En este artículo, hemos intentado aunar los principales consejos que hemos encontrado en la literatura para mantener un cerebro saludable y no solo añadir “años a la vida” sino también “vida a los años “. Por otro lado hemos pretendido remarcar que estos consejos no solo sirven para esta situación coyuntural que nos está tocando vivir sino que son extensibles a “todo nuestro ciclo vital». Y por último hemos intentado aportar “ejercicios” contrastados en la bibliografía científica con la idea de dotar a nuestro escrito de ejercicios prácticos que han demostrado su eficacia e intentar que os sea útil y práctico.
El aislamiento (separar a las personas enfermas de las que no lo están) y la cuarentena (separar y restringir el movimiento de personas expuestas a una enfermedad) son estrategias de salud pública que se emplean para evitar la proliferación de enfermedades altamente contagiosas (Centers for Disease Control and Prevention [CDC], 2017).
En diciembre de 2019, en la ciudad China de Wuhan, se detectó el primer caso de COVID-19 (Coronavirus), un virus altamente contagioso y muy letal, que en poco tiempo ha afectado a todo el mundo, llegando a ser considerado por la Organización Mundial de la Salud [OMS] (2020) como una pandemia.
En ese sentido, en los dos últimos meses, distintos países han optado por diversas medidas y dentro de ellas, se han considerado a las estrategias antes mencionadas, aunque con nombres múltiples: aislamiento social obligatorio, confinamiento, inmovilización social obligatoria…, con el fin de proteger a sus ciudadanos del contagio de este virus.
Cuidado de la capacidad cognitiva
Dicha situación de confinamiento en las casas, por tiempo variables desde 14 hasta 40 días o más sin salir, ha generado distintas reacciones en las personas, sobre todo problemas emocionales: miedo, ansiedad, estrés, fatiga, etc. y conductuales: agresividad e irritabilidad (Acosta, 2020), puesto que se enfrentan a una situación novedosa como el encierro y la presencia del virus y porque han dejado de realizar sus actividades cotidianas con la misma frecuencia e intensidad.
Muchos especialistas, instituciones profesionales y organizaciones gubernamentales en el mundo, han elaborado guías y recomendaciones para el manejo de la salud psicológica en estas condiciones de aislamiento. Sin embargo, algunos han considerado de manera muy escasa o en otros casos no se ha tenido en cuenta el cuidado y mantenimiento de la capacidad cognitiva.
Esta capacidad, también llamada cognición o función cognitiva, se refiere a almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y utilizar la información recibida a través de los sentidos (Abbona, 2020); así como, a la habilidad de aprender, planear, tomar decisiones y resolver problemas (Ardila & Ostrosky, 2012; Bausela-Herrera, Tirapu-Ustárroz & Cordero-Andrés, 2019). Dentro de tales funciones tenemos a la percepción, atención, memoria, funciones ejecutivas, lenguaje, praxia, cognición social, habilidades visoespaciales, entre otras.
Diversas investigaciones han reportado que el entrenamiento y la estimulación cognitiva genera cambios en la estructura física del cerebro, apreciándose un aumento significativo en el área de superficie y el grosor de la corteza cerebral en determinadas regiones cerebrales (Román et al., 2015); además, en las últimas guías de prevención del deterioro cognitivo y demencia de la OMS, publicadas en 2018, la estimulación cognitiva y la promoción de las actividades sociales son dos apartados destacados. Cabe precisar que esto último, ha sido ampliamente considerado y estudiado en población con alteraciones neuropatológicas, como las demencias y el daño cerebral, en función de cómo el cerebro les permitiría tolerar mejor los efectos de dicha alteración y es así que surge el concepto de reserva cognitiva, la misma que es asumida por algunos como una capacidad innata, y por otros que indican que depende de los efectos de las experiencias vividas, tales como la educación o la ocupación laboral (Díaz-Orueta, Buiza-Bueno & Yanguas-Lezaun, 2010). Además, es relevante precisar la importancia que cumple la neuroplasticidad, la misma que es aquella capacidad del sistema nervioso para modificarse estructural y funcionalmente, luego de haber sufrido alguna alteración, exponerse a estimulación o ser parte del desarrollo (Garcés-Vieira & Suárez-Escudero, 2014).
