La apatía


Dra. Lucía Moreno Izco. Médico Adjunto Psiquiatría. Complejo Hospitalario de Navarra. Sección de Psiquiatría B.

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Si realizáramos una encuesta a nivel poblacional y preguntáramos a las personas por el significado de apatía, la mayoría de ellas comenzaría su definición con un “falta de…ganas, energía, vitalidad…”.

Para comprender su significado, debemos investigar en la historia, en el origen del concepto. A pesar de que fueron los cristianos los que adoptaron este término para referirse al desprecio de todas las preocupaciones mundanas (estado de mortificación), no comenzó a aceptarse entre la población hasta la Primera Guerra Mundial, en la que las atroces condiciones de la batalla llevaban a la “apatía” a millones de soldados.

Según el Diccionario de la Real Academia Española (del latín Apath a y este del griego π) se define como impasibilidad del ánimo; dejadez, indolencia, falta de vigor o energía. Pero ¿Qué implica realmente este término desde el punto de vista médico y más específicamente, neuropsiquiátrico?

Existen muchos términos que se confunden con el concepto de apatía, pero que no son en realidad sinónimos: Depresión, Cansancio, Astenia, Anergia, Anhedonia, Desmoralización…

Apatía

La apatía se describe como “pérdida de motivación”, que implica una disminución de los aspectos conductuales, emocionales y cognitivos, de las acciones dirigidas a un objeto, en relación con lo que se consideraría normal en función de la edad y cultura del individuo. Para entender esta definición, no podemos obviar el concepto de voluntad. Entendemos la “voluntad” como la capacidad de elegir o decidir entre caminos distintos, y de actuar según la elección tomada, más aún cuando la acción se dirige hacia un fin específico, o se inspira en ciertos ideales de conducta. El “acto volitivo” (acto voluntario que supone la culminación, por ejecución u omisión, de toda una serie de pasos intermedios que comienzan con el proceso ideativo) se puede dividir en cuatro pasos: ideación/ motivación (representación ideacional de la meta), deliberación, decisión y ejecución o realización efectiva del acto. La apatía se considera un trastorno del primer paso (ideación/ motivación), tal y como ha sido mencionado previamente en su definición.

A nivel anatómico, existen unas estructuras cerebrales, denominadas ganglios basales, que se encuentran implicadas mediante varios circuitos, en diferentes aspectos de la conducta. Los trastornos asociados a la disfunción de estas estructuras, se asocian tanto con una intensificación de la acción (impulsividad) como con un aplanamiento de la misma (apatía).

Causas

La apatía puede ser una reacción normal en respuesta a ciertas situaciones estresantes, pero también ha sido descrita en múltiples enfermedades médicas, neurológicas y en trastornos psiquiátricos.

1. En cuanto a las enfermedades médicas se refiere, podemos observar la presencia de apatía en:

  • Alteraciones hormonales (tiroides, paratiroides…). En este punto es importante destacar el hipotiroidismo, fundamentalmente por su alta prevalencia.
  • Anemia, tan frecuente en mujeres en edad fértil y que suele cursar con importante astenia y apatía.
  • Enfermedades infecciosas (ej: Borreliosis o enfermedad de Lyme).
  • Síndrome confusional: síndrome cerebral orgánico transitorio y de intensidad fluctuante. Se trata de un “problema médico” (de múltiples causas orgánicas) con síntomas psiquiátricos y potencialmente grave.
  • También puede objetivarse en trastornos inducidos por fármacos (algunos psicofármacos), así como en el consumo perjudicial y abstinencia a sustancias tóxicas como el Cannabis y las anfetaminas.

2. A nivel neurológico:

  • Demencias y más concretamente en la enfermedad de Alzheimer. Probablemente, la apatía es el cambio conductual más frecuente en dicha enfermedad. Se manifiesta precozmente y típicamente empeora a medida que empeora el deterioro cognitivo. Al principio suele ser una queja de los familiares que creen que el paciente es perezoso y se sienten frustrados por ello. Siempre además se debe clarificar para distinguir entre depresión, que como veremos posteriormente se asocia con un grado de apatía, de la apatía sola, como síntoma común en la demencia. El paciente apático no es consciente de ello y se muestra despreocupado sobre sus sentimientos.
  • Lesiones vasculares (infartos o hemorragias) que afecten a zonas cerebrales implicadas en la aparición de apatía.
  • Infección del sistema nervioso central por el VIH.
  • Otras enfermedades: Enfermedad de Parkinson, Corea de Huntington, Síndrome de Korsakoff…

