Inyección de toxina botulínica (Botox©) intravesical


Elena Sánchez Izquierdo, Pablo Oteo Manjavacas, Amaia Arrizabalaga Solano, Marta Burbano Herráiz, Lydia García Fuentes, Jaume Monllau Espuis, Clara Camprubí Polo, Pablo Gómez Castro y María Jesús Gil Sanz.

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El uso de toxina botulínica en la vejiga es un pilar importante en la práctica clínica de Urología. Aunque poco conocido, la toxina botulínica puede evitar o al menos mejorar los síntomas producidos por el síndrome de la “Vejiga Hiperactiva” (VH). La VH se caracteriza por una fuerte sensación de urgencia para orinar que puede incluso llevar a las pérdidas de orina si no tenemos un baño cerca. Esto puede producirse cuando la vejiga no está llena y a menudo implica la necesidad de levantarse por la noche para orinar. Esto se puede producir sin previo aviso o relacionarse con ciertas situaciones como escuchar el agua o coger las llaves o el ascensor para llegar a casa.

La toxina botulínica se utiliza para tratar la incontinencia urinaria de urgencia refractaria a tratamientos médicos (pastillas). Puede corregir la urgencia para orinar, la frecuencia miccional aumentada o tener que levantarse a orinar por la noche.

¿Qué es la toxina botulínica?

El Botox© es la única marca con indicación en ficha técnica y aprobada por la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos, en inglés “Food and Drug Administration”). Es una proteína extraída de ciertas bacterias en un laboratorio. Funciona provocando una relajación muscular (en este caso, del músculo que compone la vejiga) para reducir los síntomas de urgencia miccional y/o incontinencia. Aunque su uso más conocido es el tratamiento de las arrugas, esta sustancia se emplea también para el tratamiento de ciertas patologías urológicas como el VH.

¿Cómo actúa?

Los síntomas de la VH se producen por una contracción inadecuada del músculo de la vejiga (llamado detrusor). En ocasiones, la hiperactividad del detrusor puede deberse a un daño en la médula espinal (por un accidente o por enfermedades como la esclerosis múltiple) que provoque un mal funcionamiento de la transmisión de señales entre cerebro y vejiga.

¿Cuándo se aplica?

En pacientes con VH en la que otros tratamientos como el empleo de ejercicios de suelo pélvico o la utilización de fármacos ha fracasado, la inyección de toxina botulínica en la vejiga puede ser una buena opción. Es importante destacar que no se trata de un tratamiento para otro tipo de incontinencias como la de esfuerzo (aquella asociada a la tos o el estornudo)

En caso de presentar alguna de las siguientes patologías, no debe recibir la toxina botulínica:

  • Embarazo y lactancia.
  • Infección urinaria activa.
  • Alergia a toxina botulínica.
  • Insuficiencia respiratoria severa.
  • Enfermedades neurológicas de la placa motora (miastenia gravis).
  • Inyección de toxina botulínica en los últimos 3 meses.

Efectividad

El alivio de los síntomas suele durar de 6 a 9 meses. Después, el efecto de la toxina va desapareciendo poco a poco y el paciente deberá consultar con el urólogo/a para decidir si repiten la inyección de toxina botulínica. Como cuando se aplica en la cara para corregir las arrugas, su efecto no es irreversible. El efecto puede ser variable entre pacientes, a menudo las dosis requeridas son diferentes entre un paciente y otro según la duración del efecto deseado.

Efectos adversos

Como la mayoría de tratamientos, puede presentar efectos no deseados:

  • Sangre en la orina (primeros días tras el procedimiento).
  • Molestias al orinar.
  • Infección de orina (1 de cada 5 pacientes necesitan tratamiento antibiótico).
  • Dificultad para vaciar la vejiga, que puede llegar a ocurrir una retención aguda de orina que precise un sondaje para vaciar su vejiga, en cuyo caso el urólogo/a le indicaría cómo actuar.
  • Debilidad muscular, reacción alérgica o síntomas gripales (muy raros).

AUTORES:

Elena Sánchez Izquierdo. Pablo Oteo Manjavacas. F.E.A Urología. Hospital Universitario Miguel Servet.

Amaia Arrizabalaga Solano, Marta Burbano Herráiz, Lydia García Fuentes, Jaume Monllau Espuis, Clara Camprubí Polo, Pablo Gómez Castro. Médicos Residentes Urología. Hospital Universitario Miguel Servet.

María Jesús Gil Sanz. Jefe Servicio Urología. Hospital Universitario Miguel Servet.