En la práctica clínica diaria, entendemos por lumbalgia el dolor que el paciente localiza en la parte baja de la columna vertebral. Sin embargo, es necesario saber que no siempre ese dolor surge de la columna vertebral lumbar. Otras patologías como enfermedades gastrointestinales, vasculares, urológicas… pueden manifestarse con dolor en dicha zona. En el presente artículo nos centraremos en el dolor que tiene su origen en las diversas estructuras que forman la columna lumbar: vértebras con sus articulaciones, discos intervertebrales, ligamentos, músculos y raíces nerviosas.
Importancia socio-sanitaria de la lumbalgia
El dolor lumbar es una de las causas más frecuentes por las que la población consulta a su médico. Se calcula que entre un 70 y 80 % de la misma, experimenta al menos un episodio de dolor lumbar en algún momento de su vida. La mayoría de las veces se trata de episodios autolimitados, que se resuelven satisfactoriamente en un periodo breve de tiempo, alrededor de un mes (lumbalgia aguda); pero en algunos pacientes el dolor y la incapacidad persisten transformándose en lumbalgia crónica. Es este último grupo de pacientes el que genera los mayores costes sanitarios (asistencia, consultas, exploraciones radiológicas, tratamientos médicos y quirúrgicos) y sociales (días de baja laboral, incapacidad profesional…).
Formas clínicas de lumbalgia
En un gran porcentaje de pacientes el dolor lumbar tiene características inespecíficas y no se asocia a lesiones orgánicas, la denominamos lumbalgia idiopática. En otras ocasiones el dolor es debido a una lesión objetiva. En personas jóvenes habitualmente se trata de una hernia discal, que puede provocar además un dolor tipo ciático, por afectación de la raíz nerviosa. En personas mayores es más frecuente encontrar signos artrósicos de la columna lumbar (lumbalgia degenerativa), que en casos más severos puede ocasionar un estrechamiento del canal óseo con afectación de varias raíces nerviosas. Ocasionalmente la lumbalgia va acompañada de datos que nos pueden hacer pensar en una patología más grave.
SEÑALES DE ALARMA DE LUMBALGIA
- Fiebre
- Traumatismo previo
- Pérdida de peso sin causa
- Dolor persistente en reposo
- Debilidad en piernas
- Incontinencia de orina y/o heces
Medios diagnósticos
En el campo de la lumbalgia, como en el resto de la práctica médica, es importante hacer un buen uso de los medios diagnósticos complementarios (radiografías, scanner, resonancia…). Las pruebas por sí solas no nos dicen nada y en ocasiones pueden inducirnos a diagnosticar en exceso. Es el médico responsable del paciente quien, de acuerdo a la historia clínica, realizará la indicación más apropiada en cada momento.
Tratamiento
El mejor tratamiento es la prevención, que incluye los cuidados posturales como, por ejemplo, aproximar los objetos pesados al cuerpo para transportarlos o agacharse flexionando las rodillas para elevarlos y evitar las posiciones forzadas, mantenidas y repetitivas.
En la lumbalgia aguda, el tratamiento se basa en informar al paciente sobre la naturaleza benigna y autolimitada del proceso, desdramatizando el cuadro. Asimismo se recomienda mantener el máximo de actividad física que el dolor permita, para acelerar la recuperación y evitar el riesgo de reaparición. Durante este tiempo el paciente se podrá beneficiar de la aplicación de calor local y de unos tratamientos farmacológicos basados en analgésicos, antiinflamatorios y/o relajantes musculares, según la pauta establecida por su médico de atención primaria.
En aquellos casos de lumbalgia crónica el tratamiento, basado en un programa de rehabilitación multidisciplinar, esta dirigido a fomentar el ejercicio físico y mejorar los aspectos psico-emocionales y conductales del paciente.
El tratamiento quirúrgico se reserva para casos excepcionales, cuando han fracasado todas las terapias anteriores o en aquellos casos en los que existe una marcada afectación neurológica. PIE En el gráfico superior, situación normal. En el inferior, hernia discal afectando a una raíz nerviosa.