Desde hace tiempo los Servicios Sociales, y por ende, los y las trabajadores sociales nos hemos convertido en meros gestores o tramitadores de ayudas y prestaciones. La burocratización de estos servicios ha imposibilitado que el trabajo social expansione y desarrolle sus potencialidades.
El Trabajo Social como carrera universitaria y profesionalizada tiene una corta trayectoria histórica, aunque el Trabajo Social en sus principios y conjunto se conoce desde el principio de los tiempos y desde que se juntaron los primeros grupos de personas formando pequeños núcleos sociales. Sin embargo, no era un reconocimiento profesional sino que se basaba en el principio de autoayuda, reciprocidad y la llamada beneficencia.
En pleno Siglo XXI el Trabajo Social y los Servicios Sociales se han asentado como el cuarto pilar del Estado Bienestar. Pero esto es algo ficticio ya que más que un cuarto pilar, se ha articulado un brazo ejecutor gubernamental y administrativo que gestiona las prestaciones y ayudas que desde los Estados se ofrecen a sus ciudadanos. Perdiendo, así, la parte profesional y transformadora (socialmente hablando) que es inherente al Trabajo Social.
Resolver las carencias sociales
Por otro lado, los Servicios Sociales como tramitadores de ayudas han quedado algo estigmatizados, lo cual ha repercutido que ciertas clases sociales rehúyan su utilización por miedo a la crítica social o la estigmatización de unos problemas y situaciones sociales, que por el contrario, nada tienen de anecdótico ni estigmatizante y menos aún en la actual coyuntura social y económica en la que nos encontramos.
En esta coyuntura de crisis generalizada es donde la profesión del Trabajo Social cobra un papel relevante y vital a la hora de resolver, acompañar y solventar las carencias sociales derivadas de la crisis. Las personas hemos perdido las riendas de nuestras vidas y es hora de recuperar el control personal y social de éstas.
Es el momento de que el TRABAJO SOCIAL emerja con la fuerza, profesionalidad y potencialidad que nunca debió abandonar y posibilite la transformación social por medio del empoderamiento de los individuos que la conformamos.