Seguro que habrás notado que conforme pasan los años, la grasa se redistribuye por todo tu cuerpo y cada vez te cuesta más realizar movimientos que antes no suponían un esfuerzo.
Conforme envejecemos, la composición corporal sufre una serie de cambios que son consecuencia del proceso natural de envejecimiento, así como de factores ambientales, genéticos y de estilo de vida.
El envejecimiento es un proceso dinámico, irreversible, progresivo y complejo, en este se producen cambios en el músculo, los huesos, la piel, el agua y la grasa.
Masa corporal
Durante la vida, la masa corporal va cambiando, y conforme envejecemos aumenta la masa grasa con un incremento anual aproximado de 0.3 kg en hombres y 0.4 kg en mujeres. Sin embargo, se va produciendo una pérdida de la masa en el músculo, órganos, piel y hueso.
Conforme avanza la edad, perdemos masa en brazos y piernas aumentando perjudicialmente la grasa que se encuentra alrededor de los órganos internos (grasa visceral). La falta de actividad física favorece el almacenamiento de grasa en la región visceral. Esto está relacionado también con la caída de los estrógenos en las mujeres y de testosterona en los hombres. Hormonas fundamentales para el metabolismo.
Saciedad
En el envejecimiento encontramos un aumento de una hormona llamada Leptina que produce saciedad de hambre. Indica al cerebro que las reservas de energía son suficientes, reduciendo el apetito. Esto explicaría por qué los ancianos reducen su apetito. La reducción de testosterona en los hombres aumenta la liberación de leptina por los adipocitos.
Piel
Con respecto a la piel con el aumento de edad se produce una reducción de colágeno y elastina lo que disminuye la elasticidad de la piel. Además, una pérdida de grasa subcutánea (debajo de la piel) que acentúa la aparición de arrugas y adelgaza la piel. Todo esto produce como consecuencia mayor fragilidad de la piel y mayor riesgo de lesiones cutáneas.
Masa muscular
La masa muscular comienza a descender progresivamente después de los 60 años, más pronunciada en hombres que en mujeres. Pasa de suponer el 50% del peso corporal cuando somos jóvenes a un 25 % en personas entre 70 y 80 años. En algunos estudios se ha demostrado que la masa muscular de las piernas disminuye un 1 % en hombres y mujeres al año. No solo encontramos una disminución en el número de fibras musculares con el paso de tiempo, sino también en la calidad de este músculo. También el músculo va a tener mayor dificultad para estimularse al verse afectado la parte de los nervios que llegan a él y le dan la orden de contraerse. Por lo que tardará también más tiempo en contraerse dicha musculatura. Los vasos sanguíneos que nutren a estos músculos y les proporcionan el oxígeno también van disminuyendo con la edad. Para valorar la calidad, cantidad del músculo y su vascularización podríamos emplear la Ecografía Muscular mediante mediciones en el cuádriceps que contiene mayor cantidad de fibras musculares tipo II, encargadas de la contracción rápida del músculo y de la potencia de este. Las fibras musculares tipo I se encargan de una contracción más lenta por lo que son fundamentales para los ejercicios de resistencia.
Agua corporal
Cabe destacar también, que el agua corporal en el anciano disminuye al perder la masa muscular (que tiene más agua) y aumentar la masa grasa (que tiene menos agua), esto hace que los pacientes ancianos sean más propensos a la deshidratación. Es importante una buena ingesta hídrica diaria en el anciano (Entre 1.5 y 2 litros al día).
Masa ósea
A partir de los 40 años existe una pérdida progresiva de la masa ósea. Esta pérdida aumenta en las mujeres con la menopausia. A partir de los 70 años en hombres se acelera. Las mujeres pierden más del 40 % de masa ósea en la columna y casi un 60 % en la cadera. Se produce así la osteoporosis, que no es más que un aumento en la degradación del hueso (resorción) asociado a una disminución en la formación de hueso. Pruebas de imagen como la densitometría ósea (prueba de imágenes que mide los minerales en el hueso) son útiles para evaluar el riesgo de fracturas y el progreso de enfermedades relacionadas con la pérdida ósea. La suplementación con Calcio y vitamina D mejoran la mineralización ósea y ayudan a mantener el equilibrio entre formación y resorción. Esto debe ser controlado y prescrito por su médico ya que se requieren unas dosis concretas individualizadas para cada paciente.
Composición corporal
Los cambios en la composición corporal que ocurren con el envejecimiento son el resultado de un proceso complejo influenciado por múltiples factores. Algunos de estos factores, como los genéticos o los cambios hormonales, no pueden modificarse; mientras que otros como el estilo de vida, incluyendo la alimentación y la actividad física, son en gran parte manejables y pueden tener un impacto significativo en la composición corporal.
Un estilo de vida activo contribuye a mantener niveles saludables de masa muscular, grasa corporal y densidad ósea. Las investigaciones han demostrado que las personas que se mantienen físicamente activas durante su vida tienen un menor riesgo de desarrollar problemas relacionados con la composición corporal, en comparación con aquellas que llevan una vida sedentaria.