Entrenamiento de las funciones cognitivas
En ese sentido, tomando en cuenta los reportes de distintos trabajos sobre entrenamiento de las funciones cognitivas, en población con y sin patología, se concluye que los programas producen un cambio significativo en las funciones cognitivas (Martínez, 2018) y a partir de ello, se han inferido algunas recomendaciones que permitirían potenciar y preservar la capacidad cognitiva y que en estos momentos podrían ser relevantes:
•Aceptar los cambios y ser flexibles a ellos. Estar en una situación de cuarentena es novedosa para todos y ello ha conllevado a cambiar hábitos de higiene, realizar actividades académicas o laborales, en algunos casos, desde nuestras casas, seguir distintas recomendaciones sobre la interacción social y el cuidado de la salud, acatar nuevas restricciones, entre otras cosas. Esto implica tener la capacidad de reestructurar nuestro pensamiento en función de las demandas cambiantes que el medio nos exige; además, algunos señalan que la flexibilidad que tengamos depende de nuestra actitud, es decir del estado de ánimo y motivación que tengamos (Andrade, Trenas & Gómez, 2014). Además, poseer esta capacidad y practicarla, posibilitaría el desarrollo de comportamientos socialmente competentes (Laura & Greco, 2010).
•Dormir entre 7 – 8 horas. Es esperable que, en estas condiciones de aislamiento social, se pueda ver alterado el sueño, tanto en calidad como en cantidad, generando el dormir poco o tal vez una mayor cantidad de horas e incluso imposibilidad de conciliar el sueño, ya que algunos presentan despertares permanentes por la preocupación. En ese sentido, se recomienda dormir de 7 a 8 horas, pues se indica que aquellos que cumplen esa cantidad de horas, gozan de mayores ventajas tanto a nivel físico como psicológico, influyendo importantemente en la cognición y el rendimiento académico (Carrillo-Mora, Ramírez-Peris & Magaña-Vázquez, 2013; Lira & Custodio, 2018), frente a los que duermen menos o más horas en relación a este promedio (Miró, Iáñez & Cano-Lozano, 2002).
• Escuchar música puede mejorar el rendimiento de memoria y la respuesta emocional (Custodio & Cano-Campos, 2017); además, contribuye en la promoción de una mejor actitud hacia el aprendizaje (Talero-Gutiérrez, Zarruk-Serrano, Espinosa-Bode, 2004) y mejor rendimiento en atención (Jurado, 2016). Si bien no hay un tipo de música específica que potencie las capacidades mencionadas, se sugiere escuchar aquella que sea de su agrado.
•Practicar ejercicio físico. Desde una perspectiva neuropsicológica se ha demostrado que el ejercicio físico aeróbico (como caminar o pedalear en una bicicleta estática), produce un impacto positivo sobre el cerebro. Recientes investigaciones afirman que al realizar ejercicios aeróbicos se estimula la proteína BDNF, un neurotransmisor que ayuda en la plasticidad sináptica y en el nacimiento de nuevas neuronas (neurogénesis) (Reverter & Jové, 2012). Por lo tanto, la actividad física aeróbica habitual, 1) mantiene el aporte de nutrientes y oxígeno al cerebro mejorando la eficacia de todos los procesos cognitivos y optimizando la eficacia funcional de las neuronas las cuales logran un mejor rendimiento y mejoran su conectividad y 2) estimula la neurogénesis en el hipocampo (área del cerebro relacionada con el aprendizaje y la memoria). En ese sentido, parece que todo indica que la práctica de ejercicio físico continuo produce beneficios importantes para nuestro cerebro, es decir, para nosotros (Barrios & López, 2011).
•Lleva una dieta equilibrada. Todos conocemos los beneficios de la denominada “dieta Mediterránea”, la misma que se basa en el consumo de alimentos frescos y naturales como aceite de oliva, frutas, vegetales, legumbres, frutos secos, cereales, pescados, leche y queso (Luciano et al., 2017). Las personas con mayor adherencia a esta dieta tuvieron una reducción de casi el 45% al 50% en el riesgo de padecer deterioro cognitivo, en gran medida porqué nos protege de los denominados factores de riesgo vascular (obesidad, diabetes, niveles de colesterol alto e hipertensión) (LaMotte, 2020). Además de “lo que comemos” es importante “como lo hacemos”; así, se ha estudiado que hay tres aspectos en el “cómo comemos” que se hallan relacionados con una mayor y mejor longevidad: 1) “come siempre el 80% de lo que hubieras podido comer”, 2) mastica muy bien la comida antes de tragarla y 3) deja trascurrir entre hora y media y dos horas desde que has cenado hasta la hora de acostarte (Organización Panamericana de la Salud [OPS], 2016; Lozada, 2018).
