Entre los deportes de invierno, sobresalen los que se realizan sobre la nieve, principalmente el esquí alpino, el esquí sobre tabla (snowboard) que ha ganado gran popularidad en la última década y en menor medida el esquí de travesía.
Se trata de deportes al aire libre que practicados regularmente aumentan la resistencia física aeróbica y favorecen la oxigenación. Además permiten mejorar aspectos específicos como la coordinación, la agilidad, el equilibrio y la concentración.
No obstante, son frecuentes entre los practicantes de estas disciplinas las caídas o colisiones contra otros esquiadores, con el consiguiente riesgo de producirse lesiones en el aparato locomotor, si bien una gran mayoría se corresponden con golpes, heridas superficiales y contusiones musculares de escasa gravedad.
Lesiones más frecuentes
Se estima que el riesgo que entraña el esquí alpino es alrededor de 3 lesiones por cada mil esquiadores/día, siendo ligeramente superior en los practicantes de snowboard (5 lesiones por mil practicantes/día).
Las lesiones más frecuentes del esquí alpino afectan a la extremidad inferior (40-60% del total), con especial incidencia sobre la articulación de la rodilla. Otras lesiones típicas son las lesiones de la extremidad superior (30%) y lesiones en el tronco (costillas) , columna vertebral y cabeza.
En el esquí con tabla hay un aumento significativo del riesgo de lesiones en la extremidad superior, llegando a representar el 50% de las mismas.
Las lesiones faciales y de cabeza son también más comunes en los snowboarders, si bien su incidencia se puede reducir notablemente con el empleo de casco, cuyo uso es muy recomendable en ambas disciplinas.
Existe una tendencia mundial al aumento de lesiones cerebrales y de la medula espinal entre esquiadores y snowboarders, que puede ser debida al aumento de riesgos en saltos y actividades acrobáticas.
Al hablar de lesiones en la rodilla destacan sobremanera las afecciones ligamentosas; las lesiones aisladas de los ligamentos laterales (colateral interno principalmente) son frecuentes y generalmente banales, representando por lo general esguinces leves-moderados. Una lesión mucho más preocupante para el esquiador es la rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) que se produce por un mecanismo torsional sobre la rodilla, generalmente por un fallo en la liberación de la fijación de la bota al esquí en una caída. En un número importante de casos la rotura de LCA asocia lesión de algún ligamento colateral, rotura de menisco y en menor frecuencia desprendimiento de un fragmento de cartílago de la articulación; la inestabilidad anterior de rodilla que se establece al lesionarse el LCA, requerirá en la mayoría de las ocasiones algún gesto quirúrgico para recuperar la estabilidad articular y un elevado tiempo de recuperación hasta conseguir una rodilla plenamente funcional capaz de soportar las exigencias físicas previas a la lesión.
Fracturas tibiales y peroneales
Otras lesiones en la extremidad inferior mucho menos habituales, serían las fracturas tibiales por torsión y las fracturas peroneales por golpes directos. Las lesiones en los tobillos (esguinces y fracturas) son mas frecuentes en el snowboard puesto que se emplean botas menos rígidas y mas bajas que confieren menor protección al conjunto tobillo-pierna.
Las lesiones en el anillo pélvico, fracturas-luxaciones de la cadera y las fracturas femorales ocurren en choques de gran energía contra algún elemento fijo u otro esquiador y suponen emergencias que pueden comprometer la vida del accidentado, requiriendo una atención inmediata por el personal sanitario de las pistas con vistas a realizar un adecuado traslado a un centro hospitalario y proceder al tratamiento quirúrgico oportuno.
El hombro
La segunda articulación afectada en orden de frecuencia en este deporte es el hombro; aproximadamente supone un 15% de las lesiones (resulta más frecuente en el snowboard) y está en relación directa con caídas sobre la cintura escapular.
El espectro de lesiones es muy variado. Contusión simple, lesiones del manguito rotador (tendinitis postraumáticas o roturas tendinosas que requieran tratamiento quirúrgico) o incluso fracturas complejas de la cabeza humeral que precisarán reconstrucción y estabilización quirúrgica y un pronóstico de recuperación funcional dependiente de la gravedad de la fractura. Son lesiones frecuentes las luxaciones gleno-humerales, pudiendo condicionar episodios de inestabilidad recurrentes y que precisarán técnicas de estabilización mediante artroscopia de hombro. Habitualmente los síntomas de las lesiones del hombro consisten en dolor, imposibilidad para realizar movimientos del mismo y algún grado de deformidad.
La clavícula y el pulgar del esquiador
Otras lesiones frecuentes pero de menor gravedad serían las luxaciones acromio-claviculares y las fracturas de clavícula que en la mayoría de las ocasiones solo requieren tratamiento mediante inmovilización del hombro.
Otra lesión vista habitualmente es el llamado Pulgar del esquiador (rotura del ligamento colateral cubital de la articulación metacarpo-falángica por un mecanismo de valgo forzado) apareciendo dolor en la zona de ruptura, inflamación y movilización dolorosa del dedo. Cuando hay una rotura completa el tratamiento es quirúrgico para evitar una inestabilidad residual que a ese nivel dificultaría mucho la realización del movimiento de pinza del pulgar. En caso de esguinces o distensiones leves la inmovilización de la articulación proporcionará un resultado funcional adecuado.
Entre los practicantes de snowboard son también frecuentes las fracturas de muñeca (extremidad distal del radio) y del escafoides carpiano por apoyo de la muñeca en flexión forzada como mecanismo protector ante las caídas. El desplazamiento de las fracturas determinará la necesidad de cirugía.
En el esquí de fondo hay una tendencia mayor a que se presenten lesiones no relacionadas directamente con traumatismos, como lumbalgias y lesiones musculo-tendinosas del tipo tendinitis por microtraumatismos repetidos.
Factores preventivos
Entre las causas que favorecen la aparición de lesiones, sobresale la inadecuada preparación física; ésta se debería centrar en la flexibilidad y tonificación de la musculatura lumbar y abdominal, de la cintura pélvica y de los miembros inferiores, con especial atención a los cuádriceps, isquiotibiales y gemelos; estos grupos musculares los podemos ejercitar mediante actividades del tipo bicicleta, natación y carrera durante el resto del año.
El cansancio acumulado hace que perdamos concentración y capacidad de respuesta muscular, y junto al peor estado de la nieve al final del día hace que ocurran más accidentes por la tarde en comparación con la mañana.
Otros factores determinantes son la velocidad, las imprudencias, la falta de preparación técnica y la inexperiencia.
Como factores preventivos se recomienda que la equipación esté en buenas condiciones con especial atención a las fijaciones y la realización de un calentamiento previo al comienzo de la actividad, focalizando los ejercicios en las rodillas y musculos de las extremidades inferiores, para así aumentar la temperatura muscular y la flexibilidad tendinosa y reducir el riesgo de lesiones articulares.
Practicar este apasionante deporte de forma responsable, evitando las imprudencias, teniendo en cuenta las limitaciones de cada uno para no tomar riesgos innecesarios, realizando los oportunos descansos que minimizen el cansancio, y llevando un equipamiento en buen estado minimizará en gran medida el que podamos resultar lesionados de gravedad y quede arruinada nuestra temporada de esquí a las primeras de cambio.