El final de las vacaciones y la vuelta a la rutina se hace difícil, tanto para los niños como para los mayores.Cuesta volver al colegio, a madrugar, y a tener responsabilidades.
Muchos niños, sobre todo si el año anterior ha sido grato, tienen ganas de volver al colegio y ver a sus amigos, jugar… pero a otros el volver al colegio les resulta poco atractivo. Los padres intentaremos que se vayan adaptando a las nuevas situaciones de forma progresiva. Va a ser indispensable nuestro apoyo. Así como en ocasiones a los adultos nos cuesta la vuelta al trabajo e incluso podemos tener ansiedad y nerviosismo ante situaciones nuevas, a nuestros hijos les sucede igual. Necesitan recibir explicaciones y sentirse tranquilos respecto a los cambios en las rutinas. No obstante, cada niño reacciona de forma diferente y hay que respetar su ritmo.
¿Cómo podemos los padres ayudar a nuestros hijos?
Los días previos al inicio del curso es importante escuchar sus preocupaciones, sus temores y necesidades. Ayudarles a verbalizar su pereza. Necesitan recibir explicaciones y sentirse tranquilos respecto a los cambios en las rutinas.
Importante que el niño llegue descansado y habiendo disfrutado al máximo para enfrentarse al nuevo curso.
Podemos servir de modelo, que vean que no nos cuesta volver a nuestro trabajo. El ánimo de los padres y el buen ambiente familiar es fundamental para los niños.
Importante preparar las cosas con tiempo, no dejarlo para el último momento. Estar informados de los horarios, de la clase, del tutor. Será bueno ir viviendo con ellos todo lo que rodea al inicio de clases; salir a comprar los libros, la mochila, las pinturas, los cuadernos y la ropa. Ir preparando con esmero todo el material, forrar y poner nombre a los nuevos textos del curso que van a iniciar, ojearlos con ellos y comentar en su compañía lo interesantes que parecen.
Una vuelta paulatina y progresiva a la rutina puede favorecer que el cambio no sea tan dramático. Ir ajustando los horarios unos días antes del final de las vacaciones.
Levantarle con tiempo para que se prepare despacio sin nerviosismo. Reducir las horas de televisión y propiciar un ambiente de estudio. Una vez empezado el curso no trasnochar.
En ocasiones ayuda acompañarle ese primer día al colegio aunque habitualmente no se haga.
Dedicarle tiempo a que nos explique cómo le ha ido en el nuevo curso, cómo son sus profesores, sus compañeros, dejando que lo hagan a su manera, sin forzarles.
¿Qué mensajes podemos transmitir?
Explicarles que ir al colegio es su obligación, que es algo normal. Compartiendo con ellos nuestros recuerdos de la infancia.
Hacer comentarios positivos sobre el reencuentro con sus amigos, nuevas relaciones, las excursiones… los juegos del recreo y todo aquello que van a aprender, sentir y pensar. Transmitirles tranquilidad y confianza. Así como seguridad de que van a poder afrontar con éxito cualquier situación.
Vivir la vuelta al colegio como un día especial y con optimismo. Es la época de mayor trabajo, pero también transmitir que todas las estaciones tienen su encanto: recordar deportes y actividades agradables que hacemos en invierno, celebraciones familiares, festividades… y sobre todo dejarles claro que vamos a tener tiempo para ellos.
“No hay recetas mágicas pero con cariño y comprensión el niño se adapta en una o dos semanas”.