•Relaciónate socialmente. Llamamos cognición social a los procesos cognitivos, emocionales y conductuales que subyacen a las interacciones sociales (Sánchez-Cubillo, Tirapu-Ustárroz & Adrover-Roig, 2012). El mensaje más importante de la cognición social es que nuestro cerebro nos demuestra que verdaderamente somos seres sociales (Sánchez-Cubillo, Tirapu-Ustárroz & Adrover-Roig, 2012). Nos ponemos en el lugar del otro, pero no de forma abstracta o intelectual, sino sintiendo como él. Las denominadas neuronas espejo del observador actúan como un sistema que permite la comprensión de las acciones y por tanto aspectos como la empatía, la imitación o el intuir lo que los demás piensan (Rodríguez, M. & Rodríguez, S., 2019)
Por lo tanto, mantengamos nuestras relaciones sociales, aunque sea por medios “electrónicos” e incluso hablando con nuestros vecinos de “ventana a ventana”, como las “típicas conversaciones de patio de vecinos de siempre”, y que las hemos perdido. Como decía Honorato de Balzac “la soledad es maravillosa siempre que tengas alguien tu lado que te lo recuerde” (aunque en estos momentos a una distancia prudencial).
•Planifica tus actividades, por días y horas, estableciendo metas y distribuyéndolas según lo que corresponda a lo académico (desarrollo de clases, ejecución de tareas escolares, intercambio y búsqueda de información, etc.), laboral (participar de reuniones en la modalidad virtual, elaboración de informes, presentación de proyectos, etc.) o incluso tareas propias del hogar (limpiar la casa, cocinar, organizar las compras, distribuir los alimentos, etc.), de tal manera que te permitan ejecutarlas en tiempo, intensidad y según tus necesidades. A partir de ello, la planificación de la conducta, te permitirá iniciar, corregir, ordenar, controlar, organizar, autorregular e implementar algunas estrategias para lograr los objetivos (Tirapu-Ustárroz, Muñoz-Céspedes & Pelegrín-Valero, 2002; Tirapu-Ustárroz & Luna-Lario, 2012).
•Presta atención a las tareas que ejecutas. Si bien en esta situación de aislamiento, no centramos más en el qué podemos hacer, dirigimos nuestra atención a la preocupación sobre el devenir y sobre lo que tenemos que hacer generando así dificultades para centrarse en las tareas prioritarias. Por ejemplo, si estas conversando con alguien, sólo avócate a ello, eligiendo el espacio apropiado para dicha actividad, carente de interferencias; además, mantente en esa tarea de principio a fin y luego ejecuta otra tarea u actividad (es decir “haz una tarea a la vez”), la misma que se encuentre considerada y planificada, en lo posible en tu agenda. Cabe señalar que un trabajo sobre la atención puede provocar un impacto positivo sobre otras funciones como la memoria y otros dominios cognitivos (Gómez, 2012).
•Estimular la orientación temporal es importante. Es probable que estando en este encierro preventivo de salud, se presente desorientación temporal, en distintos niveles, pues al encontrarnos sólo dentro de nuestra casa o en un espacio específico de esta, no accedemos a obtener información que el día puede aportar tan igual como cuando estábamos en nuestras actividades cotidianas. En ese sentido, es necesario emplear un reloj y calendario de pared o emplear el de tu celular, para poder marcar los días transcurridos o elegir fechas importantes o establecer y/o planificar tus actividades o establecer una cronología personal; así mismo, puedes preguntar en tu entorno, observar el mismo o emplear estrategias para recabar datos sobre la hora, día, etc. Eso te facilitará además la optimización de la atención y favorecer la incitación a emplear el habla como herramienta de ayuda (Tárraga & Boada, 1999; Correa, Lupiáñez & Tudela, 2006; Arroyo-Anlló, Díaz-Marta & Chamorro, 2012).
