Puede ser que no hayas oído hablar nunca sobre la alta sensibilidad. Pero seguro que tú o alguien de tu entorno os sentís identificados en cuanto leáis algo sobre este rasgo de personalidad.
El rasgo de alta sensibilidad fue Descrito por primera vez, por la psicoterapeuta estadounidense Elaine N. Aaron. Las personas de alta sensibilidad (PAS) se caracterizarían, por ser personas con cierta tendencia a ser más conscientes de su entorno y a reflexionar y analizar profundamente sobre todas las cosas, antes de tomar una decisión. Además, tienden a ser empáticos, intuitivos, atentos y meticulosos. Otra característica de este rasgo es que, debido a la profundidad de procesamiento, estas personas se ven abrumadas fácilmente por los sonidos fuertes, sobreestimulándose en ambientes con mucho ruido, luces, y mucha gente, por lo que se alteran rápidamente, mostrándose incómodos, molestos y con ganas de aislarse de todos y de todo lo que les rodea, durante un tiempo. En estos casos lo que sucede, es que su cerebro procesa la información de un modo exhaustivo analizando cada detalle que les rodea, viéndose además más afectados que el resto de personas por el dolor, los medicamentos o los estimulantes como la cafeína.
Individuos reflexivos, no impulsivos y analistas
Según las investigaciones científicas, del 15 al 20 por ciento de las personas nacen con una alta sensibilidad. Por lo tanto, no es algo anormal, y mucho menos, algo patológico, como podemos llegar a pensar. Además, en la naturaleza encontramos el mismo porcentaje de individuos sensibles en todas las especies en las que se ha estudiado este rasgo. Es, por tanto, algo evolutivo y que tiene su razón de ser. A nivel evolutivo, el tener a una minoría de individuos reflexivos, no impulsivos y analistas hace que el grupo de forma global pueda percatarse, gracias al aviso de estos individuos de alta sensibilidad, de los potenciales peligros de una acción y evitar consecuencias nefastas para la globalidad.
Reacciones internas profundas e intensas
Tradicionalmente, las personas sensibles han sido científicas, teólogas, sacerdotes, abogados, médicos, maestros o artistas. Es por eso importante para la sociedad que exista un equilibrio entre personas sensibles y no-sensibles (que son por naturaleza, más rápidos, impulsivos, o incluso “alocados” en la toma de decisiones) para procurar el buen avance global de ese colectivo.
Tener una alta sensibilidad no es sinónimo de ser introvertido o tímido, y tampoco se relaciona con ser “neurótico”, ni a padecer ansiedad, ni depresión, sino a tener unas reacciones internas profundas e intensas. De esta forma la persona es capaz de desarrollar una conciencia importante de lo que sienten los demás siendo los PAS personas empáticas que sintonizan de forma muy poderosa con los sentimientos de los otros.
Es importante conocer este rasgo de personalidad, en especial para los profesionales de la salud, para no patologizar algo que es normal y para saber tratar a pacientes que puedan presentar este rasgo.
Durante años, ha habido una tendencia a considerar el ser “demasiado sensible” como el origen de muchos problemas de salud mental y física.
Consideramos que es importante conocer este rasgo lo antes posible para poder prevenir posibles trastornos que puedan llegar a producirse en estas personas y poder actuar adecuadamente y también desde otra óptica, por ejemplo, en la crianza y en la educación de un niño que presente estas características.
Otras investigaciones futuras podrían establecer qué relaciones pueden existir entre las llamadas personas altamente sensibles y la patología psiquiátrica. ¿Son estas personas más propensas a tener un diagnóstico en salud mental? ¿Detrás de las personas con trastorno mental cuántas personas cumplen las características o se les puede llamar PAS? ¿Qué relación existe entre el rasgo PAS y la inteligencia o las altas capacidades?