Trastornos de conducta alimentaria, una realidad en auge


Dra. Cristina Soler González. Especialista en Psiquiatría. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza Dra. C. Rocío Sierra Labarta. Especialista en Urología. Hospital Reina Sofía de Tudela. Navarra

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Los Trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso.

Es frecuente que tengan pensamientos distorsionados en torno al peso (sentimientos de inferioridad, creencia que si modifican su estado físico mejorarán las cosas) y la salud (dietas mágicas, creencia que estar delgado es saludable, seguir consejos de chicas que han hecho cosas extremas para perder peso). Las personas afectadas por estos trastornos sufren consecuencias nutricionales, físicas, psicológicas y sociales.
Es más común en el sexo femenino pero últimamente empiezan a darse casos entre los hombres, mucho más «invisibles» a la sociedad.
Como factores que predisponen: factores sociales con sus cánones de belleza, la predisposición genética, la situación familiar (padres exigentes, obesidad en algún miembro de la familia, poca comunicación intrafamiliar, preocupación excesiva del peso en algún miembro de la familia) y la propia vulnerabilidad personal (situaciones estresantes, abusos físicos o psicológicos, baja autoestima…).
La adolescencia y juventud son momentos de mayor vulnerabilidad. Otro dato preocupante es que la edad de inicio es cada vez menor.

¿Qué nos debe alertar ante un familiar/amigo con un posible TCA?

• Cambios en los hábitos de la comida: Empezar a comer a solas, reducir la cantidad de comida, rechazar algunos alimentos muy calóricos, sentimientos de culpa por haber comido, empezar dietas extremas, uso de diuréticos o laxantes.. o cualquier cambio en la frecuencia de las comidas.
• Cambios en el ejercicio físico: Iniciar actividades físicas intensas o realizar ejercicio justo después de comer.
• Cambios en el humor: Irritabilidad, discusiones frecuentes en torno a la comida, mayor aislamiento, uso de páginas de internet que promueven la pérdida de peso, sentimientos de insatisfacción y cambios de humor.
• Cambios en la imagen corporal: Imitar ciertas conductas de modelos, querer bajar de talla de forma insistente, preocupación excesiva por el peso o defectos.
• Complicaciones físicas: alteraciones tiroideas, amenorrea, diabetes, osteoporosis, fatiga, uñas quebradizas, caries, perdida de líquidos, deshidratación o fallo renal en casos graves.

¿Cómo prevenir el TCA?

Como prevención primaria (antes de desarrollar la enfermedad) se han planteado intervenciones escolares como promover la actividad física y programas educacionales sobre nutrición.
Como prevención secundaria (para identificar pronto la enfermedad) la familia juega un papel fundamental, es importante vigilar los hábitos alimenticios, y promover el crecimiento y maduración personal.

¿Qué hacer ante la sospecha de TCA?

Lo fundamental es pedir ayuda, un punto de acceso sería en el Centro de Salud, tanto el médico de atención primaria como el pediatra de zona pueden asesorarte y derivarte a recursos apropiados.
El tratamiento debe abordarse de forma multidisciplinar. El primer paso es normalizar el peso y el estado nutricional, según la gravedad de cada caso, se valorará dónde se realiza este tratamiento; en casos severos está indicada la hospitalización. También habría que tratar posibles complicaciones derivadas del trastorno (diabetes, problemas renales o tiroideos) y realizar educación sobre patrones nutricionales sanos.
Paralelamente, es necesario un trabajo psicológico para afianzar cambios en los pensamientos distorsionados y en la emociones relacionadas con el peso.

Es importante que exista un diálogo abierto, donde queden fuera los prejuicios y se permita al adolescente hablar de su manera de pensar y sentir, ayudándolos a alcanzar su autonomía.