•Estimula el reconocimiento de diversos estímulos. La preocupación excesiva (el estar en esta condición de aislamiento, el no saber qué pasará después de esto, la excesiva información a la que accedemos, etc.) o la atención a tareas irrelevantes (dejar de lado las tareas escolares o laborales por centrarse en un video juego o ingresar a las redes sociales) o el presentar dificultades visuales (miopía, astigmatismo, hipermetropía, etc.) o auditivas (hipoacusia), podría conllevar a dificultades en la localización de objetos en el espacio. De ahí que una sugerencia sería el clasificar los objetos por alguna característica específica (tal vez, frutas en un lugar de la cocina y bebidas en otro espacio; ropa interior en un cajón del ropero y camisas en otro lugar), ubicar y distribuir la ubicación de la mesa de comer o los muebles, en distintos espacios de la casa, presentar imágenes de personas en las que se muestre su rostro, las emociones que tiene o los cambios que ha tenido en el tiempo (crecimiento de cabello o barba, cambio de color de cabello, uso de maquillaje, etc.), identificar distintos sonidos y de diferente fuente de la que proviene, diferenciar los alimentos por el sabor u olor, entre otras tareas, puede contribuir a mantener activa la capacidad perceptiva (Loeches, Carvajal, Serrano & Fernández, 2004; Blázquez, 2009; Jacas, 2015).
•Mantente en movimiento. La habilidad de ejecutar un movimiento, por ejemplo, caminar, vestirnos, escribir, limpiar, etc. o el conocimiento de las funciones de los objetos que queremos emplear o de las acciones a llevar a cabo son conocidas como praxias. Estas se pueden ver limitadas en esta condición de cuarentena, ya que tal vez, nos encontramos más tiempo sentados, utilizamos “ropa de casa” (polo, pantalones cortos, pijama, sandalias, zapatillas o una misma prensa todos los días) y dejamos de lado la ropa habitual de trabajo, no hablamos tanto como antes, no expresamos gestos, no utilizamos la computadora o no escribimos con lapiceros, usamos con menos frecuencia las puerta o escaleras, entre otras cosas. Todo ello podría limitar nuestra capacidad motora, por lo que se sugiere realizar nuestras Actividades de la Vida Diaria (AVD) de la manera más regular posible, clasificando la ropa que usaremos por día, tratando de que sea acorde a la estación y/o actividad; ponerse ropa diferente cada día, tratando de intercalar el uso de prendas con botones, cierres, pasadores u otros; hacer una lista de las compras o actividades por realizar, ya sea a mano o empleando la computadora; evitar permanecer mucho tiempo sentado; encender la cocina o una vela, realizar gestos de manera intencionada para expresar agrado o desagrado, para saludar o despedirse ante una videollamada; repasar mentalmente la secuencia del movimiento de algún objeto, propio de la actividad que realizaba frecuentemente o realizar ejercicio físico segmentado de algunas partes del cuerpo; ejecutar el barrer espacios de la casa o lavar los utensilios, construir rompecabezas, emplear mapas o planos para ubicar lugares y trazar rutas, seguir e imitar la secuencia y ritmo de movimientos de un baile; realizar la representación de acciones cotidianas con y sin objetos y en la que se indiquen los pasos realizados; etc., contribuirán a mantener activa las praxias (Blázquez, 2009; Florencia, Gago & Elgier, 2017; Florencia & Elgier, 2018).
•Realiza operaciones de cálculo. Es posible que antes de la cuarentena, hacías operaciones matemáticas simples, como obtener la cantidad de vuelto que recibirías luego de hacer un pago; hacer un cálculo y distribución de los gastos diarios, semanales o mensuales, etc. Estando presente en ello la ejecución motora y la puesta en marcha de un plan de solución o la incorporación de funciones tales como la atención y la memoria (Salguero-Alcañiz, Lorca-Marín & Alameda-Bailén, 2003); sin embargo, todo esto se pudo ver alterado en estos momentos. Por ello, se sugiere ejecutar operaciones matemáticas simples, de manera mental o en lápiz y papel; simular AVD que impliquen la ejecución de operaciones aritmética (importe de compras cotidianas, proyección de gastos semanales al hacer compras, etc.); jugar con números a través de bingos, por ejemplo, o reconociendo números y operaciones matemáticas (Tárraga & Boada, 1999; Macayo, 2018).
