Suplemento de nutrientes en el embarazo


Ana María Gómez Abero Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología.Complejo Hospitalario de Navarra Désirée Díaz-Jiménez Enfermera Especialista en Obstetricia y Ginecología. Unidad de Urgencias Ginecológicas-Obstétricas. Área de partos. Hospital Público de Montilla. Córdoba

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La alimentación durante la maternidad es uno de los aspectos más importantes que se controlan en la consulta de la matrona. Existen distintos nutrientes que son necesarios y muy importantes durante la formación del feto y en etapas posteriores. Estos nutrientes se pueden aportar o bien adecuando la dieta de la mujer en edad fértil para que así el organismo absorba la cantidad adecuada para realizar sus funciones, o en forma de suplementos porque no es posible llegar a las cantidades necesarias solamente con la dieta.

A pesar de que algunas recomendaciones sobre la necesidad de suplementos son irrefutables, otras son heterogéneas y no existe una unificación de criterios entre los profesionales de la salud. El estudio de Kimberly Guess, este mismo año, analiza a 396 profesionales y pone de manifiesto una mayor necesidad de adhesión de los proveedores de salud a la recomendación de los suplementos. Así mismo, señala que tanto las estrategias en los servicios prenatales y posnatales, como las iniciativas de salud pública, son necesarias para mejorar los conocimientos y las prácticas de los proveedores de atención médica.
El objetivo, por tanto, de los profesionales debe ser homogeneizar la información dada a las mujeres, consiguiendo así un mensaje claro hacia este colectivo y como resultado aumentar los niveles de adherencia a las indicaciones dadas, disminuyendo la morbimortalidad en la etapa gestacional y neonatal.

Últimas recomendaciones de acuerdo a la evidencia científica publicada

ÁCIDO FÓLICO
El Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomiendan que toda mujer que esté pensando en quedarse embarazada ingiera una dosis total diaria de ácido fólico de 0,4 mg. En las mujeres que hayan tenido un hijo anterior con DTN (Defectos del Tubo Neural), que es una patología del sistema nervioso, se aconseja una dosis de 4 mg/día. Independientemente de esto, se recomienda a todas las embarazadas la ingesta de alimentos que aporten ácido fólico, especialmente vegetales de hoja verde, hígado, frutas, cereales, legumbres, levaduras y frutos secos. De esta manera, se reduce el riesgo de aparición de anencefalia (40%), encefalocele (5%) y espina bífida (45%). Se deberá empezar al menos un mes antes de la concepción, y mantenerse como mínimo hasta el final del primer trimestre. La tendencia actual es mantenerlo durante todo el embarazo, sobre todo en casos de gemelaridad, enfermedades crónicas, vómitos de repetición o malabsorción de cualquier origen.

HIERRO
Las últimas recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud) indican una necesidad de suplemento diario de 60 mg de hierro elemental a las mujeres embarazadas para la prevención de la anemia materna, la sepsis puerperal, el bajo peso al nacer y el parto prematuro. Esta recomendación reemplaza la directriz de la OMS de 2012.
Establece un umbral de Hb (hemoglobina) para el diagnóstico de la anemia de 110 g/L en el primer trimestre y 105 g/L en el segundo.
En los países desarrollados aunque la anemia no suele ser grave, durante el segundo y tercer trimestre se produce un balance negativo de hierro que no se puede compensar con la dieta, ni mejorando la biodisponibilidad ni con el aumento de la absorción propio de la gestación. Todo ello nos lleva a la necesidad de suplementar con hierro estos periodos de la gestación.
Según la OMS, si a una mujer se le diagnostica anemia durante el embarazo, su hierro elemental diario debe aumentarse a 120 mg hasta que su concentración de Hb se eleve a normal (Hb 110 g/L o superior). Posteriormente, puede reanudar la dosis diaria normal de hierro para prevenir la recurrencia de la anemia.
Además, se recomienda administrar suplementos orales intermitentes de hierro y ácido fólico con 120 mg de hierro elemental y 2,8 mg de ácido fólico una vez por semana para mujeres embarazadas, a fin de mejorar los resultados maternos y neonatales si el hierro diario no es aceptable debido a los efectos secundarios; en poblaciones con prevalencia de anemia en mujeres embarazadas inferiores al 20%.

YODO
La consecuencia más grave del déficit de yodo es la alteración en el desarrollo cerebral y neurológico del feto, que ya es irreversible al nacimiento. Para evitar estos efectos la OMS ha promovido la obligatoriedad de la yodación universal de la sal, que se considera una de las medidas más eficaces prenatales de promoción de la salud.
La mayoría de los alimentos naturales, salvo los de origen marino (peces, moluscos, algas) son pobres en yodo. Por otro lado no se puede almacenar en el organismo por lo que debe ingerirse diariamente.
En nuestro país, se calcula que entre el 30 y 50% de las embarazadas no consume las dosis diarias de yodo recomendadas, con grandes variaciones según las diferentes zonas geográficas. Es por ello que la utilización de sal yodada resulta una medida imprescindible para la corrección del estado deficitario en yodo en la población general. Sin embargo en las gestantes esta medida resulta insuficiente, porque se necesitan dosis diarias de yodo más elevadas que en la población general. Como resultado, la OMS establece la recomendación en 250 microgramos diarios. Por lo tanto es necesaria, además del consumo de sal yodada, la utilización de suplementos en forma de yoduro potásico.
El consumo excesivo de yodo se ha asociado a un mayor riesgo de tiroiditis autoinmune o hipertiroidismo en la madre e hipotiroidismo neonatal pero la utilización de estos suplementos no supone ningún riesgo debido a que las cantidades empleadas, aún sumando el consumo habitual de sal yodada y pescado marino, son muy inferiores a las que podrían causar problemas.

CALCIO
Actualmente se establece, según la OMS, que en poblaciones con una dieta baja en calcio las embarazadas tomen un suplemento diario de calcio de 1,5–2,0 g de calcio elemental por vía oral.
La alteración del calcio durante el embarazo se ha relacionado con aumento en las cifras tensionales maternas y la aparición de preeclampsia, lo que conlleva un aumento de la prematuridad. En la última revisión Cochrane la suplementación con calcio mostró una reducción a casi la mitad de la incidencia de preeclampsia en relación con el grupo placebo. Esta disminución en la incidencia no se tradujo en una menor mortalidad perinatal porque no disminuyó el número de casos de preeclampsia grave.

Una revisión sistemática publicada este mismo año en Pubmed apunta una creciente evidencia que apoya el papel preventivo de la vitamina D, suministrada a la madre durante el embarazo, en la sibilancia (patología del tracto respiratorio) o infecciones. Sin embargo, las últimas recomendaciones de la OMS no incluyen la vitamina D.
Con respecto al resto de suplementos, la OMS no recomienda que las embarazadas tomen suplementos de vitamina B6, Vitamina E y C y en general que tomen suplementos de micronutrientes múltiples para mejorar los resultados maternos y perinatales.

Finalmente, la deficiencia de zinc está asociada con una inmunidad deteriorada. A pesar de ello, en la revisión de la base de datos Cochrane no se encontró relación entre la suplementación con zinc y la disminución del riesgo de preeclampsia, parto pretérmino, retraso de crecimiento u otras complicaciones perinatales.

Por todo ello, se requiere una comunicación efectiva con las futuras madres acerca de una alimentación saludable, con un suministro adecuado de información que procure una prevención de las patologías susceptibles de los déficits de estos nutrientes en esta etapa.