Los hombres experimentan un tipo diferente de “menopausia” que cambia su vida. Por lo general, ocurre entre las edades de 45 y 60 años. Este momento de la vida masculina ha generado todo un problema de definición en la comunidad científica, siendo climaterio masculino el más correcto de los términos empleados, ya que indica una declinación de la función del testículo.
Esta declinación se da a partir de que el nivel de testosterona (hormona masculina por excelencia) empieza a decaer después de los 40 años. Se trata de un proceso gradual, ya que el nivel de producción de la hormona no se desmorona de golpe, sino que se produce a lo largo de varios años y se despliega a través de distintos síntomas.
¿Qué está pasando?
Algunos hombres pierden paulatinamente la energía, los abruma un cansancio mental y físico que cambia su personalidad, y hasta pueden sufrir insomnio, fatigas o pesimismo. Su vida sexual tampoco es la misma: sufren “fallos” en la erección o se esfuman sus deseos de intimidad sin que sepan responder cuáles son las causas.
Lo peor es que algunos ni se preguntan qué está pasando, creen que se trata de algo normal en relación con la edad, y hasta les supone cierta gracia que alguien les diga que están “menopáusicos”. En cierta forma cabe la comparación, pues entre el climaterio femenino y el masculino hay ciertas similitudes, pero también grandes diferencias.
La primera de ellas es que para el hombre, no cesan las funciones reproductivas ya que continúan produciendo espermatozoides y algunos pueden llegar a engendrar incluso cerca de los 80 años (ejemplo de ello el del difunto Dr. Iglesias Puga, “Papuchi”).
La otra también importante, es que a diferencia de que la menopausia afecta de forma inexorable a toda mujer, el climaterio en el hombre no es un proceso natural por el que todos tengan que pasar necesariamente, sino una patología asociada a bajos niveles de testosterona en sangre, que siendo más común en la tercera edad, es dependiente de algunos factores como la herencia, el estado general de salud, la alimentación, los hábitos de vida y ciertas enfermedades predisponentes, entre ellas las cardiovasculares.
Hacer un diagnóstico preciso exige muchos estudios de laboratorio para probar cambios en un complicado proceso endocrino en el que intervienen varias hormonas, pero es posible sospecharlo tras una valoración clínica integral, que no descarta los elementos psicológicos.
Los seres humanos experimentan cambios hormonales que alteran su vida física, emocional y sexual en distintos momentos de la vida. El climaterio masculino es uno de ellos.
La alarma comienza con la disfunción eréctil, pero casi siempre el paciente piensa que se trata de un trastorno urológico, nunca endocrino o psicológico.
Pero sería un error ver este proceso como una mera cuestión sexual, pues la testosterona es la hormona encargada de muchos otros aspectos varoniles desde la formación del feto: nervios, fibras musculares, células del cerebro, evolución del pene, crecimiento de barba y vello en el cuerpo, voz más grave…. y también se asocia con ímpetu, ambición y osadía.
Son muchos los síntomas físicos y psicológicos asociados al descenso de los niveles de testosterona.
Síntomas y cambios en el climaterio masculino
• Falta de concentración.
• Nerviosismo +/- Ansiedad.
• Disminución de la memoria y la concentración.
• Disminución o ausencia de la libido.
• Fatiga, indecisión, temor al peligro inminente.
• Trastornos del sueño.
• Reducción de la productividad.
• Pérdida de interés y confianza en sí mismo.
Estas circunstancias no solo amargan al propio paciente, sino a las personas de su ambiente cercano. Muchos hombres perciben estos cambios pero no consiguen entender lo que les ocurre, y terminan creyendo que la culpa es de la pareja, los hijos, del dolor de espalda, o cualquier otra excusa. Su vida doméstica, social y afectiva puede llegar a deteriorarse mucho.
A nivel emocional se cambia la forma de entender la vida, la siente poco placentera y le resulta un clima de pareja, de familia o de vida poco eficaz, en el que no se ha sabido encontrar la tranquilidad o el entendimiento con el otro.
Cuando la pareja presenta las alteraciones emocionales propias de la menopausia simultáneamente con el varón, el fracaso en la relación es la regla.
La detección del problema es complicada y menos del 20% de los varones adultos perciben el climaterio como algo real (el resto se complacen en excusas y son capaces de justificar todo lo que les ocurre redirigiendo la culpa hacia otras causas o personas…). Para aquellos que reconocen que “algo está cambiando” deben entender que el climaterio masculino es un proceso natural e irreversible, no sujeto de prevención o cura, pues no es ni enfermedad ni defecto, simplemente es una etapa en el transcurso de la vida del hombre.
Sin embargo, se pueden evitar los factores que aceleran su aparición (cardiopatías, diabetes, reumatismo, tabaco, alcohol…)
Los hombres a quienes los síntomas del climaterio masculino amenazan con afectar su vida cotidiana podrán buscar apoyo profesional multidisciplinario, que incluya apoyo psicológico para facilitar el desarrollo de aquellas áreas de su personalidad que pudiesen estar incidiendo en sus dificultades para enfrentar los retos característicos de esta etapa.
Cada hombre es diferente, por tal motivo cada caso debe tratarse de forma individual con el propósito de lograr una mejor calidad de vida.
Usualmente antes de proceder a la aplicación de algún tratamiento se cree necesario descartar patología orgánica, entre las que se suelen evaluar lo urológico que puede condicionar una disminución brusca y prematura de los andrógenos, así como también descartar la presencia de alguna contraindicación para recibir suplementos hormonales (especialmente cáncer de próstata)
Los objetivos del tratamiento deberán ser fundamentalmente la recuperación del funcionamiento sexual, la libido y la sensación de bienestar; así como la prevención de la pérdida mineral ósea y restauración de la fuerza muscular.
Se suele indicar ante una deficiencia de andrógenos la administración de testosterona o derivados, los cuales pueden administrarse con inyecciones semanales o incluso de forma más sencilla con fármacos por vía oral.
Una vez comenzado el tratamiento se recomienda revisiones médicas cada 3 meses durante el primer año y luego cada 6 meses.
Los tratamientos suelen revertir la mayor parte de los síntomas, pero requiere una adecuada orientación por parte del médico para evitar posibles recaídas
Es importante señalar que en este caso los medicamentos son paliativos (atienden al síntoma) y no curativos (el cumplir años no tiene cura…)
Y para finalizar y con ánimos de aportar positividad a la dura realidad que supone el inexorable paso del tiempo, decir que este ecuador de la vida es el momento en que hemos ajustado nuestras expectativas respecto a lo que la vida nos puede ofrecer cuando sabemos lo que podemos alcanzar y lo que no, y por lo tanto, las grandes frustraciones desaparecen y valoramos más lo que hemos conseguido que lo que nunca podremos conseguir.
“Durante la madurez ya nos hemos adaptado al mundo que nos rodea y ajustado nuestras expectativas, tanto en relación a lo que hicimos, como a lo que no podemos disfrutar de lo ya vivido, y echar la vista atrás para darnos cuenta de las cosas que merecieron la pena”.