•Practica e implementa ejercicios de relajación. La condición de encierro obligatorio ha conllevado a permanecer en una rutina de menor actividad, lo cual a su vez puede generar estrés, el cual puede afectar a la oxigenación cerebral e impactar al rendimiento cognitivo de distintas maneras, desde interferencias pequeñas sobre la atención o el aprendizaje en caso de una preocupación considerada simple para algunos; hasta la alteración de las funciones ejecutivas, los recuerdos y pensamientos que impiden prácticamente el desarrollo de cualquier tarea, como sería en el caso de una experiencia traumática o altamente estresante como la que estamos vivenciando actualmente (Minguillon, Lopez-Gordo, Renedo-Criado, Sanchez-Carrion & Pelayo, 2017). Por ello, es recomendable practicar e implementar ejercicios de respiración profunda que propicien la relajación y así alcanzar un equilibrio psico-físico y mejorar nuestro estilo de vida, prepara al cuerpo y sobre todo al cerebro para el aprendizaje, incrementa la capacidad atencional y de recordar datos (Velásquez, Remolina & Calle, 2009). La técnica más conocida es la relajación progresiva de Jacobson que trabaja sobre la relajación muscular segmentada, tensándolos y relajándolos (Soriano, 2012).
•Estimulación de la memoria. A continuación, se describen algunos programas para la optimización de la memoria que se han mostrado particularmente eficaces.
–Programa de entrenamiento en estrategias mnemotécnicas: Este programa fue diseñado por Malec y se caracteriza por dotar al individuo de estrategias mnemotécnicas como son: a) la visualización de imágenes, b) elaboración semántica y c) organización de los estímulos de recuerdo dentro de una red semántica que permita dar respuesta a cuestiones relevantes. Las “sesiones” son individuales, con una duración de 30 minutos y se practica durante 4 ó 5 días a la semana (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
Procedimiento
Fase 1
Se presentan unas cartas con un dibujo y la palabra del dibujo representado. Inicialmente se le muestran tres cartas con alguna relación lógica entre ellas. A medida que el tratamiento progresa se incrementa el número de cartas mientras que la relación entre ellas va disminuyendo. Después de la presentación se solicita que se lleve a cabo una elaboración de las mismas según los siguientes criterios:
-Elaboración semántica: el sujeto une las palabras para elaborar con ellas una simple historia.
-Imágenes: después de elaborada una historia adecuada es ayudado a consolidarla utilizando imágenes mentales que representen las palabras clave.
Fase 2
Esta etapa tiene como finalidad afianzar la consolidación de las palabras clave mediante una serie de preguntas. Se trata de mostrar una carta y elaborar una pregunta en la que esté integrada la palabra de la carta mostrada con otras que previamente han sido asociadas a ella.
Fase 3
En esta etapa se retiran las cartas y se requiere que se recuerden las palabras, la historia y las imágenes visuales que habia formado. Posteriormente se le muestra un segundo juego de palabras y después de realizar el mismo procedimiento descrito se le solicita que trate de recordar el primero. Si la perosna muestra dificultades para resolver con éxito la tarea exigida se le proporcionan ayudas tales como mostrarle una de las cartas o preguntarle sobre cuestiones relacionadas con el contenido de las mismas.
–Método PQRST: Se han realizado diversas investigaciones sobre esta técnica y se ha reportado la utilidad que posee para mejorar la memorización (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
Las siglas PQRST son el acrónimo inglés de “Preview, Question, Read, State, Test”, que resume las fases de este procedimiento cuyo procedimiento se describe a continuación:
–Preview: Visión general del material con el objeto de averiguar el tema principal.
–Question: Preguntas sobre las cuestiones esenciales del tema tratado.
–Read: Lectura detenida del material para contestar a las preguntas claves.
–State: Resumen del texto que ayuda a mantener y afianzar las ideas fundamentales.
–Test: Realización de preguntas para comprobar que se sabe la información.
En cuanto al recuerdo a largo plazo, este se mejora cuando se emplea la técnica PQRST, al conseguir una codificación más elaborada del material estudiado. El hecho de que elaboremos nuestras propias preguntas también favorece el recuerdo posterior.
En cuanto a la memoria prospectiva, aquella capacidad para recordar que hay que realizar determinadas acciones en el futuro (Grandi & Tirapu-Ustárroz, 2017), tradicionalmente el estudio de la misma ha recibido menos atención que el recuerdo de acontecimientos o experiencias pasadas (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001). Hay que reconocer que es más difícil de analizar en el laboratorio ya que requiere un tipo de investigación en contextos naturales con una menor capacidad de control sobre las variables que influyen sobre la conducta. Además, al tratar con la memoria prospectiva se hace referencia también a otros procesos cognitivos como la planificación, metacognición, etc., siendo complejo delimitar la participación de los componentes mnésicos.
