La enfermedad de Dupuytren es un trastorno benigno, que se caracteriza por el desarrollo de un tejido nuevo bajo la piel de la mano (fibrosis). Este tejido forma nódulos y cuerdas, que provocan la retracción de los dedos hacia la palma.
¿Cuál es la causa?
La que por un tiempo fue considerada la enfermedad de los Vikingos, sigue siendo de causa desconocida. No obstante, se ha asociado a ciertos factores de riesgo; como por ejemplo, el hecho de que algún familiar directo sufra la enfermedad o si padece de diabetes mellitus. Pese a ello, es raro desarrollarla antes de los 50 años.
Aunque se ha intentado relacionar con diferentes causas como traumatismos repetitivos (en relación con el trabajo, vibraciones
), el consumo de alcohol, el tabaquismo o el consumo de fármacos antiepilépticos, aún no se ha conseguido demostrar ninguna de estas asociaciones.
En ocasiones, el desarrollo de esta fibrosis también puede ocurrir en otros lugares como en la plantar del pie (fibromatosis nodular plantar) o en el pene (enfermedad de Peyronie).
¿Cuáles son sus síntomas?
El desarrollo de este tejido fibroso, produce adherencias a las estructuras vecinas y a la piel, lo que produce contracturas y hace que gradualmente, los dedos vayan perdiendo la capacidad de extenderse. Esto puede resultar en contracturas que flexionan los dedos de forma progresiva, permanente e irreversible; aunque la evolución en el tiempo es muy variable.
El primer síntoma en la mayoría de las ocasiones, es la aparición de engrosamientos, en forma de nódulos o cordones, en la palma de la mano. Generalmente, suele cursar de forma indolora y los dedos que más frecuentemente se suelen afectar son el 4º y 5º. El diagnóstico es clínico, no hace falta realizar ninguna prueba complementaria.
¿Cómo y cuándo se debe tratar?
Cuando la rigidez en flexión del dedo es limitante, se debe tratar. El objetivo principal del tratamiento es restaurar el movimiento de los dedos, pero se debe tener en cuenta que todos los tratamientos existentes son paliativos. Existen diferentes tipos de tratamientos, sin embargo, a día de hoy no hay ningún tratamiento que cure la enfermedad.
Los ejercicios de estiramiento y masajes, no han demostrado ningún tipo de beneficio en la enfermedad y ni tampoco que prevengan su progresión. A pesar de que el tratamiento estándar es la cirugía, hay otras opciones. Como por ejemplo ya inyección de corticoides (en la fase precoz de la enfermedad) o de una toxina llamada Clostridium Histolyticum; pero ambos tratamientos, sobretodo el segundo, tienen por ahora una alta tasa de complicaciones.
Por todo esto, cuando la deformidad es incapacitante se opta por la cirugía. Aunque hay diferentes tipos de la misma, todas consisten en romper o quitar ese tejido nuevo (fasciotomía o fasciectomía), para evitar que produzcan rigideces. A pesar de la cirugía, en ocasiones no se consigue una buena movilidad del dedo, ya que al haberse mantenido flexionado durante tiempo, se producen rigideces también a nivel articular. Es por este motivo que en ocasiones, tras la cirugía es necesaria la rehabilitación precoz e intentar movilizar los dedos cuanto antes. En resumen, el resultado de la cirugía es incierto en cuanto a funcionalidad de los dedos.
¿Puedo volver a padecerla tras el tratamiento?
Sí, tras el tratamiento puede volver padecer la enfermedad en el mismo lugar o en otro dedo, y no tenemos señales que puedan orientarnos a saber en qué casos puede ocurrir o no esto. Además, existe la posibilidad de que, tras ciertos tratamientos, en pacientes con cordones o nódulos leves, la afección evolucione a más velocidad que previamente.
¿Qué debo saber?
Debe saber que la enfermedad de causa desconocida y de curso variable, pero en raras ocasiones produce dolor. Para el diagnóstico no es necesario realizar ninguna prueba y los tratamientos existentes son paliativos. Y por último, que existe riesgo de que recidive tras el tratamiento.