respiratoria o dolor torácico.

Ninguna prueba aislada es lo suficientemente sensible y específica para confirmar el TEP, por eso el diagnóstico debe basarse en la clínica, marcador analítico conocido como Dímero D y pruebas de imagen.

En cuanto a las pruebas de imagen, la más empleada es la tomografía computarizada torácica. La ecocardiografía, será de utilidad para valorar la función de ventrículo derecho.

Tratamiento

El tratamiento del TEP se basará en el riesgo establecido (Clasificación de la gravedad del TEP y riesgo de muerte precoz. ESC 2019) junto con el estado clínico del paciente.

El objetivo es la estabilización clínica, la repermeabilización de la circulación pulmonar y la prevención de recurrencias.

Los pilares del tratamiento son la anticoagulación, terapia de reperfusión (mediante tratamiento trombolítico sistémico, embolectomía quirúrgica o tratamiento guiado por catéteres percutáneos), asistencia hemodinámica y/o respiratoria.

Los filtros de vena cava inferior, son una alternativa para aquellos pacientes que no pueden ser anticoagulados o en quienes, a pesar de una adecuada anticoagulación, tienen recurrencia de TEP.