No obstante, en los últimos años existe una preocupación creciente por este tema y diferentes son las razones explican este hecho. Por una parte, el interés suscitado por el conocimiento de las alteraciones de memoria que caracterizan a los pacientes con lesiones frontales, pero sobre todo, por el reconocimiento de que los problemas de memoria resultan esenciales para comprender las dificultades que muestran los pacientes en una gran cantidad de actividades diarias, tales como recordar el día y hora de la próxima cita con el psicólogo, la toma de la medicación, la necesidad de hacer una llamada por teléfono o de recoger una prenda en la tintorería, etc.
Asimismo, se han presentado diferentes estrategias que pueden resultar de utilidad para este tipo de problemas. El programa más empleado es el desarrollado por Sohlberg y Mateer y conocido como Programa de Entrenamiento en Procesos de Memoria Prospectiva (PROMPT), que se fundamentan en dos tipos de intervenciones ya conocidas: la utilización de la capacidad de memoria procedimental y el entrenamiento en el uso de ayudas externas (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
Uso de ayudas de memoria externas (AME)
Con el fin de organizar, planificar y monitorear tus actividades (escolares, laborales o del hogar), permitiéndote así cumplirlas de manera satisfactoria. Dentro de dichas ayudas puedes emplear las que mejor se ajusten a tu necesidad, preferencia, disposición y facilidad de uso, siendo estas AME no electrónicas (calendarios, diarios, listas, notas o anotaciones, libretas de notas, apuntes, post-it (notas adhesivas), entre otros) y electrónicas (agendas electrónicas, alarmas, relojes, grabaciones, celulares, alarmas y/o avisos de correo electrónicos, aplicaciones de celular, etc.) (Gutiérrez, De Los Reyes, Rodríguez & Sánchez, 2009; De Los Reyes-Aragón, Rodríguez, Sánchez y Gutiérrez, 2013).
Lo más novedoso del PROMPT es la introducción de una técnica traducida a nuestro idioma como ensayo extendido (“spaced retrieval”) que combina algunos de los principios bien conocidos en la psicología del aprendizaje para mejorar la adquisición y el recuerdo de nueva información como son la práctica distribuida y el intervalo creciente. El objetivo principal es ampliar de forma progresiva el tiempo que la persona es capaz de mantener una información y de recuperarla. El tiempo se va extendiendo entre uno y otro intervalo hasta conseguir cinco respuestas consecutivas correctas. Las tareas utilizadas se aproximan a las demandas de la vida diaria del individuo, lo que proporciona una validez ecológica esencial.
•Estimulación de las Funciones Ejecutivas (FE). Las alteraciones de las FE se han considerado prototípicas de la patología del lóbulo frontal, fundamentalmente de las lesiones o disfunciones que afectan a la región prefrontal. Así, se ha acuñado el término síndrome disejecutivo para definir las dificultades que muestran algunos pacientes para el inicio de la acción, formulación de metas y planes conductuales y la organización, dirección y control de la conducta (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
Se ha comentado también la necesidad de distinguir las FE de aquellas que no lo son, con el fin de establecer una taxonomía funcional que nos permita distinguir las ejecuciones, habilidades y conductas que son características de un adecuado funcionamiento ejecutivo.
Así, en la práctica una disfunción ejecutiva se caracteriza por una marcada dificultad para concentrarse en una tarea y finalizarla sin un control ambiental externo. En segundo lugar, presentan dificultades en el establecimiento de nuevos aprendizajes y una falta de habilidad para construir, automatizar u utilizar espontáneamente una estrategia operativa. En tercer lugar, se muestran limitaciones en la productividad y creatividad, con alteraciones que afectan a la flexibilidad cognitiva espontánea entendida como la capacidad de cambiar el curso de la acción y del pensamiento para hacer frente de forma adaptativa a las demandas del entorno, dando lugar a conductas estereotipadas. En cuarto lugar la conducta pone de manifiesto una clara incapacidad para abstraer ideas e identificar categorías; es decir, adolecen de la capacidad de captar los elementos esenciales y los aspectos comunes y diferenciales de la compleja realidad que les circunda. Además, se manifiestan limitaciones para planificar las acciones y anticipar las consecuencias de las mismas, lo que provoca una mayor impulsividad o incapacidad para posponer una respuesta. Y por último, son habituales también cambios en su personalidad, humor y emociones (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001; Tirapu-Ustárroz & Luna-Lario, 2011).
