La OMS define a los probióticos como “microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del consumidor”. El intestino es un órgano importante en el sistema inmunitario y la administración de estos organismos ayuda a reconstruir la microbiota que se puede haber desequilibrado por diversas causas, como por ejemplo una enfermedad.
Los probióticos son usados en muchas patologías tanto en adultos como en niños y sobre todo en problemas gastrointestinales como la diarrea, síndrome de intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal, diarrea asociada a antibióticos etc., también son muy beneficiosos en otras alteraciones como antihipertensivos y en muchas patologías más pero nos vamos a centrar en habituales de atención primaria. Lo que ocurre es que no son muy usados por los médicos de atención primaria en la práctica clínica porque no hay estudios con resultados fiables. Hay gran variabilidad de resultados y, por ello, es difícil hacer guías de tratamiento. El uso de probióticos puede jugar un papel importante en la prevención y/o tratamiento de enfermedades.
Beneficio sobre la salud
Si son administrados en cantidad adecuada tiene un beneficio sobre la salud, pero con indicaciones precisas, seguridad y una eficacia probada. Sus mecanismos de acción son: mejorar la barrera intestinal defensiva, modulación inmunológica y mejora de la eficiencia metabólica, sus dosis son muy variables según la cepa e indicaciones de esta y deben seguir las normas del reglamento de la Unión Europea sobre las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables.
Desde tiempos inmemorables los microorganismos han tenido un papel muy importante en el entorno de la vida, aunque se les observe también como agentes peligrosos para la salud. Los microorganismos forman parte de nuestro entorno, la mayoría son saprofitos, muchos beneficiosos y deteriorantes y muy pocos patógenos. Hipócrates De Cos (Grecia siglo V a.c-siglo IV a.c) considerado el padre de la medicina moderna apuntó: “que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento”.
Cuando se selecciona una cepa como probiótico es imprescindible que sus efectos fisiológicos beneficiosos se demuestren científicamente, que la cepa sea de origen humano y segura para su uso, también estable al ácido y bilis, que se adhiera a las células que hay en la mucosa intestinal, que excluya o reduzca la presencia de agentes patógenos y ayude a la formación de flora equilibrada.
Bacterias aisladas del tracto intestinal
Característica importante de los microorganismos probióticos es que son bacterias aisladas del tracto intestinal de una persona sana e introducidas de nuevo en el intestino por medio de algún alimento como el yogurt, kéfir. Un alimento o ingrediente alimentario se puede aceptar como probiótico si no es hidrolizado o absorbido en tracto intestinal superior es decir resiste la acidez gástrica, la hidrolisis por enzimas digestivas y no se absorben en intestino delgado. Debe ser fermentado selectivamente por las bacterias beneficiosas de la microbiota intestinal e inducir efectos beneficiosos para la salud.
Los prebióticos más importante están presentes de forma natural en la leche, miel, hortalizas y verduras, frutas, cereales, legumbres y frutos secos.
Hay que establecer cuál es la ingesta de prebiótico adecuada para conseguir efectos beneficiosos y no adversos ya que en exceso podría provocar molestias intestinales, diarrea, flatulencias.
Hoy en día el estilo de vida es un factor muy importante en el aumento de ciertas enfermedades. Si la ingesta de alimentos es inadecuada no hay una nutrición completa y se disminuye la resistencia a las enfermedades con lo cual se altera nuestra macrobiótica intestinal y hay que tratarlo con antibióticos y terapia inmunosupresora.
La mayoría de las personas no saben que convivimos con más de 400 especies bacterianas distintas en nuestro intestino y que además alguna de ellas son fundamentales para prevenirnos de muchas enfermedades.
En personas mayores la edad afecta bastante a la microbiota intestinal ya que disminuye la población anaerobia y de bifidobacterias y aumentan las enterobacterias. La poca inmunidad intestinal más estos cambios facilitan la aparición de infecciones gastrointestinales por lo que el uso de probióticos en mayores sería beneficioso en la función intestinal. También actúan los probióticos en mayores sobre la motilidad intestinal y reducción de la actividad enzimática. Hay muchos estudios que parecen demostrar que el uso de leches fermentadas y sobre todo de yogurt aparte de ejercer una influencia positiva en la calidad de vida de los ancianos también disminuye el desarrollo de síndrome metabólico y protector contra la diabetes mellitus tipo 2 en ancianos con RCV ya que su uso regular ayuda a mantener un peso adecuado. Sería útil reducir el uso de AB en los mayores si se desarrollaran productos con probióticos que facilitaran el mantenimiento de la homeostasis de la microbiota intestinal.
Cólico del lactante
En el caso del cólico del lactante es un proceso benigno y auto limitado de crisis de llanto de duración limitada. En lactantes sanos se soluciona antes de los cuatro meses.
Hay diferentes hipótesis que se relacionan con la maduración intestinal, intolerancia a hidratos de carbono y modificación de la macrobiota que tiene menos lactobacilos y bifidobacterias.
Los probióticos actuarían sobre la alteración macrobiota mejorando la motilidad intestinal, disminuiría la percepción de dolor intestinal al inhibirse la contractilidad y disminuiría la inflamación intestinal. El estreñimiento funcional se caracteriza porque hay una disminución en el número de deposiciones puede aparecer dolor y hay dificultad para defecar. Los probióticos a expensas de la microbiota colónica también podrían influir en el peristaltismo modificando el pH colónico. En la infancia el dolor abdominal crónico o recurrente suele ser mayormente funcional, aunque se relaciona con una motilidad anormal respecto al contenido, aquí los probióticos mejorarían la permeabilidad intestinal, la regulación inmunitaria, disminuirían la respuesta inflamatoria y regularían la motilidad intestinal.
Su uso en pediatría sigue siendo difícil porque aunque hay cada vez más evidencias científicas la mayoría de los preparados con probióticos están dentro de los suplementos alimenticios, no se catalogan como medicamentos. A lo largo de los años los diferentes autores han definido a los probióticos de diferentes maneras evolucionando en su definición pero las conclusiones evidenciadas por todos son muy parecidas. Los prebióticos en Atención Primaria ven una puerta esperanzadora en el uso de estos tanto en profilaxis como tratamiento. Hay que decir también que el efecto que produce un probiótico va a depender de la cepa que se use, como se usa y la dosis requerida del mismo.
Los probióticos donde más se han utilizado tanto en pediatría como en adultos han sido en patologías de problemas gastrointestinales, pero todavía el empleo de estos no está incorporado a la práctica clínica habitual en Atención Primaria.
Los diferentes probióticos no tienen igual acción en las diferentes poblaciones y además las cepas no tiene tampoco la misma resistencia ni capacidad para colonizar, con lo cual no tiene la misma eficacia clínica.
Todo esto nos hace seguir considerando que los efectos en la práctica clínica son solamente de una cepa y por ello no están indicados para iguales situaciones. Los datos agrupados de distintas cepas harían llegar a falsas conclusiones.
Hay que profundizar más, pues en sus mecanismos de acción, la dosificación precisa tanto en uso pediátrico como en adultos, forma de administrarlos y no olvidar que también pueden ser potencialmente peligrosos por su resistencia a antibióticos, porque a lo mejor pueden mutar.
El avance científico avanza en relación a los efectos beneficiosos de los probióticos, pero hay que ser precavidos debido al gran interés de la industria farmacéutica en lanzar al mercado productos farmacológicos y ello debe conllevar una reglamentación muy específica para este tipo de fármacos.