Los triglicéridos (TG) son un tipo de lípidos (grasas) que pueden ser sintetizadas de dos formas: bien a través del hígado, o bien en el intestino, tras la ingesta de determinado tipo de alimentos (alcohol, alimentos azucarados y alimentos grasos).
Los triglicéridos constituyen la mayor reserva energética del organismo. Al depositarse en forma de grasa en el tejido adiposo, se convierten en un eficaz almacén energético que permite la movilidad y disponibilidad de energía en cualquier momento, especialmente en situaciones de ayuno y escasez de alimentos. Sólo una pequeña porción de nuestros triglicéridos se encuentra en el torrente circulatorio.
El aspecto negativo aparece cuando la concentración de estos TG en plasma supera los 200 mg/dL, lo que se conoce como hipertrigliceridemia. Este es un tipo de dislipemia, es decir, una alteración de las fracciones lipídicas en sangre. Dentro de las dislipemias podemos encontrar hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, e hiperlipemia mixta, según se encuentre elevado el colesterol, los TG o ambos. Estas alteraciones tienen una gran importancia debido a que favorecen el desarrollo de accidentes vasculares cerebrales y cardiovasculares a través de la arterioesclerosis. La acumulación de células cargadas de colesterol y de otros lípidos en la pared vascular -placas de ateroma- que va ocluyendo la luz del vaso sanguíneo, dificultando el riego arterial y favoreciendo la cardiopatía isquémica.
El diagnóstico de hiperlipidemias se lleva a cabo mediante pruebas analíticas tras 12 horas de ayuno. En ellas se evalúa, además de los niveles de triglicéridos en sangre, los niveles de colesterol total unido a lipoproteínas.
Los lípidos son transportados por la sangre unidos a proteínas y juntos formarán las lipoproteínas. De los distintos tipos de lipoproteínas que existen destacan los quilomicrones very low-density lipoproteins (VLDL), low-density lipoproteins (LDL) y hig-density lipoproteins (HDL). Las lipoproteínas LDL son las encargadas de transportar el colesterol a los tejidos; las HDL transportan los lípidos de las paredes vasculares y tejidos al hígado (de ahí su efecto protector); y las VLDL son el principal vehículo transportador de los TG por el torrente circulatorio. Aunque no hay ninguna duda de que la hiperlipidemia puede estar influenciada por factores genéticos, la realidad es que frecuentemente se deriva de unos inadecuados hábitos higiénico-dietéticos, combinados con sedentarismo y obesidad.
Aunque no hay ninguna duda de que la hiperlipidemia puede estar influenciada por factores genéticos, la realidad es que frecuentemente se deriva de unos inadecuados hábitos higiénico-dietéticos, combinados con sedentarismo y obesidad.
Obesidad, exceso de grasa
Resulta importante aclarar que la obesidad no es un exceso de peso sino un exceso de grasa. Habitualmente utilizamos el índice de masa corporal (IMC) para medir la obesidad, pero aunque es una medida sencilla, barata y de fácil obtención, ya que utiliza como parámetros únicamente el peso y la altura del paciente, se trata más bien de un marcador de corpulencia que de adiposidad. Una forma más precisa de medir la obesidad es a través del estudio de la composición corporal. Para ello existen diversos sistemas de mayor o menor precisión, desde los métodos más sencillos, como la impedancia o la medición de pliegues cutáneos, hasta otros más complejos y precisos como la pletismografía por desplazamiento de aire (Bod-Pod), que es el procedimiento utilizado en el Área de Nutrición de la Clínica Universitaria de Navarra.
Una vez aclarado esto, comprenderemos que incluso en sujetos con normopeso (peso adecuado) pero con exceso de adiposidad, especialmente abdominal, no es raro encontrar dislipemia.
Frecuentemente nos encontramos niveles altos de TG en personas en las que se asocia obesidad (exceso de grasa corporal), y es el tratamiento de esta obesidad uno de los principales pilares del tratamiento de la hipergliceridermia.
Dieta y actividad física
Es importante realizar una precisa encuesta nutricional en que se valore especialmente la cantidad y calidad de las grasas ingeridas, así como fibra, carbohidratos (azúcares) simples, alcohol, comportamiento relacionado con el hábito de comer y tipo, duración e intensidad de la actividad física (tanto cotidiana como deportiva). Una vez obtenida esta información, y habiendo realizado un estudio del metabolismo basal del individuo que permita al dietista conocer sus necesidades calóricas, éste podrá proponer una dieta personalizada y un plan de actividad física regular que se ajuste no sólo a lo recomendable para mejorar la salud del paciente, sino también a su realidad (hábitos, gustos y circunstancias personales), favoreciendo así la pérdida de grasa corporal y logrando, por tanto, una notable disminución de los triglicéridos plasmáticos y de otros factores de riesgo cardiovascular.
En caso de que las medidas higiénico-dietéticas y de estilo de vida no sean suficientes para normalizar los valores de TG puede ser necesario asociar tratamientos con fármacos hipolipemiantes, especialmente fibratos. No obstante se aconseja mantener la dieta aún cuando los niveles de TG y lipoproteínas se encuentren normalizados.
Tratamiento dietético
De esta forma, el tratamiento dietético, pilar esencial para la reducción de TG, se fundamenta básicamente en la supresión absoluta del alcohol, evitando además el consumo de azúcares sencillos (lo que también reduce la carga calórica de la dieta), y la cantidad de grasa ingerida, favoreciendo la reducción del aporte calórico que conduce a la pérdida de grasa corporal, causa principal de hipertrigliceridemia. Con lo cual, conociendo el metabolismo basal del individuo, un profesional de la nutrición adecuará la dieta a ese gasto energético para asegurar un balance energético negativo que favorezca no sólo la disminución de triglicéridos plasmáticos, sino también la disminución del porcentaje de grasa corporal, y por tanto, el de otros factores de riesgo que suelen ir asociados, como hipertensión arterial, hipercolesterolemia, hiperuricemia y diabetes mellitus.