La diabetes tipo II se produce debido a una falta de producción de insulina o un uso incorrecto de ella. La insulina es la hormona que ayuda a introducir la glucosa en las células. Si esta hormona falla, la glucosa se queda en la sangre dando niveles plasmáticos más altos de lo necesario. Con el tiempo, un nivel alto de glucosa en sangre puede causar problemas importantes: problemas circulatorios afectando principalmente a las extremidades inferiores y en mayor grado a el pie. La vista también es otro de los órganos más afectados, llegando a producir ceguera. Sin olvidarnos del corazón, riñones, encías… los cuales van sufriendo una degeneración progresiva.
La diabetes tipo 2 se desarrolla principalmente en pacientes adultos, con obesidad o sobrepeso (IMC mayor 25), antecedentes familiares de diabetes y estilo de vida sedentario.
Para poder diagnosticar un paciente de diabético tipo II se deben de dar varios supuestos:
1. Glucemia plasmática igual o mayor a 126mg/dl en ayunas en dos ocasiones.
2. Síntomas de DM (poliuria, polidipsia, polifagia, astenia y/o pérdida de peso) y una glucemia plasmática en cualquier momento del mayor o igual a 200 mg/dl.
3. Glicada (HbA1c) igual o mayor a 6´5 en dos ocasiones.
Una vez diagnosticado hay 3 líneas de actuación:
1. Alimentación y ejercicio físico
2. Antidiabéticos orales
3. Insulina
Disminuir la glucosa en sangre
La primera línea de actuación es la más importante para poder evitar si es posible las otras dos opciones. ¿Pero qué debemos hacer?, ¿Cuáles son las recomendaciones estándar?.
Siempre y cuando el estado psicofísico de la persona nos lo permita hay varias actuaciones que nos ayudan a disminuir la glucosa en sangre con el fin de evitar los posibles efectos secundarios de la diabetes, así como retrasar lo máximo posible la toma de antidiabéticos orales o la administración de insulina.
1. Dieta equilibrada: el “método del plato” consiste en dividir en 4 un plato llano.
• Dos partes se destinarán para verduras u hortalizas. Se recomienda cocinarlas hervidas, al vapor, crudas, a la plancha o wok. Importante reducir también la ingesta de aceite de oliva a 2 cucharadas soperas al día.
• Una parte para proteínas. Elegir carnes con poca grasa (pollo, pavo, conejo…) o pescado. Cocinados al vapor, plancha, papillote… evitando frituras, empanados o guisados. Se recomienda 3-4 huevos semanales preferentemente duro a frito.
• Una parte para farináceos. Legumbres, patatas, pan, arroz… eligiendo los de lenta absorción.
• De postre 1 pieza de fruta o lácteo. Evitar frutas con alto índice glucémico: higos, ciruelas, frutas en almíbar… Lácteos preferiblemente desnatados.
• Bebida: preferiblemente agua. Evitar bebidas alcohólicas y azucaradas.
• Vigilar aporte de sal.
Alimentos prohibidos: harinas refinadas y bollería industrial (pizza, pasteles, bollería, snacks, fritos…). Todo tipo de dulces. Bebidas azucaradas.
2. Ejercicio físico: se recomienda 30 min de actividad moderada continua al día (caminar a un ritmo ligero el cual la persona pueda soportar), al menos 5 días a la semana.
3. Peso y TA. Se debe tener un IMC adecuado (18,5-25,9) así como la tensión arterial en niveles correctos (inferior TaS140- TAd90).
Las personas con diabetes pueden tener una vida plena, disfrutando de la comida y siempre respetando un régimen alimenticio adecuado.
Cada paciente debe ser evaluado individualmente para realizar una dieta personalizada en relación a sus hábitos y rutinas. Deben acudir a su enfermera habitual para que evalúe su caso y así poder adecuar las pautas alimenticias necesarias. En muchos casos una correcta alimentación y una rutina de ejercicio físico ayuda a controlar la diabetes sin necesidad de antidiabéticos orales o insulina.