El cáncer de vejiga es una de las neoplasias más frecuentes en varones siendo el séptimo cáncer a nivel mundial y el cuarto a nivel nacional según datos de Globalcan de 2012. Esta mayor incidencia en hombres tradicionalmente se ha achacado a su principal factor de riesgo, el consumo de tabaco, si bien debido al cambio en los hábitos tabáquicos de las mujeres está tendiendo a igualarse en ambos sexos dicha incidencia.
La mayoría de los tumores de vejiga se detectan en estadíos iniciales con un excelente pronóstico, si bien los controles repetidos para descartar recidivas pueden incomodar a los pacientes. La investigación de nuevas técnicas diagnósticas que alivien esta situación es un reto actual de las distintas sociedades científicas.
¿Cuándo debo plantearme si tengo o no un cáncer de vejiga?
El cambio de tonalidad de la orina hacia un color rojizo junto con un consumo prolongado de tabaco debe ponernos en alerta y acudir a nuestro Médico de Familia. Su principal actitud será realizar un análisis de orina en búsqueda de sangre provocada por la agresividad de la tumoración sobre la pared de la vejiga.
También se puede sospechar ante sensación de micción repetitiva o imposibilidad para la misma en ausencia de infección de orina, pérdida de peso injustificada, o dolor abdominal.
¿Qué otras pruebas diagnósticas me pueden realizar?
Aunque se han investigado análisis avanzados en orina para detectar células tumorales, todavía están en fase experimental. Ante los síntomas referidos por el paciente, el Médico de Familia solicitará una ecografía urinaria (realizada con ultrasonidos, sin perjuicio alguno para el paciente) previa ingesta abundante de agua (con el objetivo de rellenar la vejiga) revisando riñones y vejiga para la detección de posibles tumoraciones. Otra opción es que el paciente sea derivado a las consultas de urología quienes procederán a iniciar el proceso diagnóstico.
Una vez sospechada la tumoración o por los síntomas o por los hallazgos de la ecografía, la prueba por excelencia en el diagnóstico del cáncer de vejiga es la uretrocistoscopia óptica. Dicha técnica, realizada por urología, consiste en visualizar, mediante una cámara introducida a través de la uretra, la pared vesical, incluso pudiendo tomar muestras de los distintos hallazgos detectados. Todo ello con la mínima molestia para el paciente.
Sin embargo nuevas técnicas para el beneficio del paciente están surgiendo. Una de ellas es la cistoscopia virtual por TAC. Consiste en una reconstrucción tridimensional del interior de la vejiga llena de aire (simulando el efecto de una cámara de visión óptica) al realizar al paciente un scanner, sólo requiriendo sondaje, con mínimos riesgos y molestias. Todavía en experimentación, podría rellenar aquellos huecos en los que la uretrocistoscopia óptica no es posible como por ejemplo con importantes sangrados provocados por el tumor. De igual modo la cistoscopia virtual por resonancia magnética acaba de ser objeto de revisión en un artículo reciente de 2015, si bien su utilidad está por determinar por el alto coste y baja disponibilidad de los equipos de resonancia.
¿Qué nos depara el futuro?
El objetivo final de todos estos nuevos procedimientos es la mejora en la supervivencia de nuestros pacientes y la disminución de recidivas tan frecuentes en el cáncer de vejiga. La investigación científica debe perdurar en pro de este objetivo y nuevas técnicas surgirán.