Definición de desgaste: deterioro progresivo de una materia como consecuencia del uso o del roce. Pérdida de fuerza y entereza (Diccionario de la lengua española).
El desgaste dental es la perdida irreversible de la sustancia dental, con la consecuente disminución de resistencia y fuerza. Hoy vemos dientes saludables que están mostrando signos crecientes de pérdida de estructura progresiva hasta presentar lesiones debido a este problema cada día más común.
Normalmente los dientes, con el tiempo, se desgastan por su uso, es un envejecimiento fisiológico normal que deja huellas y señales en los dientes, conduciendo a una reducción paulatina de la superficie a lo largo de la vida. El proceso de desgaste natural del diente se produce en todas las superficies incluso en las de contacto mesial y distal (interproximales= entre los dientes) por el movimiento durante su uso. Es el resultado de las funciones normales de la boca, depende en gran medida de la potencia del aparato masticatorio, de la intensidad, contactos y duración de la actividad;
Durante la masticación el roce directo diente contra diente es muy limitado, ya que, el bolo alimenticio no deja que las piezas dentales entren en contacto, excepto en el momento de la deglución (tragar) donde se produce un suave toque. Influyen los alimentos, aunque las dietas actuales donde se elaboran y cocinan los productos son blandas resultando en una perdida de tejido muy limitadas. También el cepillado dental diario produce cierta pérdida, pero todas estas acciones entran dentro de lo funcional y no deben de preocuparnos.
Los factores genéticos que condicionan la posición del diente, el grado de dureza del esmalte, medicaciones, estilo de vida,…inciden de una manera significativa, ya que, por ejemplo, dientes donde el esmalte es más poroso o sufre alguna alteración del esmalte (ej.: amelo génesis imperfecta) el pulido o riesgo de fracturas se incrementara, además de tener una mayor susceptibilidad a la enfermedad de caries.
Desgaste no funcional
Los casos donde esta pérdida de estructura dental es provocada por procesos no fisiológicos, donde el ritmo de progresión del deterioro se acelera, se inician en el esmalte, para avanzar posteriormente en la dentina, progresando a la cavidad pulpar (nervio), hasta poder llegar a la destrucción total de la corona. Esto lleva a unas consecuencias fatales para la persona, provocándole desde una pérdida estética en la sonrisa, hipersensibilidad, dolor dental hasta provocar procesos infecciosos. Aquí sí tenemos que poner atención.
Hábitos alimenticios, parafunción (bruxismo, morderse las uñas), y las costumbres culturales (fumar pipa, comedores de pipas, destapar botellas con los dientes, preparar materiales o sostener objetos mientras se pesca, caza o trabajo). A pesar de que el desgaste dental ocurre durante la vida del individuo, la naturaleza de su origen es diversa, aunque las causas más frecuentes son por atrición, abrasión y erosión; o una combinación de las mismas. Diferenciar unos tipos de desgaste de los otros no es fácil.
La atrición dental
Es el desgaste de un diente como resultado del contacto diente-a-diente, este proceso se vuelve negativo no en la masticación sino en actividades no funcionales (anormales), que ocurre en las superficies oclusales, incisales y proximales de los dientes. Se asocia principalmente con el desgaste de la sustancia dentaria por fricción, el llamado bruxismo.
¿Qué es el bruxismo?
Es el hábito involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales. Afecta a un porcentaje alto de la población y puede conllevar además de la pérdida de tejido dental a problemas de encías, dolor de cabeza y músculos de la mandíbula, cuello y oído. Esta actividad parafuncional de los músculos de la masticación, que se produce de forma inconsciente suele darse de noche por lo general, y el paciente no es consciente del problema.
En los niños suele ser habitual episodios de bruxismo entre los cuatro y seis años, durante la dentición de leche y la dentición mixta (periodo de cambio de dientes de leche y dientes definitivos pero normalmente desaparece con el paso de los años, cuando salen las muelas y dientes permanentes. Si continuase entonces debería consultar al dentista.
La combinación de factores predisponentes y desencadenantes son los responsables de inducir al hábito de apretar y rechinar los dientes. Tener en cuenta prematuridades e interferencias (contactos anómalos entre dientes de arcadas opuestas), estrés, personalidad, tipo de dentadura, posición durante el sueño, entre otros va a ser importante a la hora de tomar las medidas de protección adecuadas.
Abrasión dentaria
La abrasión es la pérdida de sustancia dental producida por un trauma externo, el ejemplo más común es el del cepillado incorrecto. Un cepillo duro o una mala técnica de higiene, que irrite a la encía y la haga retroceder, provoca la retracción de la misma y el desgaste de la zona del cuello dental que presenta la característica muesca de la abrasión.
Otro tipo de abrasiones dentarias muy comunes son también producidas por diferentes elementos como palillos, pipas, hilos, clavos,…En la prehistoria los dientes eran herramientas de trabajo, así el análisis de estos desgastes permite conocer el estilo de vida de esos hombres. La Onicofagia es el hábito de “comerse las uñas” o la manía nerviosa si no puede controlarse, aunque en muchos casos perdura hasta la edad adulta, la mayor incidencia de este mal hábito se da en la pubertad. Es más común en el sexo masculino que en el femenino y provoca un desgaste muy característicos de los dientes anteriores, donde el compromiso estético es muy importante.
La erosión dental
La erosión dental es la pérdida del tejido dental duro que se encuentra en la superficie de los dientes debido a procesos químicos, normalmente a un ataque ácido, sin involucrar a la placa bacteriana. En nuestra dieta, hay alimentos y bebidas ricos en ácidos (refrescos, vinagres, zumos de fruta,…), en individuos susceptibles y en determinadas circunstancias atacan directamente el esmalte. Un ejemplo muy común son los refrescos de cola o bebidas energéticas para deportistas en los que no se debe tanto a las altas cantidades de azúcar, sino a los ácidos de estas bebidas (fosfórico, tartárico, málico, cítrico etc.).
Una mayor frecuencia de exposición puede desbordar la capacidad de protección natural de la boca, que varía entre individuos pero que se estima en más de 3-4 impactos diarios de alimentos ácidos nos coloca en una situación de alto riesgo.
Existen factores intrínsecos del individuo que se asocian al desgaste químico del diente, el más común son los problemas estomacales que producen el reflujo gastroesofágico, alrededor del 7% de los adultos lo padecen. También en los individuos con alteraciones nutricionales como anorexia y bulimia encontramos este problema en la cara posterior de los dientes anteriores y superficies oclusales de los posteriores.
¿Es posible su prevención?
Por su alta frecuencia, y gracias a la toma de conciencia sobre este problema que se ha incrementado considerablemente en los últimos años debido a los cambios en el cuidado oral, se le presta la necesaria atención para evitar llegar a fases muy avanzadas, donde la prevención, evita que haya que recurrir a tratamientos dentales costosos y complejos.
El desgaste dental no es reversible. Cuando se pierde estructura dental, esta es irrecuperable, no se puede remediar. Esto nos muestra que es importante entender el problema y la causa para tomar las medidas necesarias que minimicen o eviten el daño. Monitorizar la progresión, severidad y localización del desgaste dental es clave para su control. La visita de mantenimiento de la boca es clave, su dentista le dirigirá y aconsejará adecuadamente.