La insuficiencia cardiaca es un problema clínico que cada vez afecta a más personas en el mundo, sabiendo que el riesgo de padecerla aumenta cuando se alcanza una edad avanzada. Se calcula que hasta un 10% de la población mayor de 75 la padece de manera crónica o ha presentado un episodio aislado de la misma.
Las causas que pueden provocarla son muy diversas, desde enfermedades heredadas que dan lugar a la perdida de fuerza del músculo cardiaco (las menos frecuentes) hasta las más frecuentes como es el deterioro de la fuerza del músculo por obstrucción de las arterias coronarias, la enfermedad aguda o crónica de las válvulas cardiacas o padecer de hipertensión de manera prolongada con mal control de las cifras de presión arterial.
Lo habitual es ingresar cuando se sufre un episodio de insuficiencia cardiaca y al ser dado de alta él y las personas de su entorno se enfrentan a algunas dudas. Tal vez la pregunta mas frecuente es saber qué deben hacer para evitar nuevas recaídas que le lleven otra vez al hospital. La respuesta la podemos resumir en que los objetivos fundamentales es mantenerse estable, evitar nuevos episodios de descompensación, pero que si ésta se produce hay que identificarla lo antes posible para ponerse en contacto con los servicios sanitarios y de esa manera modificar el tratamiento.
Para conseguir la eficacia del tratamiento es importante conocer y asumir el concepto de autocuidado. Si reflexionamos comprobaremos que en las enfermedades crónicas solo una parte limitada del tiempo el paciente está en contacto con los servicios sanitarios y que el resto del mismo es responsabilidad propia. Por ejemplo, para hacernos idea de la realidad, un paciente que acuda una vez al mes a su enfermera, lo mismo a su medico de atención primaria y una al trimestre al especialista, podrá estar en contacto con el sistema sanitario unas 10 horas en todo el año, quedando el resto de las 8.750 horas anuales a su propio cuidado ¿No es por tanto importante aprender a cuidarnos nosotros mismos?.
Objetivos del autocuidado
El primer objetivo es mantenerse estable, poniendo el paciente todo lo necesario para conseguir que la enfermedad o sus síntomas no progresen. En este apartado lo primero es tomar los medicamentos tal como se recomiendan. Es sabido que con frecuencia el paciente recibe varios de ellos, y no siempre están libres de efectos secundarios o intolerancias, pero si estas aparecen no debe tomar iniciativas por su cuenta, deberá ponerse en contacto con las personas de su entorno sanitario que son las que decidirán si lo que le sucede tiene relación o no con el tratamiento farmacológico.
Un segundo aspecto es lo que debemos conocer en lo referente al tipo de vida. No es difícil seguir unas reglas básicas, que van dirigidas a evitar el sobreesfuerzo del corazón, algunas de ellas son las siguientes:
DIETA. Tal vez es el capitulo que en ocasiones mas cuesta modificar, pero siempre se basa en que realicemos cinco comidas diarias, de cantidad moderada especialmente si hay sobrepeso y con LIMITACION DE LA SAL, sin sobrepasar los 2 gramos de sal al día. Y ¿cómo se consigue esto?. Debemos recordar que si seguimos una dieta variada los alimentos ya contienen la cantidad suficiente de sal para cubrir nuestras necesidades corporales diarias. Siempre debemos retirar el salero de mesa y evitar los alimentos que contengan una alta cantidad de sal, entre los que se encuentran las conservas, los alimentos preparados y lógicamente los salazones.
TÓXICOS. Evitará todas las sustancias que puedan dañar a su músculo cardiaco. Si fuma deberá abandonar el tabaco. Teniendo en cuenta que el alcohol también es tóxico, se debe evitar las bebidas de graduación, y consultará con su medico si su patología de base le permite tomar pequeñas cantidades de vino diariamente, recuerde, siempre de acuerdo con su profesional de referencia.
EJERCICIO FÍSICO. Siempre que la situación lo permita debe realizar actividad física, que será regular, unos cinco días por semana, sin llegar a provocar síntomas ni llegar al agotamiento y con duración de unos treinta minutos. Si previamente no se practicaba es conveniente seguir un pequeño programa de entrenamiento hasta conseguir el nivel deseado.
VACUNA ANTIGRIPAL. Hay que recordar que el antecedente de insuficiencia cardiaca convierte al paciente más vulnerable para presentar complicaciones, en ocasiones graves, al padecer procesos que para el resto de la población pueden ser banales. Por esta razón todos los años deberá a acudir a su centro de salud en los periodos de vacunación antigripal. De manera similar consultará con su medico la conveniencia o no de administrarse la vacuna frente a la neumonía.
Si los apartados anteriores son importantes en el autocuidado todavía lo es más que el paciente conozca a la perfección los síntomas o datos que despierten la alerta sobre una descompensación de su problema cardiaco. A continuación resumimos los más sencillos de identificar.
Cambios en el PESO. Cuando el corazón no es capaz de manejarse correctamente uno de los primero mecanismos que se pone en marcha es la retención de líqui- do con el fin de intentar compensar esa situación. Este mecanismo que e n u n primer momento puede ser eficaz rápidamente se convierte en un problema, sobre todo si la causa que ha provocado la desestabilización no ha sido resuelta. Es cuando el paciente comienza a notar que orina menos cantidad durante el día, sus tobillos se hinchan y rápidamente gana peso sin que haya modificado su dieta. Es el aumento brusco de peso el que nos puede orientar sobre el hecho de estar reteniendo liquido y aconsejamos para identificarlo pesarse todos los días, siempre en la misma báscula, con ropa ligera, al levantarse de la cama, después de orinar y sin desayunar, esta cifra es lo que podríamos definir como peso “basal”. Si se produce un aumento brusco del mismo, ganando 2 ó 3 Kg. en el plazo de 3 a 7 días, es muy probable que se haya iniciado una descompensación de la insuficiencia cardiaca y debamos ponernos en contacto con nuestro centro de salud. Siempre aconsejamos que las cifras del peso las apuntemos y se las llevemos a nuestro sanitario en la siguiente revisión.
Aumento de la DIFICULTAD PARA RESPIRAR. Este dato lo identifican rápidamente los pacientes, o bien por aparecer en reposo o porque les limita la actividad física que hasta ese momento realizaba con normalidad.
Sensación brusca y mantenida de PALPITACIÓN que traduce un cambio en el ritmo cardiaco y con mucha frecuencia es un factor acompañante de la insuficiencia cardiaca, o en ocasiones la causa precipitante.
Cuando el paciente sienta alguno de los síntomas o situaciones que hemos descrito deberá ponerse en contacto con su enfermera o su médico, sin olvidar que es mucho más sencillo ajustar el tratamiento en fases iniciales de descompensación que esperar a situaciones avanzadas que en ocasiones pueden ser catastróficas.
Para finalizar, en resumen, recuerde que si ha padecido un episodio de insuficiencia cardiaca, además de tomar los medicamentos que se le hayan prescrito y de seguir los controles programados deberá tener presente que una de las bases fundamentales son los AUTOCUIDADOS que se han descrito en las líneas anteriores.