Este último aspecto requiere una reflexión de extraordinario interés, para el tema que nos ocupa como es el papel que juegan las emociones en el funcionamiento ejecutivo y, de modo más específico, en la toma de decisiones. Los trabajos de Antonio Damasio son muy clarificadores a este respecto ya que plantean algunas cuestiones esenciales para la comprensión de lo que les ocurre a algunos de estos pacientes y que puede hallarse en la incapacidad de integración de los procesos de razonamiento con las emociones. Así, es posible plantear las siguientes reflexiones provisionales (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001):
a) Algunas lesiones que afectan a la corteza prefrontal (CPF) se hallan asociadas de manera consistente con alteraciones en el razonamiento-toma de decisiones y con la emoción-sentimiento;
b) Cuando el deterioro en el razonamiento-toma de decisiones y en la emoción-sentimiento destacan sobre un perfil neuropsicológico conservado el dominio personal y social es el más afectado;
c) Existe una relación íntima entre razonamiento (cerebro) y emoción (cuerpo) por lo que el organismo constituido por la asociación cerebro-cuerpo interactúa con el ambiente como un todo;
d) Las zonas de convergencia localizadas en las CPF son el depósito de representaciones disposicionales para las contingencias adecuadamente categorizadas y únicas de nuestra experiencia vital;
e) Es probable que los diferentes campos de conocimiento se representen en sectores prefrontales diferenciados, así, el dominio biorregulador y social parece tener afinidad por los sistemas del sector ventromediano.
Era el verano de 1848 cuando el Dr. Harlow describió el caso de Phineas Gage, un trabajador eficiente y capaz que tras sufrir un accidente que afectó a la región frontal de su cerebro experimentó graves cambios en su personalidad. Las manifestaciones clínicas de este paciente ya dejaron entrever que hay sistemas en el cerebro humano dedicados al razonamiento y a las dimensiones personales y sociales del individuo. Después de siglo y medio múltiples casos como el de Phineas siguen indicando que algo en el cerebro humano concierne a nuestra propia condición, a la capacidad de anticipar el futuro, de actuar en un mundo social complejo, al conocimiento de uno mismo y de los demás y al control sobre la propia existencia. Y la alteración de este sistema tiene relación con el denominado síndrome disejecutivo.
En la tabla 1, se muestran los elementos que conforman el funcionamiento ejecutivo y sus alteraciones.
Tabla 1.
Elementos de las funciones ejecutivas y alteraciones observadas
•Como mejorar las Funciones Ejecutivas. Junto a la alta prevalencia de este tipo de problemas (la disfunción ejecutiva), el interés por este campo de la neuropsicología se ve aumentado porque el estudio de las capacidades ejecutivas es esencial en relación con los objetivos de la neuropsicología.
Con las funciones ejecutivas intactas una persona puede sufrir diferentes tipos de alteraciones sensoriales, motoras o cognitivas pero aún así ser capaz de mantener la dirección de su propia vida. Sin embargo, la reducción o pérdida de estas funciones compromete la capacidad del individuo para mantener una vida independiente, constructiva y socialmente productiva (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001). Ya se ha señalado como las personas con deterioro en el funcionamiento ejecutivo presentan graves dificultades para organizar y utilizar de forma eficiente las capacidades conservadas, muestran un comportamiento inconsistente y resulta difícil confiar en una rápida y adecuada generalización de los aprendizajes. Por lo tanto, no debe extrañar que las alteraciones ejecutivas constituyan un objetivo esencial de cualquier programa de estimulación neuropsicológica, puesto que este tipo de déficits es responsable de algunos de los obstáculos más importantes que nos impiden enfrentarnos a situaciones novedosas.
En el contexto de esta estimulación, la intervención sobre las funciones ejecutivas implica la mejora de la capacidad para organizar las secuencias de la conducta y orientarla hacia la consecución de los objetivos deseados. Con este propósito pueden utilizarse una variedad de actividades y como consejos generales para este tipo de abordaje se pueden señalar los siguientes:
-Graduar la complejidad de las tareas.
-Dividir la tarea en sus diferentes componentes.
-Impartir instrucciones simples y claras que ayuden a estructurar y ejecutar la tarea.
-Utilizar recursos que sean más accesibles para la persona (por ejemplo, consultar el horario de salida o llegada de un autobúspuede ser más sencillo realizando una llamada telefónica que consultando un mapa de rutas; para cocinar, podría ser más sencillo ver la preparación o la secuencia de la misma en un video, en lugar de leerlo en el recetario.