3. A nivel psiquiátrico:

  • Depresión: Los síntomas afectivos, que incluyen cambios en el estado de ánimo con tristeza, pesimismo, falta de ilusión, desesperanza y tendencia al llanto, son su característica fundamental. Además, puede asociar otro tipo de síntomas como los cognitivos (ideas de minusvalía y de inutilidad, apareciendo el futuro sombrío, con ideas de muerte así como disminución de la atención, concentración y pérdida subjetiva de memoria), volitivos (entre los que encontraríamos la apatía) y somáticos (afectación del sueño, apetito, disminución del deseo sexual, cefaleas, lumbalgias…).
  • Esquizofrenia: Además de la sintomatología psicótica (alucinaciones, delirios) la esquizofrenia cursa además con síntomas desorganizados y negativos entre los que podríamos incluir la apatía.
  • Trastornos de ansiedad: con la prolongación en el tiempo de la sintomatología ansiosa, pueden añadirse además síntomas como tristeza, apatía, desinterés…
  • Autismo y otros trastornos generalizados del desarrollo: cursan con una desconexión con el medio, con una cierta apatía hacia el entorno que alterna con fases de irritabilidad.

Prevención, diagnóstico y tratamiento

Lo primero que una persona debe hacer ante la presencia de dicha sintomatología (apatía), es ponerse en contacto con su Médico de Atención Primaria. Es importante destacar que puede ser considerado normal pasar por periodos de apatía (ligera), que pueden corresponder a problemas de la vida diaria y que no requieren un abordaje específico. No obstante, debería realizarse una adecuada historia clínica (con el paciente y sus familiares, si es posible) para valorar la existencia de cualquier otro síntoma que alertara de la presencia de alguna de las enfermedades previamente descritas, así como una adecuada exploración física. Debería completarse el estudio con una analítica sanguínea y pruebas de laboratorio, para realizar un adecuado despistaje de cualquier enfermedad médica que pudiera encontrarse en el origen de los síntomas.

Sería conveniente realizar además una adecuada exploración neurológica y en caso de encontrarnos ante la presencia de alguna alteración en la misma, podría ser solicitada una prueba de neuroimagen (TAC craneal) para descartar patología vascular o tumoral a nivel cerebral.

De igual manera, debería realizarse una recogida de información exhaustiva, con el objetivo de descartar la posibilidad de encontrarnos ante el inicio de un cuadro de deterioro cognitivo. Valorar si el paciente, además de la apatía, ha presentado pequeños olvidos o déficits de memoria y si es capaz de realizar de forma correcta las actividades básicas (continencia de esfínteres, movilidad y simples de autocuidado, como son lavarse, vestirse, comer e ir al lavabo) e instrumentales (ir de compras, cocinar, lavar la ropa, usar el teléfono y manejar dinero) de la vida diaria. En caso de que el Médico de Atención Primaria sospechara la existencia de una demencia, sería conveniente derivar al paciente al servicio de Neurología, con el objetivo de filiar adecuadamente el cuadro clínico y completar el estudio con las pruebas complementarias necesarias.

Una vez descartada la existencia de una posible causa orgánica, sería conveniente realizar una adecuada exploración psicopatológica que nos orientara hacia la existencia de patología psiquiátrica. Se debería explorar el estado de ánimo del paciente, descartar sintomatología ansiosa así como la posible existencia de sintomatología psicótica (delirios y alucinaciones). Se debería así mismo valorar los ritmos biológicos (apetito y sueño fundamentalmente) y la ideación de muerte. Todo ello orientará el diagnóstico psiquiátrico. El Médico de Atención Primaria puede iniciar tratamiento en función de la sintomatología observada (antidepresivo, ansiolítico, antipsicótico…) y en caso de no producirse mejoría de la misma o bien, ante la duda diagnóstica, el paciente puede ser derivado a su Centro de Salud Mental de referencia donde se completará la evaluación y se decidirá el plan terapéutico más adecuado.