“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo” Breve reflexión desde la bioética sobre la relación entre paciente y enfermera en Salud Mental


Janire Martínez Berrueta . Supervisora de Enfermería, Área de Psiquiatría. Máster en Bioética. Clínica Psiquiátrica Padre Menni

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La enfermería es la profesión del Cuidado, de atención al paciente, tarea que implica una comunicación entre seres humanos, que no es posible sin la reflexión sobre la naturaleza de los mismos y sobre los valores implicados en dicha tarea.

En cualquiera de las especialidades sanitarias es importante detenerse a pensar con respecto a la esencia de la persona, pero en la especialidad de Salud Mental, es aún más urgente, ya que el cuidado que la enfermería ofrece a las personas supone un constante trabajo de comunicación y valoración de cada situación.

Entendemos vida humana como una realidad individual de cada persona, “mi vida”, y como tal, es única, íntima e intransferible (en sentido biográfico). Esta realidad o escenario, son todas aquellas circunstancias con las que debemos contar, ya que, queramos o no, forman parte de nosotros.

La búsqueda de la felicidad, es un fin común a todas las personas, siendo la forma en la que la buscamos, el “cómo” lo que nos hace únicos. Esto, a lo que llamamos “forma”, es la puesta en acción de los valores.

Los valores son todas aquellos aspectos no palpables que entendemos como “buenos”, como pueden ser la amistad o la salud, que practicándolos (p. ej. atender a un amigo cuando lo necesita, o cuidar la toma de azúcar siendo diabético), estamos ejerciendo el “bien”.

Búsqueda individual de la Felicidad

La sensación de Realización Personal o Bienestar se percibe en los momentos en los que uno siente que hace “el bien”. Por el contrario, se produce una sensación de malestar, inquietud o angustia, cuando dos aspectos que percibimos como buenos chocan entre sí. (p. ej.. atender a una amigo que precisa ayuda a costa de no hacerlo con otro amigo o familiar que también lo necesita). En este caso, se produce en la persona un dilema, una encrucijada de caminos, ambos llegan a un buen fin, pero van a destinos diferentes.

En la vida de cada uno, conviven tanto circunstancias favorecedoras, como limitadoras de esta búsqueda individual de la Felicidad. La enfermedad se puede entender como limitadora, más aún, cuando la persona sufre un cambio negativo en el resto de circunstancias de su vida como la familia o el trabajo.

A lo largo del ejercicio de mi profesión como enfermera en la especialidad de Salud Mental, he visto en mayor o menor medida, la repercusión que la enfermedad ha tenido en otros espacios o circunstancias de la vida de cada uno de los pacientes a los que he atendido; esto aumenta la sensación de malestar que en sí misma, provoca la enfermedad, que se agrava cuando el paciente percibe una merma de su capacidad para tomar decisiones con respecto a su propia enfermedad, sensación que se da con relativa frecuencia.

La profesión de Enfermería, tiene como fin último, contribuir a hacer el “bien”, traduciéndose en actos concretos dirigidos a fomentar el bienestar de las personas a las que atiende, entendiendo Bienestar, como una percepción individual y subjetiva.

Algunas de las Enfermedades Mentales repercuten en la capacidad de la persona para identificar los síntomas de la patología, y su consecuente conciencia de enfermedad, ya sea de forma transitoria o definitiva. Lo que en muchas ocasiones deriva en la no aceptación por parte del paciente tanto del tratamiento como de la colaboración de su entorno. A esto se suma la posible limitación para la Sociabilización, y el sufrimiento que el conjunto de todos estos factores producen en las personas cercanas al paciente.

La convergencia de todos estos factores crea una gran sensación de angustia y malestar en la persona, limitando la capacidad para la toma de decisiones prudentes. Situación esta que puede implicarle un sentimiento de desamparo.

Todo este escenario de circunstancias, resulta único en cada uno de los individuos, en función de los valores que mueven su vida y las personas implicadas en ellos.

En este momento, aparecemos las enfermeras, de manera más puntual si es en una consulta o en un ingreso temporal, y más permanentemente, si es un ingreso de larga estancia o residencial.

Todo lo anteriormente mencionado, unido al papel que ejercemos con respecto al paciente y su entorno, deriva en que la toma de decisiones está habitualmente impregnada de dilemas morales. Estos dilemas se presentan a consecuencia del choque existente entre los valores implicados, que habitualmente son la autonomía del paciente para tomar decisiones (en función de su percepción de bienestar y de salud), la percepción de la familia al respecto y nuestro deber de fomentar la salud.

Por lo tanto, parece que la relación entre el paciente y la enfermera, además de centrarse en el control de los síntomas de la enfermedad, debe hacerlo también en el conocimiento de los valores, ilusiones y circunstancias del individuo, con el fin de ayudar a la persona y a su entorno, a adaptar dichas circunstancias a cada momento de la enfermedad, para que ésta interfiera en la menor medida posible en su búsqueda de la Felicidad y de la sensación de Bienestar.

Esta tarea sólo es posible si la entendemos desde el trabajo en equipo de todos los actores del escenario: el paciente, su entorno y la enfermera como parte del equipo asistencial. La persona y su entorno deben expresar al equipo profesional la forma en que les afecta la enfermedad, y el equipo, junto con ellos, debe buscar la manera más prudente para que los valores no entren en conflicto, colaborando entre todos a disminuir la sensación de angustia y desamparo.

Conclusiones

La enfermería psiquiátrica tiene el deber, con respecto al paciente, de hacer una exploración profunda de su circunstancia y de los valores que están implicados en ella, para poder aspirar al cuidado excelente y no sólo al correcto, ayudándole en su búsqueda de la felicidad, ya que citando a Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”.

Además, con ello contribuiremos a cuidar también el escenario de nuestra vida, teniendo en cuenta que el paciente forma parte de ella.