-Tener en cuenta las habilidades del sujeto y plantear actividades que puedan llevarse a cabo en su contexto natural (generalización de los aprendizajes e intervención ecológica).
-Fomentar el empleo de estrategias internas para situaciones específicas (por ejemplo, autoinstrucciones como “piensa antes de actuar” o “hazlo despacio”).
-Acudir a otras estrategias internas cuando seamos capaces de anticipar problemas a los que se debe hacer frente (por ejemplo, planificar el contenido de una conversación telefónica o elaborar la lista de compras para el hogar o estructurar los contenido a desarrollar en una sesión de clase).
En cuanto a la intervención ante los problemas que implican disfunciones en el sistema ejecutivo es importante tener en cuenta las siguientes líneas maestras: el paciente debe estar motivado y mantener la atención, ha de analizar los datos y componentes del problema, tiene que establecer una estrategia o plan de acción, debe ejecutar el plan de acción de forma controlada y necesita evaluar el resultado final, es decir, comparar el resultado obtenido con los objetivos iniciales (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
Uno de los programas de rehabilitación de las funciones ejecutivas que más ha sido desarrollado es el propuesto por Sohlberg y Mateer, quienes presentaron un programa para mejorar, a partir de un modelo que incide en tres grandes áreas:
-Selección y ejecución de planes cognitivos.
-Control del tiempo.
-Autorregulación conductual.
Selección y ejecución de planes cognitivos. Hace referencia al comportamiento requerido para seleccionar, llevar a cabo y completar una actividad dirigida a la consecución de un objetivo.
Comprende el conocimiento de los pasos que requiere seguir una actividad compleja, el establecimiento de la secuencia de fases, el inicio de la actividad dirigida al objetivo, las habilidades de organización de los objetivos, la revisión del plan e introducción de mecanismos correctores, y la velocidad de la ejecución. Para ello se establecen diferentes niveles de dificultad en función del nivel de ayuda ofrecida y de la complejidad de las tareas:
Control del tiempo. Se refiere a la habilidad para juzgar de forma adecuada el tiempo que lleva la realización de diferentes actividades y regular la conducta teniendo en cuenta las restricciones temporales. Implica calcular de forma aproximada el tiempo necesario para llevar a cabo el plan, crear horarios, ejecutar el plan conforme al intervalo de tiempo establecido y revisar continuamente el tiempo que se va invirtiendo en la ejecución.
En la tabla 2, se muestra un ejemplo de una hoja d registro de las actividades a ejecutar considerando el establecimiento de prioridades.
Tabla 2.
Autorregulación de la conducta. De acuerdo con el programa, esta área tiene como componentes el conocimiento de la propia conducta y la de los otros, la capacidad de control de los impulsos aumentando la capacidad reflexiva, la omisión de conductas inapropiadas y repetitivas y la habilidad para exhibir conductas consistentes, apropiadas y autónomas con respecto al ambiente. Para ello hay que seguir los siguientes pasos:
1) Elegir una conducta inadecuada y definir de forma operativa.
2) Explicar de forma comprensible, estructurada y específica la adecuación-inadecuación de dicho comportamiento (adecuación e inadecuación hace referencia a múltiples variables que hay que hacer el esfuerzo de explicitar lo más posible).
3) Observar la aparición de la conducta objeto de cambio, informar al individuo de su presencia y explicar las razones por las que ese comportamiento es inadecuado en ese momento y situación.
4) Entregar una hoja de registro para dicha conducta e instruir para que registre en el material cuando dicho comportamiento ocurra en un periodo de tiempo prefijado.
5) Anotar las características de esa conducta en una hoja de registro similar para nosotros y comparar ambos registros.
6) Mostrar alternativas conductuales adecuadas,explicando por qué la nueva conducta es más adaptativa que la anterior.
Desde una perspectiva más práctica se pueden plantear una serie de situaciones para mejorar la capacidad de resolución de problemas y que pueden ser utilizadas como material básico con este propósito. En todas ellas aprendemos una “manera de resolver situaciones”, un proceso de razonamiento que podemos denominar con las siglas IDEAL, donde cada una de estas letras designa un aspecto de la actividad que se ha de llevar a cabo y que tiene relevancia en cualquier proceso cognitivo de resolución de problemas (Muñoz-Céspedes & Tirapu-Ustárroz, 2001).
I = Identificación del problema
D = Definición y representación del problema
E = Elección de posibles estrategias
A = Actuación basada en una estrategia
L = Logros. Evaluación de los resultados