Habla, lenguaje y comunicación son aspectos del desarrollo humano que facilitan la capacidad de aprender a aprender, de expresar ideas y emociones y de servir de instrumento mediador para interferir en la propia conducta y en la de los demás. Así que se suponen elementos imprescindibles para la socialización del ser humano. En el entorno escolar, los trastornos más frecuentes suelen ser los que se desglosan a continuación.
Dentro de los trastornos de habla podemos encontrarnos con la Dislalia o alteración de la articulación de fonemas con sus subtipos correspondientes (D. Evolutivas, D. Audiógenas y D. Funcionales). También están cada vez más presentes las Disglosias que, siendo igualmente alteraciones de la articulación, tienen como origen una causa orgánica que afectan a órganos periféricos del habla. Las más frecuentes son las disglosias labiales (por labio leporino, frenillo labial superior hipertrófico, etc.), linguales, mandibulares y palatinas. Y, por último, son también frecuentes en ámbito escolar aquellos trastornos que afectan a la fluidez del habla, siendo el más familiar la Disfemia Fisiológica (tartamudez evolutiva de inicio temprano hacia los 3 ó 4 años). Menos usual tendríamos la Taquifemia (forma rápida de hablar que afecta a la inteligibilidad) y, ya en edades más avanzadas, la Tartamudez propiamente dicha, que se supone un trastorno de habla instaurado y que afecta a la comunicación social.
Retraso simple del lenguaje
En el ámbito de los Trastornos del lenguaje es el Retraso Simple del Lenguaje la patología más frecuente; se trata de un inicio tardío del lenguaje sin que intervengan déficits sensoriales ni intelectuales. El desarrollo del niño a nivel evolutivo suele ser normal a pesar de la tardanza en empezar a hablar. Cuando las dificultades se acentúan, nos podemos encontrar con un Trastorno Específico del Lenguaje, que también supone un inicio tardío pero con gran afectación, sobre todo, del aspecto expresivo. La evolución suele ser muy lenta y también hay variabilidad en la sintomatología, ya que la comprensión puede estar asimismo afectada en mayor o menor medida. Dentro de los Trastornos del Lenguaje Escrito nos encontramos la dificultad para el aprendizaje de la lectura (dificultad para distinguir grafías, memorizar letras, fluidez lectora, etc.).
Actualmente cabe señalar que, en lo que respecta a las dificultades de comunicación y relación social son, por su prevalencia, los Trastornos de Espectro Autista los que están llamando más la atención en el entorno escolar, sobre todo por la significativa alteración a nivel de lenguaje funcional presente a edades tempranas y que supone un primer signo de alerta para los profesionales de la educación. Con menor repercusión en el ámbito del aprendizaje pero también con cierta frecuencia, observamos Mutismos, que suponen el uso selectivo de la comunicación y el lenguaje con los demás aun existiendo un nivel de adquisición de lenguaje formal adecuado a la edad. Suele ser normal la presencia de una conducta lingüística adecuada en ambiente familiar pero esto varía según contextos y personas, dependiendo del nivel de confianza de los niños hacia otros adultos o hacia sus iguales. Las repercusiones sobre el desarrollo social sí son importantes en estos casos.
En estos últimos años también cabe destacar la influencia del bilingüismo y trilingüismo sobre las dificultades de adquisición y manejo de lenguaje debido a la presencia de población de origen inmigrante y a los enfoques de las políticas educativas que actualmente se desarrollan. En el caso de niños que ya presentan alteraciones primarias de lenguaje se hace imprescindible una buena toma de decisiones sobre las necesidades básicas para alcanzar un desarrollo óptimo y buenas expectativas de adquisición de distintos idiomas.
Algunos signos de alarma
- Cuando en el bebé no se observa una respuesta refleja ante el sonido (como agitarse), ni se orienta ante la voz de la madre o esta no le relaja. Si no vocaliza o balbucea, no intenta imitar las emisiones del adulto o no utiliza los sonidos para llamar la atención.
- Si entre los 12-18 meses no comprende nombres familiares, no entiende la negación, no responde al “dame”, no señala objetos cuando se le nombran o no nombra objetos familiares.
- Si entre los 18 meses y 3 años le cuesta prestar atención, no entiende órdenes sencillas si no las acompañamos de gestos, no reconoce su nombre, no hace frases de 2 palabras (hacia los 24 meses). Si hay mayor presencia de vocales que de consonantes o tiende a omitir consonantes iniciales.
- A partir de los 3 años observaremos si su habla es entendida en ambiente familiar; si responde a preguntas sencillas y comienza también a hacerlas; y si tiene interés por utilizar el lenguaje para interactuar con los demás.
- Hacia los 4 años debería ser capaz de mantener una conversación, expresar vivencias cotidianas y empezar a controlar tiempos verbales; todavía pueden estar presentes alteraciones de emisión de ciertos sonidos que se irán solucionando evolutivamente.
Profesionales implicados
En la mayoría de los casos son los familiares y los profesionales de la educación los primeros en observar dificultades o retraso en el desarrollo del lenguaje de los niños. La detección de problemas de comunicación, habla y lenguaje debe ser multidisciplinar ya que múltiples factores pueden estar interfiriendo en el desarrollo de las habilidades lingüísticas de los niños.
Las consultas de pediatría también son entornos en los que se pueden detectar dificultades generales del desarrollo comunicativo de los niños. En estos casos, es importante el papel del pediatra para descartar posibles patologías orgánicas ya que será este profesional quien realice las derivaciones pertinentes a otros especialistas como ORL, Neuropediatra o Psiquiatra Infantil. La derivación al Logopeda, Psicólogo y especialistas en Atención Temprana en general debería ser fluida ante cualquier sospecha de retraso de lenguaje en edades tempranas.
En el ámbito escolar serán los profesionales especializados en Audición y Lenguaje los que puedan hacer una primera detección de los problemas de lenguaje, pero también tendrán un papel importante en el seguimiento y valoración de los programas propuestos para la rehabilitación en los que habrán intervenido el resto de profesionales.